Netflix: Las aventuras de Arsène Lupin, convertidas en un ligero pastiche posmoderno
Lupin (Francia, 2020). Creador: George Kay. Elenco: Omar Sy, Ludivine Sagnier, Vincent Londez, Shirine Boutella, Nicole García, Clotilde Esme, Antoine Gouy, Hervé Pierre. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Jean Paul Sartre había llamado a Arsène Lupin, el legendario ladrón de guante blanco creado por Maurice Leblanc, el "Cyrano de los bajos fondos". La fama del personaje a comienzo del siglo XX equilibró del lado francés la popularidad del Sherlock Holmes de Conan Doyle, claro está, del otro lado de la ley. Pero ese límite de la legalidad siempre fue esquivo para el astuto Lupin, que a diferencia del pérfido Fantômas de Allain y Souvestre no buscaba la destrucción de todo atisbo de racionalidad sino su exquisita parodia. En esa pose de dandy que lo definía, dotado de una inteligencia suprema y un extraordinario don de la oportunidad, Arsène Lupin impregnó la cultura popular francesa, maravilló a varias generaciones, y creció en el legado de un vengador justo de injusticias.
Ese es el espíritu que recoge Lupin, la serie creada George Kay (también creador de la serie multinacional Criminal) y protagonizada por Omar Sy, uno de los más exitosos comediantes franceses del presente. Pero lo hace desde una comedia ligera, que no asume la voluntad corrosiva de la filosofía de Leblanc para dar a su personaje un pulso de persistente rebeldía. En esta mirada contemporánea, Lupin es una referencia literaria, sí, pero deglutida por la idea posmoderna del pastiche, que usa anagramas y guiños de referencia como una pátina de pertenencia cultural que nunca se profundiza, ni tampoco se ironiza del todo.
Conocemos a Assane Diop (Sy) en el primer episodio bajo una de sus múltiples fachadas, la de un ladrón que intenta robar un collar subastado en el Louvre luego de su reciente recuperación. El collar pertenece a la familia Pellegrini y tiene una historia: fue robado en el pasado, perdido durante un tiempo, y recuperado luego para su restauración y subasta. Detrás de esa joya está la obsesión de Diop, que lo lleva a la historia de su padre –resumida en una serie de expeditivos flashbacks-, el vínculo con la familia Pellegrini, su incansable búsqueda de reparar el honor paterno y hacer justicia, que tiene el robo y la imaginería de Leblanc como perfecta presentación.
Lupin nunca cifra sus expectativas en la complejidad de la trama policial, recurre a la simpatía y el carisma de Sy para hacer de su antihéroe una especie de caballero andante que todo lo puede y todo lo consigue. Incluso las tensiones raciales, las desigualdades sociales y los conflictos inmigratorios que la serie refiere, no dejan de ser los barnices que forman el contexto. En ese tono ligero, la serie deja de lado las reverberaciones existenciales de la letra de Leblanc que tanto fascinaron a Sartre y se circunscribe a un juego de gato y ratón con aires de venganza y redención. Hay grandes actrices en el elenco, como Nicole García y Ludvine Sagnier, desperdiciadas en roles demasiado laterales y esquemáticos. Y son el lucimiento de Sy y sus aventuras los que definen los mejores momentos.
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