Netflix: High Score no es solo para nostálgicos de los videojuegos
High Score: El mundo de los videojuegos (High Score, Estados Unidos/2020) Dirección: William Acks, France Costrel y Sam LaCroix. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena
Atari, Sega o Nintendo. Máquinas de arcade en salones y con fichas o precarias consolas hogareñas con cartuchos... Allá lejos y hace tiempo, en la prehistoria de los videojuegos, mucho antes de la PlayStation o la Xbox, de League of Legends o Fortnite, cuando todo era más analógico y artesanal, surgieron los pioneros de los videogames. Esos "héroes" muy poco conocidos por una Generación Z que hoy hace malabares con los joysticks son los protagonistas de High Score, cuidada y didáctica serie que Netflix acaba de lanzar en su plataforma.
Con un extraordinario material de archivo de las décadas de 1970, 1980 y 1990, con entrevistas actuales a varios de esos ingenieros, diseñadores, ilustradores, programadores y expertos en marketing visionarios (en su mayoría japoneses y estadounidenses) que cuentan anécdotas hilarantes de sus comienzos, High Score logra con creces su cometido principal, aunque en su reivindicación y exaltación de ciertas compañías se acerca peligrosamente al infomercial o a un ejercicio de brand management.
También hay demasiado tiempo dedicado a las historias de vida (no siempre interesantes) de los ganadores de los primeros torneos de videojuegos a gran escala. De todas formas, hay en cada episodio de High Score unos cuantas reconstrucciones fascinantes. En el primero, Tomohiro Nishikado habla de la creación de Space Invaders; Toru Iwatani, del fenómeno del Pac-Man; Nolan Bushnell, considerado "el padrino de los videojuegos", del éxito de su compañía Atari; y Howard Scott Warshaw, de uno de los mayores fracasos comerciales de la historia: el videogame basado en la película E.T.: El extraterrestre.
En la segunda parte se profundiza en el boom de Nintendo (valioso el aporte de Hirokazu Tanaka) con Donkey Kong, Super Mario Bros. y hasta el Tetris; en el tercero se abordan los juegos de rol con énfasis en la historia de Final Fantasy; en el cuarto se explica el boom de Sega de la mano de Tom Kalinske, su consola de 16 bits Genesis, el personaje del erizo Sonic y una audaz campaña para desbancar a Nintendo, que llegó a tener el 98 por ciento del mercado.
Esta genealogía de los videogames –que cuenta con narración de Charles Martinet, el hombre que le dio la icónica voz al protagonista de Super Mario Bros.– continúa con las primeras experiencias de EA Sports en sus incursiones deportivas (NFL, el básquet de la NBA, fútbol); ya en el quinto episodio se analiza la explosión de los juegos de lucha iniciada con Street Fighter, Mortal Kombat y la fuerte influencia del animé japonés; y el sexto capítulo está dedicado a la transición hacia los hiperviolentos videogames en línea para múltiples jugadores.
Es aquí cuando entra en escena John Romero, hoy una leyenda del ambiente, quien en en diciembre de 1993 lanzó Doom, creación que resultaría clave en varios terrenos para el surgimiento de una nueva era: el uso de la toma subjetiva y el 3D, la interactividad online (hasta entonces nadie jugaba de manera remota y simultánea), y la apuesta colaborativa (cada usuario podía customizar su propia versión). La historia de cómo él y un par de otros veinteañeros cambiaron para siempre el negocio de los videogames diseñando y programando durante días y noches, en un ambiente oscuro, con una heladera llena de bebidas y heavy metal sonando todo el tiempo de fondo es parte del atractivo de esta serie para gamers... y nostálgicos.
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