Netflix: Georgia y Ginny, un melodrama que también quiere ser una comedia
La nueva serie intenta parecerse, sin éxito, a Gilmore Girls
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Ginny y Georgia (Estados Unidos/2021). Creadora: Sarah Lampert. Elenco: Brianne Howey, Antonia Gentry, Diesel La Torraca, Scott Porter, Jennifer Robertson. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular
“Somos como las Gilmore Girls pero con senos más grandes”, dice Georgia en el primer episodio de esta serie que pretende ser una comedia dramática como aquella a la que cita. Pero que también quiere ser una ficción sobre adolescentes en conflicto, una comedia de escuela de secundaria, un policial y un melodrama sobre las diferencias sociales y raciales que engendran la violencia en los Estados Unidos.
Aunque su título y el planteo inicial de una historia sobre una madre joven y su hija adolescente puedan resonar a la creación de Amy Sherman-Palladino, lo cierto es que en su afán por diferenciarse de su inspiración Ginny y Georgia termina siendo un pastiche con serios problemas de tono narrativo. Como Rory (Alexis Bledel) y Lorelai (Lauren Graham), el dúo de madre e hija hacen referencias a la cultura popular norteamericana pero sus diálogos resultan tan forzados como la inclusión de Joe (Raymond Ablack), el dueño del café del pueblo que padece y luego se hace amigo de Georgia. Si algo suena conocido, no es una casualidad aunque la especialidad de Joe sea el hummus y no las hamburguesas como las que servía Luke (Scott Patterson) en Stars Hollow.
Aquí todo comienza cuando la bella y manipuladora Georgia (Brianne Howey), se muda junto a sus hijos Ginny (Antonia Gentry) y Austin (Diesel La Torraca), a un rico pueblo de Massachusetts luego de la muerte de su marido, padrastro de los chicos. Acostumbrados a la afición de su madre por cambiar de domicilio cada vez que una relación amorosa fracasa, ninguno está fascinado con la mudanza. Sin embargo, el foco está puesto en la inteligente Ginny, una joven de quince años que se pasó toda su vida siendo la responsable de la familia, una figura estable frente a los impulsos de mamá Georgia. Claro que las características del personaje que presenta el primer episodio rápidamente se esfuman: una vez más como “la nueva” en el colegio, Ginny se da cuenta que ésta vez podrá hacer amigos y hasta quizás tener su primer novio. Si es que el vecino de enfrente, puro pómulos y rebeldía adolescente, le presta finalmente atención.
Más allá de la trama, repetida, de los forasteros llegando a un pequeño pueblo que por un lado les da la bienvenida y por el otro desconfía de ellos, la serie también carga las tintas sobre varios secretos del pasado de Georgia, repleto de violencia, carencias y abandonos además de unos cuantos delitos que podrían poner en peligro su fachada. Todo eso mientras lidia con la falta de fondos para sostener a la familia y la compleja relación con su hija adolescente.
Cuando el guion se concentra en el vínculo entre Ginny y su mamá, en su complicidad esmerilada por lo que ambas esconden, la serie consigue interesar, pero sus constantes cambios de tono y género, de la comedia a la denuncia y al drama sentimental, dejan al espectador más desconcertado que interesado por lo que está viendo.
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