Netflix: en Gambito de dama, Anya Taylor-Joy brilla como una heroína contradictoria
Gambito de dama (The Queen’s Gambit, Estados Unidos/2020). Dirección: Scott Frank. Guion: Scott Frank, Allan Scott, basado en la novela de Walter Tevis. Fotografía: Steven Meizler. Música: Carlos Rafael Rivera. Edición: Michelle Tesoro. Elenco: Anya Taylor-Joy, Marielle Heller, Thomas Brodie-Sangster, Billy Camp, Moses Ingram, Isla Johnston, Harry Melling. Disponible: Netflix. Nuestra opinión: excelente.
La nueva miniserie de Scott Frank (Godless) nos deja en claro desde el comienzo que en el ajedrez el triunfo anida en las aperturas. El primer movimiento, audaz, confiado, temerario, puede ser la llave del triunfo en una partida. Y así define la estrategia de su ficción cuando comienza en un lujoso hotel parisino en el que una joven de Kentucky despierta después de una noche agitada para enfrentar la partida final con su rival soviético. Estamos en 1967 y la Guerra Fría se pone en juego en esa mesa, pese al embriagante recuerdo de la noche pasada, a los fantasmas del fracaso, a los miedos que resurgen en el alma de una de las más fascinantes heroínas que haya dado la ficción televisiva este año.
Elizabeth Harmon es un prodigio del ajedrez, mujer que se hizo a sí misma desde el suicidio de su madre, criada en un orfanato cristiano, aprendiz intuitiva de ese juego de control e inteligencia. Basada en la novela de Walter Tevis (El color del dinero), Gambito de dama recorre la historia de Harmon en forma circular, partiendo de esa instancia decisiva en su vida profesional hasta los días de su infancia en Kentucky, la soledad, el atisbo del genio, las adicciones. Interpretada primero por Isla Johnston y luego por la extraordinaria Anya Taylor-Joy, Harmon erige su grandeza en sus debilidades, descubre su talento al mismo tiempo que a la única figura paterna en su vida (el gran Billy Camp), el anhelo de esas madres perdidas en sintonía con la dependencia de medicamentos y alcohol, el amparo de los afectos detrás de la desconfianza y el temor.
En un exquisito cruce entre la narrativa pop –evidente en los pasajes en México y Las Vegas– y el esplendor visual de Douglas Sirk, Gambito de dama retuerce todas las convenciones del melodrama, explora con estilo las contradictorias aristas de su personaje y los aires de la época, y lo hace convirtiendo las citas a películas como La túnica sagrada o a canciones como "Fever", de Peggy Lee, y "Venus", de Shocking Blue en piezas claves del desarrollo narrativo.
La puesta en escena de las partidas de ajedrez descorre el suspenso de la dinámica del juego y lo traslada al interior de su jugadora, como en aquellos sueños medicalizados del orfanato en los que la Reina y su corte de madera cobraban vida. Taylor-Joy enriquece con su brillante interpretación el mundo elusivo de Harmon, desafiante como mujer en un tablero de hombres, autodestructiva en plena era del confort, cuya inteligencia desborda ese mundo de grises y le permite el más radical arrojo de sobrevivirse a sí misma.
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