Netflix: Elena Rivera, protagonista del fenómeno Alba: “Es un personaje que me ha marcado mucho”
La serie de Atresmedia, una versión contemporánea de la tira turca ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, centrada en una joven española que busca justicia tras una violación grupal, es una de las más vistas de la plataforma desde su estreno
- 11 minutos de lectura'
MADRID.– Alba despierta sola al amanecer en la playa del Postiguet, a orillas del Mediterráneo. Tiene amnesia. No recuerda nada de lo ocurrido desde que salió del bar hace algunas horas. Está golpeada y ha sido violada. Pronto descubrirá que han sido varios hombres los que abusaron de ella. Entre las escenas de tensión y de dramatismo de Alba aparecen planos de Alicante, con su mar turquesa, el castillo de Santa Bárbara, las casas de colores sobre la ladera de la montaña y las soberbias y flamantes torres. Este paisaje es solo uno de los tantos en todo el planeta donde ocurren vejaciones masivas, pero esta historia, en este escenario y con esta heroína se ha convertido en un éxito mundial. Elena Rivera, la protagonista de esta producción, analiza la repercusión de la serie en un diálogo con LA NACION.
Alba se estrenó en España el 15 de julio en Netflix y desde entonces se ubicó en el top 10 de las series más vistas de habla no inglesa. Esta serie de Atresmedia, la factoría de éxitos como La casa de papel, Velvet o Vis a Vis, se emitió primero en Antena 3, el canal líder de audiencia en España, y tras imponerse en su franja de emisión [dos millones de personas siguieron cada miércoles esta serie de 13 capítulos] el fenómeno comenzó a expandirse fuera del país vía la plataforma de streaming. Hoy ocupa el quinto lugar del podio de Netflix Argentina.
Son las primeras vacaciones de Elena Rivera en años de actividad incesante y aún así desea poder hablar sobre Alba. Solo en los últimos dos años ha protagonizado cuatro series: Inés del alma mía, una adaptación de la novela de Isabel Allende; Alba, Sequía y Los herederos de la tierra, basada en el bestseller de Ildefonso Falcones. Rivera comenzó su carrera a los 13 años en la ya longeva serie Cuéntame cómo pasó (TVE) y desde entonces los espectadores se enamoraron de ella. La actriz se ha convertido también en un referente y una voz para muchas mujeres. Apasionada de la educación –se graduó de la carrera de Magisterio infantil– destaca que visibilizar este escenario violento y atroz puede ayudar sembrar conciencia en la sociedad. “Me gustaría decirles que los perdono. Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad. Pero yo quiero justicia”, dice su personaje en el juicio ante sus violadores.
–En tus redes sociales publicaste que interpretar a Alba te marcó emocionalmente. ¿Por qué? ¿De qué modo?
–Porque fue muy duro. Como actriz, intentas acercarte lo más posible a tu personaje, mimetizarte con él. Y, claro, en este caso era ponerse en la piel de una chica de mi edad que salía de fiesta, la drogaban y despertaba en una playa tras haber sido violada. Al hacerlo, es inevitable pensar en la angustia que debe sentir una víctima que pase por esto. Como mujer, a cualquiera le puede pasar lo que a Alba. Es un personaje que me ha marcado mucho.
–Alba se convierte en una inspiración para otras víctimas de abusos. ¿Qué repercusiones obtuviste en la calle o en las redes sociales sobre este personaje?
–Pues han sido bastantes las chicas y mujeres que me han escrito por redes sociales contándome que han sufrido situaciones de abusos o violaciones. Algunas de esas historias me han dejado en shock. Ahí te das cuenta de que estos casos son, por desgracia, más habituales de lo que creemos. Y siento que Alba ha llegado de manera especial a las chicas jóvenes porque, aunque nunca hayan experimentado nada similar, empatizan con el personaje porque ven a Alba como ellas. Lo noto por la manera que me hablan de la serie, de la historia. Hay también una admiración por el personaje: la ven como una mujer fuerte que se repone y lucha por hacer justicia. Por eso digo que, para mí, todo el proceso de Alba me ha marcado mucho: desde el rodaje hasta luego todo lo que he vivido con su emisión y el feedback de la gente. Leer tantos comentarios de que Alba es “una serie necesaria” o “una serie que deberían poner en institutos” me resulta muy reconfortante.
–¿Cómo te preparaste para componer a esta heroína? ¿Tuviste contacto con asociaciones feministas, abogados de víctimas, víctimas, etc.?
–Pues tuve que prepararme el personaje en unas circunstancias bastante difíciles, ya que la serie comenzó a grabarse pocas semanas después del confinamiento de más de dos meses que vivimos en España en 2020 a causa de la pandemia. La serie se empezó a grabar en junio de 2020, fue la primera serie en España que arrancó tras el confinamiento. Ensayábamos con distancias, con máscaras puestas. Así que mi forma de prepararme el personaje fue leer sobre víctimas de violaciones, sobre violaciones grupales, ver algunas series o películas de temática parecida. Al poco de empezar a rodar, tuvimos que grabar la escena de la violación y ese fue el momento en el que más conecté con el personaje. A partir de ahí, entendí a Alba y su sufrimiento y su posterior lucha por hacer justicia.
–¿Pensás que Alba puede colaborar para instalar debates en la sociedad?
–¡Ojalá! Por lo menos, eso: debate. Que se hable de esto, que se visibilice. Es obvio que existe un problema en la sociedad porque son muchas las mujeres que sufren abusos sexuales, de diferentes formas y grados. Visibilizarlo ayuda a tomar conciencia y poder encontrar una solución. Y, sobre todo, creo que visibilizarlo ayuda a las víctimas. Muchas de las víctimas de abusos que me han contactado, me dijeron que en su momento no se lo contaron a nadie ni denunciaron ni pidieron ayuda. ¡Algunas se sentían culpables, incluso! Como si la violación hubiera sido culpa suya. Y me escribían porque al ver Alba les ha marcado y, en cierto modo, les ha ayudado. Lo que le pasa a la protagonista le puede pasar a cualquier chica. Y esa chica puede ser tu hermana, tu novia, tu amiga, tu hija, tu nieta.
Hay productos culturales que tienen un inusitado impacto en la sociedad por su capacidad de anticiparse a aberraciones y conflictos. Las noticias durante el verano español informan sin tregua de los casos de aquello que hoy tiene un nombre preciso en las denuncias policiales, “sumisión química”, y que se conocen popularmente como “pinchazos”, una práctica en la que se le administra a la víctima fármacos, no de modo voluntario, para anular su capacidad de discernimiento y abusar de ella. La práctica de la “manada” recibe su triste epíteto de un caso conocido ocurrido en 2016 en Pamplona cuando cinco hombres violaron a una joven de 18 años. Este caso se convirtió en una obra de teatro, Jauría, de Jordi Casanovas, que tuvo su versión argentina, protagonizada por Vanesa González, y una serie de TV, La jauría (Amazon Primer). También el novelista Javier Cercas escribió sobre esta práctica en Independencia, en su saga de novelas policiales protagonizadas por Melchor Marín.
Alba es la adaptación de la serie turca ¿Qué culpa tiene Fatmagül? que Telefé emitió en 2015 con gran éxito, basada en una novela de Vedat Turkali. Si bien mantiene su esencia con la serie turca, Alba incorpora a su trama elementos de la tecnología para comunicarse e investigar la violación y además tiene una heroína independiente, decidida, sociable, que vive sola, trabaja y estudia en la capital, lejos de su casa natal.
–¿Viste la serie turca? Y, si la viste, ¿qué opinión te merece?
–Los productores de Alba me recomendaron no ver Fatmagül porque no querían que me influyera, no querían que yo hiciera una copia del personaje de la serie turca. Es verdad que ambas series tienen un mismo punto de partida (la violación grupal), pero la manera en la que se desarrollan los acontecimientos es diferente. Es lógico: Fatmagül se rodó hace más de una década y en un país cuyas culturas y tradiciones son muy diferentes a las españolas de hoy en día. Me dijeron que querían que Alba fuera una chica muy normal, muy de ahora. Creo que por eso ha logrado que espectadores de países de todos los continentes empaticen con ella. Me ha impactado mucho ver que en Australia, por ejemplo, se escriben noticias de Alba o que en Israel fue la serie más vista o que en Estados Unidos se coló en el top 10 de lo más visto en Netflix. Y, por supuesto, en Argentina he sentido que la serie se ha seguido muchísimo. Esto demuestra lo universal de su historia y su mensaje.
–Alba transcurre en Alicante, pero hechos de este salvajismo ocurren en el País Vasco, en la provincia de Buenos Aires, en todas partes del mundo. ¿Sos optimista sobre un nuevo mundo, quizá a largo plazo, antes que a corto o mediano, donde la violencia hacia la mujer comience a ser una excepción y no algo cotidiano?
–No sé qué responderte. Quiero ser optimista, quiero pensar que, poco a poco, se está creando una conciencia. Esta violencia hacia la mujer nace del machismo, del considerar que una mujer debe de estar a merced de la voluntad del hombre. Si, poco a poco, las actitudes machistas se van erradicando, probablemente disminuyan estas agresiones. Pero no es fácil. Cada semana vemos muchos casos así en las noticias: chicas de las que abusan, agresiones grupales y descubres con asombro en redes sociales un montón de comentarios de gente que le quita importancia o insulta a las víctimas. Ahí me viene el pesimismo. Pero, insisto: me gusta ser optimista en la vida. Pienso que las nuevas generaciones están creciendo con unos valores en los que la igualdad está más interiorizada: a nivel de género, de identidad sexual, racial. Creo que, aunque aún estemos lejos de alcanzar una sociedad igualitaria real, diría que la sociedad actual está más sensibilizada con estos temas que sociedades de tiempos pasados.
–Alba es una heroína que tiene fieles escuderas: una detective, una abogada y su mejor amiga. La serie muestra bien esta complicidad, esta solidaridad, sororidad en las mujeres. ¿Lo sentís también en tu profesión?
–Entre las mujeres siempre existe un vínculo que nos une por ser mujeres. Si te fijas en una discoteca, lo normal es que las chicas vayan al baño juntas mientras que los chicos van de forma individual sin problema. Quizá sea una forma inconsciente de protegernos las unas a las otras. No sé. Pues ocurre similar en otros ámbitos, también en el trabajo. El mundo del cine y la televisión es complicado. Y, en general, creo que las mujeres empatizamos bien unas con otras. Supongo que pasa igual en otros sectores. También diré que muchos de mis mayores apoyos en los proyectos han sido hombres: he hecho grandes amigos en rodajes. Quizá todo dependa de la persona que seas y las personas que te rodeen.
–Y, a colación de esta pregunta, te criaste en esta industria. ¿Advertís cambios en torno al lugar de la mujer y al trato hacia la mujer desde que comenzaste, a los 13 años, hasta la actualidad?
–Sí, aunque cambios que se han llevado a cabo de forma lenta. El mundo del cine y la televisión es un gran reflejo de la sociedad. Y si en la sociedad, poco a poco, la mujer empieza a encontrar su sitio, en este mundillo, igual. Cada vez más hay mujeres en puestos donde antes solo había hombres (productoras, guionistas, directoras, etc.). Y, aunque en esos roles aún los hombres sigan siendo mayoría, la tendencia invita a ser optimistas porque cada vez hay más mujeres. Y no se trata solo de que “haya” mujeres, sino de que se valore su trabajo, sus opiniones, su punto de vista. Creo que este cambio es muy bueno para el sector porque todos aprendemos de todos: es muy positivo que en un proyecto haya mirada masculina, mirada femenina, opiniones de gente mayor experimentada, de gente joven que está empezando. La riqueza cultural está en la diversidad.
–Estudiaste la carrera de Magisterio infantil. ¿Cómo, desde la escuela, se puede inculcar la tolerancia y el respeto por los otros?
–La escuela ocupa un lugar fundamental en la formación de una persona. Piensa que en la escuela pasamos casi un tercio de nuestra vida cuando somos jóvenes. En la escuela y en el instituto es donde experimentamos grandes emociones, donde nos relacionamos con gente que no es de nuestra familia (profesores, amigos, compañeros, etc.). Por tanto, si convertimos la escuela en un entorno de igualdad y tolerancia y respeto hacía los demás, los jóvenes crecerán en esos valores. Aún así, creo que la influencia más importante en un niño es la que le llega desde casa, por ello es fundamental que estos mensajes de igualdad y tolerancia penetren en todo tipo de personas y entornos.
Otras noticias de Netflix
Máxima calidad. La función secreta de Netflix para ver mejor la pelea de Mike Tyson con Jake Paul
Es hoy. Mike Tyson vs. Jake Paul en Netflix: qué suscripción hace falta para ver la pelea
Recorrido exclusivo. Una cueva en una casa burguesa: cómo es el lugar donde García Márquez escribió “Cien años de soledad”
Más leídas de Espectáculos
En su primera visita a la Argentina. El joven prodigio del violín que cautivó a Plácido Domingo y sueña con tocar con todos los grandes
“La vida es más dura que la ficción”. Thelma Biral: por qué dejó Brujas, la extraña enfermedad que la aqueja y el amor que no pudo ser
Una temporada fugaz. El reality de parejas conducido por Alejandro Fantino finalizó sin cubrir las expectativas de público
De no creer. El increíble cambio de Emma Vich a cuatro meses de la final de Gran Hermano