Netflix: crónica de un robo de película a un banco colombiano
El robo del siglo (Colombia/2020). Showrunners: Pablo González y Camilo Salazar Prince. Autores: Pablo González, Camilo Salazar Prince, Natalia Santa y Nicolás Serrano. Fotografía: Paulo Pérez. Música: Felipe Linares. Edición: Alejo Alas y Andrés Porras. Elenco: Andrés Parra, Christian Tappan, Marcela Benjumea, Juan Sebastián Carreño, Waldo Urrego, Paula Castaño, Rodrigo Jerez. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
"Ladrón no es aquél que roba, sino el que se deja agarrar", sentencia en un momento Roberto Lozano, alias Chayo, cerebro del golpe contra una sucursal del Banco de la República de Colombia, hecho real ocurrido entre el 16 y el 17 de octubre de 1994. Al final de cada uno de los seis episodios una leyenda que permanece un buen tiempo en pantalla nos indica que la única verdad sobre los hechos (la "verdad procesal") figura en los expedientes judiciales y que esta serie "no pretende ser un retrato fidedigno de la realidad ni ser utilizada para determinar responsabilidades legales".
El hecho ocurrió y hasta hoy figura en la estadística mundial como el robo de papel moneda más grande de la historia: un botín de 24.072 millones de pesos colombianos en billetes, unos 41 millones de dólares al cambio de hoy. Pero ninguno de los integrantes de la banda, sus cómplices o familiares aparecen mencionados con sus nombres y apellidos reales. El único que lo conserva en todo el relato es el pobre gerente del banco, personaje aquí muy secundario, pero cuyo papel en la historia (convertido en un interminable calvario) justificaría una serie para él solo.
Al tomar toda esa distancia, los artífices de esta muy atractiva serie que va de menor a mayor buscaron otra cosa: poner el robo, su planificación y su ejecución, en el contexto social y político que vivía Colombia por entonces, pero ese cuadro que sobrevuela a la acción nunca está presentado de manera explícita o subrayada. Todo está sugerido y velado a través del comportamiento de sus protagonistas: la violencia como motor del comportamiento, la corrupción profunda y la incapacidad de las instituciones expuesta hasta en sus estamentos más bajos, la necesidad de asegurar cierto ascenso social, los negocios oscuros, la marginalidad social, la siempre latente amenaza de la narcoguerrilla.
En ese contexto, mientras avanza la acción, se hacen más y más interesantes los perfiles de los dos grandes protagonistas de la historia. De un lado Chayo (nuestro conocido Andrés Parra), un ladrón ambicioso y precipitado que todo el tiempo parece estar huyendo hacia adelante para evitar las consecuencias de su retorcida conducta. Y del otro el "Abogado" Jairo Molina (el excelente Christian Tappan), un veterano hampón de guante blanco que encara este golpe como un asunto literal de vida o muerte: necesita el botín para pagar un urgente trasplante de riñón.
Con dosis equilibradas de cínico humor y oscuridad vemos cómo el grupo desarrolla el golpe con las inevitables tensiones que lo condicionan y se resuelven a último momento, junto a toda la seguidilla de situaciones que la banda enfrenta después de la acción. El éxito de referencias previas como la película argentina de igual título protagonizada por Guillermo Francella y La casa de papel fortalecen a priori el interés por este tipo de tramas. Por suerte, a diferencia de la serie española, aquí nada se estira hasta el infinito y todo se resuelve en seis episodios, que hasta podrían ser menos en beneficio de la agilidad del relato. Eso sí, por momentos se hace inevitable recurrir a la herramienta del subtitulado para entender del todo a los personajes. Nuestros oídos están muy poco habituados a tantos modismos locales.
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