Netflix: con batallas, intrigas y sexo como claves, Vikingos: Valhalla es una justa heredera de la serie que se convirtió en todo un fenómeno global
La nueva propuesta de Jeb Stuart sitúa la historia un siglo después del final de la ficción original, y ya se encuentra disponible en la plataforma de streaming
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Vikingos: Valhalla (Vikings: Valhalla / Estados Unidos, 2022). Creador: Jeb Stuart. Elenco: Leo Suter, Sam Corlett, Frida Gustavsson, Bradley Freegard, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Laura Berlin, David Oakes, Caroline Henderson. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Cuando Michael Hirst llevó a la televisión el universo histórico del Renacimiento inglés dio a luz el modelo perfecto de esa nueva narrativa: The Tudors. Ya no era necesario el rigor y la solemnidad de la vieja BBC sino la construcción de un melodrama arrebatado, con reyes pérfidos y sensuales, intrigas palaciegas, fastuosos vestuarios, matanzas y mucho sexo. El Enrique VIII de Jonathan Rhys Meyers poco tenía que ver con los retratos del obeso monarca del siglo XVI, sino que exponía una versión libre del ascenso al poder de la Casa Tudor, sus líos de alcoba, su conversión religiosa sellada con decapitaciones y un pantallazo de la política inglesa comprensible para ver sentado en un sillón.
La incursión en la mitología nórdica y la saga vikinga con la monumental serie Vikingos le trajo a Hirst otras exigencias. Por un lado, recoger las innovaciones que había realizado la exitosa Game of Thrones en ese territorio que enlazó la epopeya histórica con el fantástico, y por el otro combinar el sexo antes recluido en las alcobas palaciegas con las pieles, las salvajes cabelleras y el espíritu de conquista de las gestas vikingas. La saga original, que tuvo seis temporadas, comenzaba en el año 793 con la historia del héroe legendario Ragnar Lodbrok (Travis Fimmel), corazón de una mitología que combinó dioses y hombres en generaciones de luchas sanguinarias. Vikingos: Valhalla sitúa la historia un siglo después del final de la serie original y, como los nuevos protagonistas, carga con las sombras de la inevitable comparación. Atrás quedaron las aventuras de Ragnar, la hegemonía de Odín en la creencia y el despertar medieval en la geografía europea. Ahora, la aceptación de la comunidad vikinga en Inglaterra despierta resquemores y la tradición pagana pierde su predominio a manos del Cristianismo.
El primer episodio de Valhalla se inicia en el día de San Bricio, en el que el rey inglés acomete una brutal masacre contra todas las tribus vikingas asentadas en sus tierras. Lo que sigue es la preparación de la venganza. Al mando está el poderoso rey Canuto de Dinamarca (Bradley Freegard), pero sus principales alfiles son los verdaderos protagonistas jóvenes de esta nueva entrega: el príncipe Harald de Noruega (Leo Suter), justo y digno conductor de la reconquista del honor vikingo; y Leif Eriksson (Sam Corlett), heredero del desterrado Erik el Rojo en Groenlandia, cuya venganza personal se superpone a la histórica. Ambos ofrecen el contrapunto esencial de esta saga, uno cristiano, el otro pagano, unidos por una extraña mezcla de respeto y admiración, de soterrada competencia por un liderazgo que está en disputa.
Creada por Jeb Stuart –guionista de películas como Duro de matar o El fugitivo-, la nueva Vikingos es también una historia de hermanos: por un lado, Harald y su medio hermano Olaf (Jóhannes Haukur Jóhannesson), devoto y sanguinario cristiano que exige la unidad de la fe a cualquier costo, y por el otro Leif y su hermana Freydis (Frida Gustavsson), cuyo viaje hacia la tierra sagrada de Upsala será una de las claves para descifrar el anunciado ocaso de los dioses. Para Hirst, que ahora oficia de productor ejecutivo, la ficción nunca debe rendirse a la historia, y si en sus ficciones pasadas ajustó el devenir de los acontecimientos al ejercicio del drama, ahora también realiza cambios de raza o género en personajes para sintonizar con el mundo en el que desembarca, cambio que ha irritado a más de un fan de la pureza étnica.
La serie funciona en su propuesta, sigue los pasos indicados en el uso de las batallas, las intrigas y los romances impetuosos. Al correrse de los territorios nórdicos a Londres, donde se acomete la venganza y el intento de conquista de la corona sajona, el entorno monárquico cobra mayor protagonismo, con las disputas por la sucesión del rey inglés entre la reina consorte Emma de Normandía (Laura Berlin), el joven príncipe Edmundo (Louis Davison) y la elusiva figura de Godwin (David Oakes), consejero del reino que revela los cruzados intereses que se ponen en juego en cada batalla.
Sin demasiadas pretensiones en torno al conflicto religioso entre cristianos y paganos –todo está mediado por una simplificación ajustada al entretenimiento- ni al trasfondo político de las disputas bélicas, Vikingos: Valhalla es una justa heredera de su antecesora, orgullosa habitante del mundo Hirst, esa mezcla jugosa entre narrativa pulp, exuberancia gore y un poco de historia. Y eso sí: muchas, muchas pieles.
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