Netflix busca capitalizar el éxito global de las ficciones turcas: abre una sede de producción en Estambul y prepara diez series
En los últimos cinco años, las telenovelas turcas han pasado de ser un fenómeno curioso a una apuesta a lo grande en el horario de máxima audiencia de buena parte de las cadenas abiertas del mundo hispanoparlante, incluyendo España y la Argentina, donde sus telenovelas siguen atrapando a la audiencia local con títulos como Elif, Züleyha, El sultán, ¿Qué culpa tiene Fatmagul?, Alas rotas y Las mil y una noches. Este empuje poco a poco se ha hecho también global en la última década, convirtiéndose Turquía en uno de los mayores exportadores mundiales de ficción televisiva con millones de espectadores pendientes de sus productos. Un fenómeno que Netflix no va a dejar pasar, pese a haber tenido algún encontronazo con las autoridades turcas (el pasado verano suspendió el rodaje de una serie tras recibir por parte del Gobierno turco la orden de retirar del guion un personaje gay), con la reciente apertura de una sede de producción en Estambul, que ampliará en la segunda mitad del año, y la puesta en marcha de una decena de proyectos locales para ser emitidos en todo el mundo.
En el catálogo argentino de la plataforma ya se pueden ver algunos títulos televisivos procedentes de ese país, como Intersection, Dinero sucio y amor, Winter Sun, Amor 101, The Gift, Nos conocimos en Estambul y 50 m2, entre otras.
La directora de contenido original de Netflix en Turquía, Pelin Distas, define esta nueva oficina como “un compromiso hacia la industria creativa local”. En la actualidad Netflix prepara allí, donde tiene alrededor de 1,5 millones de suscriptores, diez series propias, con la vista puesta en doblar la cantidad de proyectos, y en diferentes géneros, más allá de las populares telenovelas (en España ahora destacan Mujer y Love is in the Air). Uno de esas series será Hot Skull, ambientada en un Estambul postapocalíptico tras una extraña pandemia. O The Club, situada en un club nocturno de la ciudad turca en los años cincuenta del siglo pasado. El género negro, con Fatma (una empleada de limpieza que se convierte en asesina) y la ciencia ficción, con la historia de viajes en el tiempo Midnight at the Pera Palace, también tendrán cabida. “Todo gira en torno a cómo estamos dando forma a nuestra parrilla alrededor de diferentes géneros, diferentes ámbitos y el alcance del talento creativo”, ha explicado Distas en una entrevista con Variety.
Aparte de la apertura a géneros menos explorados en Turquía, uno de los cambios que la industria televisiva de ese país tiene que afrontar con sus series en Netflix es la adaptación de sus formatos a un modelo internacional: los capítulos tendrán que ser mucho más cortos –allí pueden durar hasta dos horas– y las temporadas tendrán que serlo también (en la TV abierta turca suelen llegar a los 35 episodios), algo que también facilita su venta en el extranjero.
La expansión turca de Netflix se aplicará también fuera del país. “Tendremos a actores turcos interpretando en proyectos internacionales, así como a trabajadores de detrás de las cámaras. Habrá noticias de todo esto en breve”, ha dicho Distas.
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