Netflix: Better Call Saul vuelve para decirle adiós a Jimmy McGill
En el episodio "Switch" de Better Call Saul - spin off de Breaking Bad que regresa a Netflix el 7 de agosto con su cuarta temporada, y que fue renovada por AMC para una quinta -, lo vemos a Jimmy McGill ( Bob Odenkirk ) apretando un interruptor, e ignorando un cartel de advertencia. Asimismo, en inglés "switch" también es un verbo que habla de hacer un cambio, un clic. La serie concebida en 2015 por Vince Gilligan y Peter Gould no teme ser poética y así, con metáforas, nos habla de la permanente mutación del protagonista, ese abogado que a pesar de tenerlo todo a su disposición, siempre está buscando otra cosa. De esa manera vive Jimmy: pretendiendo que puede tener un pie en cada vereda, y esta vuelta no será la excepción. ¡Atención: esta nota tiene spoilers!
*De Jimmy McGill a Saul Goodman: la metamorfosis más esperada
"Es una historia triste", dijo Gilligan sobre Better Call Saul y no existe mejor modo de definir esta precuela. Precisamente una de las cualidades que la distancian de su serie madre es esa melancolía que arrastra su protagonista. En los primeros capítulos de cada una de las temporadas se hace uso del flashforward para mostrarnos, en blanco y negro, apenas unos minutos de la vida actual de Jimmy como Gene, quien trabaja - como él mismo lo predijo en Breaking Bad - en el café Cinnamon de Omaha, Nebraska. Desde su compulsión a mirar los ingeniosos videos con los que fue conocido como abogado criminal, pasando por la necesidad de escribir su "verdadero" nombre en una pared ("Saul Goodman estuvo aquí"), hasta ese colapso en el piso que nos vaticina un destino angustiante, Gilligan y Gould esbozan un panorama devastador, independientemente de la línea temporal. En este sentido, el trayecto de Jimmy hacia Saul es desolador en sí mismo, un tren en movimiento que no puede ser frenado por nadie, a pesar de los efímeros instantes en los que la humanidad del protagonista - aplastada por una concatenación de circunstancias - se impone sobre el anhelo latente de pasarse al lado oscuro.
La tercera temporada de Better Call Saul concluyó con "Lantern", un episodio apabullante donde nuevamente el título resultaba revelador. Ese farol tenía un doble significado. Por un lado, es el que usa un joven Chuck (Michael McKean), el déspota hermano de Jimmy, para leerle un cuento en una noche de camping. Por el otro, es el farol del futuro con el que se quita la vida cuando prende fuego su casa, al no poder vencer sus demonios. Sin embargo, ese objeto tendrá una tercera acepción en "Smoke", el primer capítulo de la flamante cuarta temporada en la que Jimmy lidiará con las consecuencias de la muerte de su hermano. El duelo será complejo si recordamos la última conversación entre ambos, aquella en la que Chuck le confiesa que él nunca le importó demasiado, el perfecto corolario de esa relación en la que Jimmy se exponía para ser traicionado por alguien que siempre se creyó moralmente superior. La evidencia más notoria de que Better Call Saul es, en efecto, una serie triste, la encontramos en que la transición de Jimmy a Saul no estará motivada ni por la ambición ni por el dinero. Es su hermano quien le quita los cimientos y lo conduce a la profecía autocumplida. "Puedo cambiar", le dice el menor de los McGill. "No, vas a seguir lastimando a la gente", le contesta su hermano. Al cerrarle la puerta a Jimmy, Chuck lo está dejando entrar a Saul.
*Breaking Bad, la referencia inevitable que se vuelve prescindible
Gilligan y Gould saben que la irresistible tentación de resucitar a los más queridos personajes de Breaking Bad va a contramano de su nueva creación. Better Call Saul no es un drama ostentoso, y los guiños al espectador, cuando se producen, son casi imperceptibles. Como consecuencia de ésto, la manera en la que esos rostros familiares ingresan a la serie es orgánica, funcional y astuta. No es arbitrario que, por fuera de la constante presencia de Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), haya sido Tuco Salamanca (Raymond Cruz) el primer invitado a este micromundo. Tuco abre el juego para que luego nos encontremos con Hector Salamanca (Mark Margolis), quien inevitablemente nos conducirá al villano por excelencia de Breaking Bad, Gustavo Fring. El personaje que interpreta Giancarlo Esposito hace su entrada a Better Call Saul recién en su tercera temporada, y Gilligan es el hombre encargado de dirigir esa viñeta. La forma que elige para hacerlo es sintomática de esa impronta inconfundible de la serie. En Los Pollos Hermanos, Jimmy espera a Gus y la cámara capta su ansiedad en primer plano. Detrás suyo, fuera de foco y con camisa amarilla, un hombre barre el piso y no lo hace de cualquier modo. Su meticulosidad es lo que capta la atención. Gus vuelve con sus idiosincrasias y no necesita de una introducción rutilante.
Ese efecto dominó de Better Call Saul - un personaje nos conecta con otro en un loop infinito - se suscitará con mayor velocidad en su regreso, que también estará marcado por la figura de Lydia Rodarte-Quayle (Laura Fraser), otra de las aristas de ese imperio de la metanfetamina con la que Walter White (Bryan Cranston) se enfrentaba en Breaking Bad. ¿La llegada de Lydia nos indica que Hank Schrader puede aparecer en su rol de agente de la DEA? El interrogante importa y al mismo tiempo es irrelevante. Si algo supo hacer Better Call Saul es recurrir a Breaking Bad cuando la narrativa lo demandaba, logrando así una tarea que parecía imposible: que los fanáticos de la serie protagonizada por Cranston y Aaron Paul disfruten del camino de Jimmy McGill sin requerir la presencia de caras conocidas. Por lo tanto, si bien la construcción de Saul Goodman amerita un cambio de tono, el entramado también involucra a personajes autónomos al universo de Breaking Bad, desde Nacho Varga (Michael Mando) hasta Kim Wexler (Rhea Seehorn, un gran hallazgo de la serie).
*Una serie para el espectador paciente
Otra de las marcadas diferencias entre Better Call Saul y Breaking Bad es el manejo de las expectativas. A pesar de que en la primera nos encontrábamos con un Heisenberg extremadamente calculador, el vértigo llevaba la batuta. Por el contrario, en Better Call Saul Gilligan apuesta por un nivel de detalle que hila más fino, y que va siempre de menor a mayor. Todos los personajes desarrollan sus respectivas tareas sin presura, y del otro lado el espectador aguarda el inevitable estallido. Esto lo pudimos observar en la obsesión de Kim, colega y novia de Jimmy, quien trabaja sin descanso en un gran caso que llega a sus manos, sacrificando horas de sueño y eventualmente precipitando un accidente. Lo mismo podemos decir de Mike, quien elabora sus planes criminales con esa paciencia que despuntaba en Breaking Bad, y que en Better Call Saul se pone de relieve constantemente. Ese hombre de palabra es también un observador nato, y no hará su movida hasta no estar seguro de qué lo espera del otro lado.
De todas maneras, es en Jimmy en quien vemos con mayor claridad esa precisión para manejarse. Gilligan, Gould y su equipo de guionistas le dedican episodios enteros al fascinante mecanismo de esas artimañas que oscilan entre el engaño a un grupo de ancianas para obtener beneficios de una demanda colectiva, y el castigo a su hermano cuyo costo termina siendo altísimo. No es casual que, en una de las últimas escenas de la tercera temporada, Jimmy y Kim vean compulsivamente Matar a un ruiseñor. Ella siempre soñó con ser Atticus Finch y hacer del mundo un lugar más justo. Jimmy, en cambio, reconoce que su hermano siempre fue Atticus, reforzando así su complejo de inferioridad. Horas más tarde, termina resignando dinero para ayudar a una de esas ancianas víctimas de su ardid, se dedica a cuidar a Kim, y se propone mirar hacia adelante y no hacia el costado. Pero al hablar de Better Call Saul, sabremos que indefectiblemente habrá un desvío.
La muerte de Chuck no solo alterará los deseos de Jimmy en la cuarta temporada sino que lo pondrá de cara al ineludible momento - si es que es válido rastrear solo uno - en el que las palabras de su hermano vuelvan para atormentarlo y para empujarlo a erigir a Saul. "Tiene un buen corazón, pero no puede evitarlo, y nos deja a los demás juntando sus pedazos".
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