Netflix: en AJ and the Queen, RuPaul sale de su zona de confort, pero pierde carisma
AJ and the Queen (Estados Unidos, 2019). Creada por: RuPaul Charles y Michael Patrick King. Elenco: RuPaul Charles, Izzy G., Michael-Leon Wooley, Josh Segarra, Tia Carrere. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.
Con AJ and the Queen, la serie de Netflix creada por el drag queen RuPaul Charles -responsable y host del épico reality RuPaul's Drag Race, que también se puede disfrutar en la plataforma de streaming-, el actor y cantante busca salirse de su zona de comodidad, más allá de los evidentes paralelismos que podemos trazar entre un proyecto y el otro, pero lo hace con resultados desparejos.
RuPaul interpreta a Robert Lincoln, un hombre que trabaja como drag queen bajo el nombre Ruby Red, quien por años estuvo ahorrando para abrir su propio club junto a su pareja y socio. Sin embargo, cuando llega el momento de firmar el contrato y empezar una nueva etapa, su novio escapa con el dinero, y Robert busca recuperar al menos una parte para estabilizar su vida. Como el título de la serie lo indica, "la Reina" no estará sola en ese viaje de reconstrucción. AJ (Amber Jasmine, interpretada por Izzy G., un desacierto de casting), una niña abandonada por su madre, se sube intempestivamente a su casa rodante y le pide que la lleve a la granja de su abuelo en Texas. De esta forma, ambos emprenden un recorrido por los Estados Unidos, donde Ruby Red participa de concursos de drag, mientras que AJ lucha contra el deseo de volver a ver a su madre (y de no querer verla al mismo tiempo).
Cuando RuPaul despliega su carisma en las secuencias musicales, la serie brilla. Desde el vestuario hasta los pormenores de los certámenes en los que participa -en muchos episodios aparecen famosas drag queens de su reality haciendo papeles menores-, notamos cuál es el fuerte de él como showrunner y las razones detrás de su éxito. Sin embargo, cuando intenta bucear en el terreno melodramático, AJ and the Queen simplemente no funciona. Las charlas entre los protagonistas no solo parecen refritos de otras producciones sino que su naturaleza didáctica les quita espontaneidad y urgencia narrativa. Como consecuencia, si bien se celebran esos momentos en los que se habla de identidad de género y orientación sexual, no resultan cohesivos con la historia general, más bien viñetas agregadas de manera forzada.
Otro gran problema de la serie es su excesiva duración. Los 10 capítulos de una hora comparten la misma estructura anodina: RuPaul y AJ llegan a una ciudad, él participa de un concurso, ella trabaja en sus problemas de conducta, y en el medio transforman la vida de algunos de sus habitantes. Sin dudas, Charles y King se inspiraron en Reyes o reinas -ese brillante largometraje en el que tres drag queens llegan a un pueblo y causan una revolución-, pero sin la profundidad de la película comandada por Patrick Swayze, John Leguizamo y Wesley Snipes.
Asimismo, hay una subtrama ligada al exnovio criminal de Robert que lo persigue junto a su jefa (Tia Carrere en clave camp) que es demasiado caricaturesca y disonante con el recorrido de la dupla central. Es evidente que AJ and the Queen quiere abarcar muchas historias y equilibrar diversos tonos, al punto tal de convertirse en un pastiche. Con excepción de la actuación de Michael-Leon Wooley (Louis, mejor amigo de Robert) y de los cuadros musicales protagonizados por Charles, el debut en ficción del famoso drag queen es un experimento edulcorado que tampoco termina de definir su audiencia, y en el que su protagonista trastabilla como actor dramático.
La primera temporada de
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