Netflix: 1899, la nueva serie de los creadores de Dark, es un relato sobrenatural atestado de subtramas
La nueva ficción de Baran bo Odar y Jantje Friese para la plataforma está ambientada en un barco a la deriva donde suceden eventos extraños y colisionan diferentes mundos
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1899 (Alemania, Reino Unido/2022). Creadores: Baran bo Odar, Jantje Friese. Elenco: Emily Beecham, Aneurin Barnard, Andreas Pietschmann, Miguel Bernardeau, Clara Rosager, Maria Erwolter, Yann Gael. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Cuando en 2017 se estrenó Dark, la primera producción alemana de Netflix, se percibía una ambición visual y narrativa de la dupla Jantje Friese-Baran bo Odar que siempre encontraba la forma de no desbocarse. Si teníamos en cuenta que aquella ficción tomaba como disparador la desaparición de un niño, la investigación no-lineal para dar con su paradero, guiños a largometrajes ochentosos, y un entrelazamiento intrincado y fascinante de sus múltiples personajes, que Dark haya mantenido a la audiencia cautiva por tres perfectas temporadas es un logro en sí mismo. En esa ocasión, los showrunners no reposaron en su complejo entramado ni tampoco mostraron signos de autoindulgencia. Por el contrario, el viaje de Dark, á la Twin Peaks, era inmersivo porque la precisa construcción de sus personajes generaba un interés respecto de los caminos por seguir.
Este jueves, la plataforma de streaming estrena la flamante ficción de los creadores de Dark quienes, aunque hayan intentado emanciparse de su gran éxito, también establecen varios puntos de contacto entre ambas producciones. 1899, en cambio, adolece de la suma de narrativas que en ocasiones resultan gratuitas, con tan solo seis episodios para dar a conocer un amplio abanicos de personajes. La ficción, ambientada de manera excluyente en un barco a vapor, el Kerberos, nació de la idea de la dupla creativa de hermanar no solo a individuos con disímiles traumas a cuestas sino también a tripulantes nacidos en distintos países (y con realidades socioeconómicas contrapuestas) como Francia, Polonia, Dinamarca y España, por mencionar solo algunos.
1899 se presenta como una serie multilingüe en la que sus actores hablan en su idioma natal, desde la británica Emily Beecham hasta el valenciano Miguel Bernardeau, más conocido por su rol en otra serie de Netflix: Élite.
En el primer episodio ya percibimos cómo la ficción busca hacer una suerte de paneo de sus personajes, una apuesta arriesgada que implica un compromiso con cada uno de ellos. Para el cuarto capítulo, son muy pocos los que despuntan con una “historia de origen” atractiva, como el caso del capitán del barco, Eyk Larsen (el alemán Andreas Pietschmann), de Ling Yi (Isabella Wei, en una bienvenida actuación sin afecciones) como una geisha en constante estado de opresión, y de Maura Franklin (Beecham, excelente como siempre), una médica que se enfrenta a los prejuicios masculinos en el momento de ejercer su profesión cuando el viaje a Nueva York que emprende el Keberos empieza a enrarecerse. 1899 reúne a sus personajes cuando ellos mismos -quienes eluden la interacción con terceros por los demonios que acarrean- no hallan otra alternativa más que la de diseccionar por qué, cuatro meses después de su desaparición, el infame barco Prometeo se aproxima con un pedido de auxilio al que muy pocos quieren atender.
Al igual que Dark, los personajes se encuentran encerrados en un micromundo que solo podrán destrabar si indagan en lo que acontece en otro plano. En este caso, en ese barco a la deriva cuyo único sobreviviente es un niño. La presencia disruptiva del pequeño es el puntapié de esa fusión entre pasado y presente, cuando las vivencias más abyectas de esos emigrantes dejan de ser un recuerdo abstracto para cobrar peso y, con aplomo, atormentarlos en ese escenario en el que cada recoveco parece esconder símbolos que los interpelan. En sintonía con esto, cada capítulo de 1899 concluye con un montaje en el que se nos revela un hecho con una canción que hace que cada tragedia adquiera una proporción épica, uno de los sellos de los showrunners.
Si bien la sucesión de interrogantes es lo suficientemente subyugante como para no perder el interés, la sobreabundancia de historias diluye el concepto, que apunta precisamente a englobar a individuos que abordaron ese barco en pos de un futuro libre de ataduras y restricciones (hay un claro diálogo con la actual coyuntura, aunque de trazo grueso). Lo que parecía ser el subtexto de 1899 se termina convirtiendo en el eje central cuando la acumulación de enigmas sin respuestas y juegos mentales se tornan tediosos y hasta simplistas, como si la ficción nos estuviera forzando a entregarnos a viñetas surrealistas inconexas y repetitivas sin razón aparente.
Por lo tanto, a medida que ciertas incógnitas se van resolviendo, lo que queda en pie es la humanidad de los personajes que las sostienen, solo que la mayoría entran y salen de escena de manera apresurada y sin mucho para decir.
1899 ya se encuentra disponible en Netflix.
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