Fantasmas e influencers: Naturaleza muerta, la nueva comedia de terror argentina que llega a Space
Los actores Manuel Fanego e Inés Efrón hablaron con LA NACION acerca de la ficción que llega al ciclo Horrorama, para celebrar el mes de Halloween
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Octubre es el mes de Halloween y por ello el horror parece vestirse de fiesta e inundar todas las pantallas. Como parte de esa celebración y principal apuesta del ciclo Horrorama del canal SPACE, llega Naturaleza muerta, una serie argentina que explora la extraña encrucijada entre el mundo de los fantasmas y el de las redes sociales.
Julián (Manu Fanego) asiste al entierro de su padre (Ernesto Claudio), homenajeado como un inventor visionario y un empresario audaz del mundo contemporáneo. Entre las lágrimas de la despedida, las palabras del orador se mezclan con un eco de ultratumba: el ringtone que anuncia un extraño portal hacia el mundo de los muertos. Creada por Sofía Szelske para WarnerMedia y Utópica Media, Naturaleza muerta transita los contornos de esa nueva realidad que se abre para Julián, un youtuber algo inexperto que descubre en las secretas invenciones de su padre el camino para un inesperado encuentro con lo desconocido.
El terror y la comedia han cruzado sus caminos con clara autoconsciencia desde las experiencias de Wes Craven con Scream en los años, 90, década en la que el terror encontró en la parodia y el humor un vital ejercicio de reinvención después de un largo desgaste tras secuelas y epígonos de su éxito. Aquí Szelske, guionista y showrunner de la producción, esquiva la tradición del slasher y el terror más cercano al gore para recuperar el espíritu del gótico, con sus fantasmas y mansiones encantadas, a través del escenario mundano de la tecnología. Julián encuentra en ese espacio que le deja su ego como influencer un extraño ejercicio de reconciliación, con los hallazgos de su padre, los inesperados habitantes de la casa familiar y ese anhelo de ser alguien en un tiempo de famas efímeras. Su amiga Cruz (Inés Efrón), compinche terrenal de esa travesía, también emprende su propio camino de reencuentro, hacia el recuerdo de su abuelo querido, hacia un mundo que combina la nostalgia con el ridículo, con el sarcasmo que envuelve a los interrogantes más angustiantes en un velo de humor liberador.
“Lo que siempre me atrajo del terror fue su lado bizarro, cercano al ejercicio de la parodia, que resulta tan divertido”, explica Manu Fanego (actor del grupo teatral Los Bla Bla, músico y clown) en charla con LA NACION, a propósito del estreno de la serie. “Creo que eso fue lo que me condujo inicialmente al universo de Naturaleza muerta, que recurre a la comedia como forma de deconstruir las claves del terror, de jugar con sus coordenadas, ponerlas en crisis para invocar el interés del espectador. Frente a los estereotipos del género, la serie asume un universo fascinante y al mismo tiempo algo aterrador que es el de las redes sociales. El avance de la tecnología sobre la vida del ser humano, que resulta tan real en el día a día, acá aparece desde la sátira y al mismo tiempo invita a la reflexión en torno a su poder e influencia. Hablar de la responsabilidad que conlleva el uso de las redes de manera divertida, en clave de géneros como el terror y la comedia, permite asumir la discusión sin convertirla en un discurso solemne, una pancarta o una bajada de línea”. Los guiños al cine de fantasmas, la concepción de la tecnología como portal al más allá y el retrato irónico del circuito de celebridades e influencers que inauguraron las redes sociales se amalgaman en una historia que une a los personajes con su pasado, con su memoria más allá de la inmediatez de esa fama anhelada.
“Me resultó interesante –destaca Inés Efrón, la otra protagonista de Naturaleza muerta- cómo desde el guion las situaciones más emocionales, que ponían a Cruz, mi personaje, en relación con sus afectos, sus pérdidas, estaban jugadas desde el humor. Siento que el humor está en todas las situaciones de la vida, nunca puedo ver nada que tenga profundidad emocional sin que me dé un poco de risa, o que me parezca un poco absurdo. Por eso a la hora de actuar el humor y las emociones vienen de la mano”.
El registro inesperado de los fantasmas no solo se convierte en el alimento perfecto para ese anhelo de novedad y excepción que parece impulsar la carrera de Julián como influencer, sino que permite a Cruz recuperar el vínculo con su abuelo, poeta maldito renacido en su obra inconclusa, en sus recuerdos dispersos, en ese lazo que reescribe con su nieta teñido de los hallazgos más divertidos. “Me gusta acercarme de un modo virginal, podríamos decir, a cualquier tipo de universo o lenguaje con el que voy a tener que convivir en la interpretación”, continúa Efrón. “Es mi estrategia para vincularme con los códigos preestablecidos que tiene en general el mundo de la ficción, tanto en televisión como en cine. Y si bien no soy una consumidora del terror como género, porque me asusta y siempre intento disolver los temores en mi vida, lo estimulante del viaje de mi personaje es esa condición de sostén terrenal, que afirma en la realidad al personaje de Manu y que también explora sus propios misterios”.
La serie conjuga varios opuestos: el gótico y la comedia, la vida y la muerte, el mundo contemporáneo de las redes y el universo ancestral de los fantasmas. Y eso se pone de manifiesto en los mismos espacios del rodaje: por un lado la casa familiar de Julián, en la que habitan los recuerdos y que se convierte en ese puente entre el presente y el pasado, y luego los espacios exteriores que se convierten en ejercicio de la comedia negra, sobre todo en una secuencia en la que Cruz y Julián visitan un cementerio para invocar a un fantasma para un vivo en Instagram.
“El rodaje en el cementerio fue una de las últimas jornadas de trabajo y resultó muy divertida para todos los que participamos. Ofreció un claro contrapunto de lo que había sido la experiencia en la casa, que había concentrado muchos días, que había establecido un tono para el relato, más claustrofóbico, heredero de alguna manera de las claves del terror. En el cementerio nos permitimos expandir ese mundo cerrado, cruzarlo con la parodia, la comedia negra, vivirlo como una especie de excursión liberadora”, destaca Fanego.
El cementerio de Naturaleza muerta recuerda aquel espacio clave del gótico consagrado por Mary Shelley en su novela Frankenstein y recuperado en clave de comedia camp por James Whale en La novia de Frankenstein (1935) y ya decididamente desde la parodia por Mel Brooks en El joven Frankenstein (1974). Un territorio ominoso y sagrado, descubierto como caja de resonancia de los miedos, lugar para ir a buscar la materia misma de los fantasmas. Szelske juega allí con esas tradiciones, convierte al fantasma de la joven Rufina Segovia (Rocío Muñoz) en un paso de comedia, las tumbas en un escenario para el espectáculo de la cámara, el portal en un camino de reencuentro con los amores perdidos en la Historia. “La escena del cementerio –completa Efrón- establece de alguna manera ese cruce de tonos: hacer chistes sobre las tumbas, jugar a los fantasmas filmando hasta altas horas de la noche. Sintetiza la propuesta de Naturaleza muerta: no solo asumir el humor como refugio para lidiar con los asuntos trágicos de la vida, sino también invitar al espectador a compartir esa mirada que nos lleva a pensar sin dejar de reírnos”.
Concebida en diez episodios de diez minutos cada uno, la serie encuentra su forma perfecta en relación al mundo que aborda, que son las redes sociales, su lenguaje, esta relación vertiginosa entre lo privado y lo público. “Es la primera vez que participo en un modelo de serie de episodios cortos y para mí fue todo un descubrimiento”, revela la actriz cuya experiencia se concentra en el cine. “El formato permite una gimnasia para los actores a la hora de construir las escenas y llevarlas a cabo que resulta liberador. El ritmo es más rápido, algo que después se puede corroborar en el montaje, y nutre a la interpretación de ese mismo impulso. Me parece que es un ejercicio de síntesis narrativa, que logra concentrar la historia en lo esencial, sin desvíos”.
De alguna manera, los episodios asumen esa misma energía que tiene la comunicación actual, mezcla de urgencia y voracidad, que anima a los actores y los lleva a adentrarse en lo desconocido con cierta inconsciencia. También permite una osadía que está en sintonía con estos tiempos, con esa exigencia de asumir nuevos riesgos.
SPACE estrena la serie Naturaleza muerta este jueves 21 de octubre, a las 22
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