Muertos para mí: volvió la comedia más irreverente que quizás te estés perdiendo
*Atención: esta nota contiene spoilers de la primera temporada de Muertos para mí
Muertos para mí se estrenó en Netflix hace poco más de un año, y podríamos decir que pasó inadvertida ante comedias de mayor popularidad como Unbreakable Kimmy Schmidt, Grace and Frankie y Sex Education, por mencionar solo algunas propuestas del género originales de la plataforma de streaming.
La serie creada por Liz Feldman -con producción de su coprotagonista Christina Applegate, y de ese gran combo creativo que es el del actor Will Ferrell y el cineasta Adam McKay- se presentó, ya desde su primer episodio, como una comedia negra feminista que iba a derribar lugares comunes a su paso. Y así lo hizo. La premisa parecía, a simple vista, augurar todo lo contrario: que estábamos ante refritos de líneas argumentales telenovelescas, con Amas de casa desesperadas como ejemplo a citar. Si bien es cierto que bajo la superficie hay un coqueteo con aquella producción de Marc Cherry, Muertos para mí se fue alejando de las referencias para encontrar su propio ritmo, sus propias temáticas y, sobre todo, su propia dinámica actoral.
La química no se ensaya, por lo cual, en su primera temporada, la unión de Applegate con Linda Cardellini fue como arrojar un dado y esperar lo mejor. Afortunadamente para la serie, las actrices -ya talentosísimas por separado- demostraron que podían generar juntas esa chispa que hizo que todo se acomodara. Muertos para mí comenzó mostrándonos cómo Jen (Applegate) y Judy (Cardellini) se conocen en un grupo de autoayuda para sobrellevar el duelo. En el caso de la primera, la muerte de su esposo en un accidente de tránsito. En el de la segunda, la pérdida de varios embarazos. Con el correr de los 10 episodios fuimos advirtiendo que la estructura de la comedia era la de patear el tablero con el factor sorpresa como arma. Para que esto llegue a buen puerto, se necesitaba de un personaje que funcione como el enigma a dilucidar. Y ese personaje fue siempre Judy.
Con esa mezcla de fragilidad y dulzura, Cardellini interpreta a la perfección a una mujer dócil que busca ayudar a Jen por la culpa de haber sido la responsable de la muerte de su marido. Más allá de ese giro -y de la esperada reacción de la otra parte ante el eventual descubrimiento-, Muertos para mí supo construir una amistad en la cual ese componente policial pasó inevitablemente a un segundo plano. ¿El foco elegido? La simbiosis entre dos mujeres igual de quebradas, diferentes en carácter, destinadas a complementarse.
La segunda temporada que llegó a Netflix el viernes ratificó ese punto clave de la comedia, al abordar la amistad de sus protagonistas como si se tratara de una historia de amor, algo poco habitual en la TV actual. Los 10 nuevos capítulos de la serie retoman la acción desde donde finalizó la primera temporada, por lo cual hay otro conflicto de urgencia que Jen y Judy deberán resolver en medio de una disputa. Si algo quedará claro es que no pueden vivir la una sin la otra, y de esa realidad se desprenden todas las subtramas donde, nuevamente, las irreverentes vueltas de tuerca se van pisando unas con otras. En esa apuesta, algunas funcionan mejor -James Marsden no termina de integrarse en este regreso; mientras que el romance que vive Judy con una mujer es narrado sin explicaciones innecesarias sobre la orientación sexual-, al tiempo que se percibe una presión por dejar la puerta abierta para una tercera parte que, de concretarse, en términos argumentales debería ser la última.
Sin embargo, Muertos para mí tiene ese brillante ida y vuelta entre sus protagonistas que será difícil de soltar. En esta oportunidad, Applegate demuestra por qué obtuvo su merecida nominación al Emmy el año pasado, y Cardellini demuestra por qué debió haberla obtenido también. Hay algo conmovedor y reconocible en escuchar a dos personajes -y no a dos caricaturas- aconsejarse respecto a qué es lo mejor para sus vidas cuando todo parece derrumbarse a su alrededor.
Ese es el corazón de esta serie que, si bien es entretenida y maratoneable por los ribetes policiales, se disfruta principalmente por cómo nos interpela sobre la complejidad de la amistad y lo anómalo que es construir una que sea tan honesta como perdurable.
Dónde verla. La segunda temporada de
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