La popular comedia británica hizo de su protagonista una estrella internacional, en el marco de un show que de una u otra manera, siempre regresa a la pantalla chica
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El sueño de Rowan Atkinson no era la comedia, y aunque le gustaba la actuación, esa actividad la comprendía como un hobby y no mucho más. El intérprete británico nacido en 1955, luego de ir al colegio (y ser compañero de Tony Blair), ingresó en la prestigiosa universidad de Oxford con la intención de obtener una licenciatura en ingeniería eléctrica. Hasta que el destino lo llevó al inesperado desafío de improvisar una breve actuación que fue clave para su futuro. “En mi primer año en Oxford, me preguntaron si podía hacer un sketch para un show en el teatro local, pero yo nunca había escrito nada” confesó Atkinson en una oportunidad, y detalló: “No era naturalmente un guionista, así que me las tuve que ingeniar para inventar en 48 horas algo que durara unos cinco minutos. Entonces me paré frente al espejo, y empecé a hacer toda clase de muecas. Y de una manera surreal, extraña, comenzó a surgir un personaje que no hablaba”. En ese instante, Atkinson no sabía que estaba por crear a un ícono que algunos años después, se llamaría Mr. Bean.
Abrazar la comedia
El ingeniero eléctrico decidió mudar su piel, y abandonó esa profesión para dedicarse cien por ciento a la posibilidad de actuar. Así comenzó un camino que lo llevó a trabajar en Estas no son las noticias de las nueve, un ciclo que duró apenas tres años, entre 1979 y 1982, pero que se consolidó como una pieza de culto para los amantes de la comedia inglesa. En los años posteriores, Rowan trabajó brevemente en otras propuestas casi siempre vinculadas al humor, y su cara era cada vez más familiar para el público televisivo. Durante toda esa época, el actor pensaba en crear a un personaje que se apoyara principalmente en el humor físico, y que le permitiera explorar un histrionismo no verbal. Y esa idea fue la que se reunió a charlar con Richard Curtis, un conocido productor, guionista y director inglés (Cuatro bodas y un funeral, Realmente amor, Un lugar llamado Notting Hill).
Curtis y Atkinson trabajaron en el concepto de un personaje llamado Mr. Cauliflower, que iba a protagonizar distintos sketches de comedia física. Atkinson se entusiasmaba ante la posibilidad de explorar ese tipo de gags, porque le significaban homenajear a uno de sus máximos ídolos: “Mi interés en la comedia física surgió cuando descubrí una película de Jacques Tati titulada Las vacaciones del señor Hulot. Simplemente ese film me tocó una fibra. Lo admiré profundamente porque presentaba una actitud intransigente para con la comedia, y el escenario también era algo que me resultaba admirable”. Con ese disparador en mente, el actor modeló a su protagonista, ahora renombrado como Mr. Bean, a partir de Tati, pero dándole una corporalidad extraña, como si se tratara de un extraterrestre (según algunas versiones, Mr. Bean es un alien, y por ese motivo es que cada episodio abre con una imagen del personaje que cae desde el cielo).
Enero de la suerte
Detrás de la mudez de Bean había dos grandes razones. Por un lado, Atkinson sufría de un tartamudeo que lo mortificaba mucho en el momento de actuar, y por ese motivo lo seducía enormemente la posibilidad de hacer humor prácticamente mudo. En segundo lugar, los sketches en los que había tan poco diálogo, tenían grandes posibilidades comerciales, ya que el programa se podía vender a otros países, requiriendo un proceso de doblaje mínimo.
Con el guion listo, la filmación del piloto se realizó durante 1989, con la intención de estrenarlo en diciembre. Sin embargo, por cuestiones de programación el episodio se emitió el 1° de enero de 1990. Ni a Atkinson ni a Curtis los entusiasmaba mucho esa fecha, porque creían que la gente no iba a estar muy atenta a la televisión, y la preocupación de ambos era que el capítulo pasara sin pena ni gloria. Pero eso no sucedió.
El debut de Mr. Bean tuvo una recepción mucho mejor de la esperada, y la producción pudo poner en marcha un nuevo capítulo, que llegó en noviembre de ese año, y una tercera entrega el 1° de enero de 1991. En este punto cabe destacar que al tratarse de un producto de la televisión británica, los conceptos de temporada son muy distintos a los de Estados Unidos, y los capítulos entraban en producción de forma muy espaciada. Hasta 1995 se emitieron un total de quince episodios, muchos de ellos cada Año Nuevo, fecha que se convirtió en la cábala oficial del show. A lo largo de esa época, Mr. Bean se consolidó como un clásico de la televisión inglesa, Rowan Atkinson ganó una popularidad impensada y el ciclo se consagró como un fenómeno inmediato, con casi veinte millones de personas que miraban cada uno de sus episodios estreno.
Mr. Bean conquista el mundo
Frente al éxito en su país de origen, los productores comenzaron a negociar la venta de la ficción a otras latitudes. Así comenzó una bola de nieve que hizo de ese personaje un emblema de la comedia, en los más de cien países en donde se emitió el ciclo. Atkinson no daba crédito del interés que suscitaba su creación en tantos lugares, y el público mundial caía rendido ante su ingenioso humor. El termómetro más inmediato que evidenció esa fama, se comprobó a través de la notable cantidad de publicidades que tenían a Bean como protagonista, pasando desde caramelos y hasta automotrices. Peter Bennett Jones, uno de los productores ejecutivos del show, aseguró sobre ese boom: “Creo que ninguno de nosotros pudo anticipar el suceso y la longevidad que tendría esta serie. Y teniendo en cuenta la cantidad de años que pasaron desde su estreno, Mr. Bean ha sido muy generoso con todos nosotros, así que resulta imposible no amarlo”.
A pesar de que la producción de nuevos episodios había culminado, Atkinson seguía muy interesado en protagonizar más historias del curioso hombre. Y atento a la demanda del público, en 1997 llegó el primer largometraje de Mr. Bean, que se estrenó a nivel mundial con mucho éxito. Luego de una versión animada que contó con 130 capítulos, en 2007 el personaje regresó por segunda vez a la pantalla grande en Las vacaciones de Mr. Bean, otro importante suceso de taquilla. Y después de otras apariciones esporádicas, en 2018 se estrenó un ciclo de cortos producidos para YouTube, titulados Handy Bean, que si bien tienen poco que ver con el espíritu de la serie original, al menos permiten reencontrarse con el extravagante personaje.
La simpleza de sus argumentos, la calidez de algunos pasajes y el prodigioso talento de Atkinson para la comedia física, hicieron de Mr. Bean un clásico de la televisión de los 90. El entusiasmo con el que el público de todos los países recibía las desventuras de este curioso hombre, fue motivo de grandes alegrías para Atkinson, que dijo sobre su criatura: “Creo que Bean es un anarquista por naturaleza. Pero al mismo tiempo, es un personaje autosuficiente, porque está tan metido para adentro, es tan egoísta y tan egocéntrico que no necesitás de nada más para construir algo gracioso con él”. Y esa fórmula engañosamente sencilla, es la que hizo de Bean un ícono de la comedia.
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