Monty Python Flying Circus: humor de “dudoso gusto” que sufrió censura, un conflicto que derivó en una inesperada renuncia y la huella que dejó en pantalla
A finales de los años sesenta, un grupo de comedia británico protagonizó un programa de sketches que dejó su marca en la forma de hacer reír en TV
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Los Monty Phyton despiertan o un amor incondicional o la indiferencia absoluta. Pese a los más de cincuenta años que tiene su serie Monty Python Flying Circus, su estilo de humor no deja de ser vanguardia, y los espectadores que no pueden evitar la risa ante cada absurdo paso de comedia son observados con incredulidad frente a aquellos que no comprenden el código británico. Porque el de este sexteto es un mundo al que se entra o no, sin medias tintas, y quizá por eso es que consiguieron protagonizar uno de los mayores hitos de la comedia en televisión.
Los dueños del circo
Así como el azar cruzó a John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, una mística similar se produjo en la reunión de estos seis compañeros de ruta. Terry Jones y Michael Palin formaban parte del grupo de comedia Oxford Revue, un movimiento que se fundó en los años cincuenta y que estaba integrado principalmente por estudiantes de esa universidad. Allí conocieron a Graham Chapman, un joven alumno de medicina con un ingenioso sentido para la comedia, y a John Cleese, un estudiante de derecho. El grupo luego entabló relación con otro joven llamado Eric Idle, perteneciente a la universidad de Cambridge. En simultáneo, Cleese conoció a un estadounidense llamado Terry Gilliam, que trabajaba como ilustrador y diseñador en la revista Help.
La reunión de los seis Python llegó a través de una oferta desde la BBC, en la que le propusieron a Chapman y a Cleese un programa de humor con ambos como protagonistas. A Cleese le interesaba el proyecto, pero deseaba trabajar con más colaboradores, y así sugirió la posibilidad de sumar a Palin, con el que había actuado en el especial televisivo How to Irritate People. Palin aceptó, pero bajo el pedido de convocar también a Jones y a Idle. Ambos se sumaron, e Idle recomendó contar con Gilliam, para darle el rol de animador dentro del ciclo. De ese modo, el sexteto comenzó a trabajar en un programa que ni siquiera tenía nombre.
En la primera reunión, los comediantes no tenían una idea muy acabada sobre el tipo de programa que querían hacer. Por ese motivo, le dieron algunos conceptos muy vagos a los ejecutivos de la BBC, y según contó John Cleese, solo supieron decirles que su propuesta iba a ser la de “hacer comedia con algunos elementos de parodia, y con algunas estrellas invitadas de vez en cuando”. La idea recibió luz verde, no tanto porque la cúpula de la BBC quedara fascinada con el proyecto, sino porque era un ciclo muy económico de producir: los seis comediantes iban a hacer casi todas las actuaciones.
Sin un nombre decidido, el sexteto empezó a organizar la escritura de los sketches, pero más que eso, pronto se hicieron famosos por merodear y pasárselo haciendo chistes por las oficinas de la BBC. De hecho, desde el canal les exigieron que su show llevara la palabra “circo” por el comportamiento que les había granjeado una dudosa fama en el canal. La palabra Flying la agregaron porque consideraban que parecía algo digno de la Primera Guerra Mundial, la idea del “circo volador” con el que se conocía al escuadrón de caza alemán con aviones pintados con estridentes colores y siempre dispuestos a hacer vertiginosas maniobras en el aire. Con respecto a Monty Python, su nacimiento fue la combinación de varias sugerencias: a Cleese le gustaba lo de Python porque sentía que hacía referencia a “una serpiente resbaladiza”, mientras que Idle pensó el Monty porque, todo reunido, sonaba como la identidad de un pésimo representante. De esa forma, nació el Monty Python Flying Circus.
El estilo Python y las inevitables censuras
Al momento de escribir, el grupo mantenía divisiones muy claras. Habitualmente Cleese y Chapman trabajaban por un lado, y Jones y Palin por el otro. Eric Idle prefería guionar de manera solitaria, mientras Gilliam se ocupaba de las piezas animadas que funcionaban como separadores entre sketches. Luego todos reunían sus ideas, y ensamblaban la estructura de cada uno de los episodios y cómo conectaban los distintos segmentos. Todos los Python coincidían en la necesidad de renovar la dinámica del humor y jugar con la elementos de la comedia anarquista. Debido a eso es que la primera decisión fue la de prescindir del remate al final en cada sketch, un recurso que al día de hoy le resulta muy complejo de digerir a una gran parte del público. El grupo quería un humor que fuera imposible de caratular, y de esa manera surgió la comedia pythonesca, en alusión a esos gags inclasificables.
Luego de varios meses de grabación, el 5 de octubre de 1969 llegó a la televisión británica el primer episodio de Monty Python Flying Circus, y como era de esperar, la propuesta dividió aguas. El humor políticamente incorrecto, el coqueteo con la sexualidad y algunos elementos considerados vulgares, fueron los ingredientes que levantaron ampollas en los sectores más tradicionales de la sociedad británica. Irónicamente, a pesar de parecer un humor burdo en su cáscara, los Python exigían un nivel cultural considerable en sus televidentes, y sus chistes podían contener guiños vinculados a la filosofía o la psicología.
Según algunas reuniones internas de la BBC, el grupo “superaba por mucho los límites de lo aceptable”, los sketches “se perdían en el sadismo de ese tipo de humor”, y los Monty Python “pedían a gritos una rápida cancelación”. Para colmo, el rating no era demasiado alto, por lo que el ciclo estaba lejos de garantizar su permanencia en la grilla de esa señal. Sin embargo, el Flying Circus logró levantar vuelo, pero bajo la lupa (y las tijeras) de la BBC. Desde esa señal, no terminaban de comprender el porqué de la gracia del show, y por ese motivo los ejecutivos del canal exigían recortes en algunos de los fragmentos de comedia.
A lo largo de la primera temporada, fueron muchos los sketches que debieron ser recortados por pedido de las autoridades de la BBC, aunque los Monty Python siempre lograban encontrar una vuelta para no sacrificar el espíritu de sus piezas. Cuando el segundo año de la serie comenzó en septiembre de 1970, el grupo tenía aceitado su proceso creativo, y su creciente éxito les permitió imponerse a los pedidos de recortes. De ese modo, los comediantes lograron una mayor libertad, que se tradujo en sketches enormemente inspirados.
La serie avanzaba con éxito, y en octubre de 1972 empezó una tercera temporada que, contra todos los pronósticos, estuvo muy cerca de ser la última. Inesperadamente, la responsabilidad de ese inesperado final no tuvo que ver con ejecutivos de la BBC, sino con un miembro del grupo.
Un final precipitado y un legado inigualable
Finalizada la emisión de la tercera temporada, y con 39 episodios a cuestas, John Cleese sorprendió a sus compañeros cuando les anunció que se retiraba. El comediante sentía que las ideas empezaban a repetirse, y que no aparecían buenos sketches. Pero al margen de esa excusa, Cleese estaba cansado de trabajar junto a Chapman, cuyos conflictos por consumo de alcohol afectaban la dinámica laboral. Chapman cada vez escribía menos, y se olvidaba constantemente sus parlamentos.
Frente a la repentina partida de Cleese, los cinco Python restantes solo hicieron una cuarta temporada de seis episodios, utilizando mucho material que ya estaba escrito (motivo por el que Cleese figuró como miembro del equipo de guionistas). De esa manera, el 5 de diciembre de 1974, el Monty Python Flying Circus se despidió de la televisión, aunque afortunadamente, esa no fue la última palabra de estos comediantes.
Debido al éxito de las repeticiones del programa, que se convirtió en un fenómeno cultural de alcance global, entre 1975 y 1983 los Python estrenaron tres películas de enorme calidad, piezas de culto que aún hoy son irresistibles. Se trata de Los caballeros de la mesa cuadrada, La vida de Brian y El sentido de la vida. Al margen de esa trilogía, el grupo también hizo un puñado de presentaciones en vivo. Durante las siguientes décadas, los miembros de Monty Python (juntos o separados) trabajaron en toda clase de proyectos, y todos ellos se convirtieron en verdaderos estandartes de la comedia.
Hace varios años, John Cleese declaró que el humor del Flying Circus había envejecido mal, y que son muy pocos los sketches que aún mantenían la chispa. Esa afirmación tomó por sorpresa a las muchas generaciones de fans de esa serie, que descubren y redescubren el inigualable pulso rebelde de esos pasos de comedia que parecen no haber perdido ni un ápice de frescura. Y alcanza con hacer un breve repaso, partiendo por ejemplos obvios que van desde Padre de familia a Cha Cha Cha, para comprender que sin ese sexteto, el humor televisivo nunca se hubiera animado a reírse de ese monstruo abstracto que es el denominado “buen gusto”.
Monty Python Flying Circus se encuentra completo en Netflix
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