Montaña Rusa: el semillero de talentos que encontró el éxito cuando coqueteó con el incesto
Nancy Dupláa y Gastón Pauls vencieron todo tipo de obstáculos dentro y fuera de la pantalla para volverse una de las parejas más populares de los 90 en una tira por la que nadie apostaba y terminó convirtiéndose en un clásico
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Nació para ayudar en el rating a Telenoche y puso el foco en las familias ensambladas, pero se volvió un suceso de audiencia cuando decidió enfrentar tabúes y proponer una pareja protagónica inesperada cuya química traspasó la pantalla y obsesionó a los adolescentes en la década de los 90. Con un elenco de recién llegados que se volverían figuras de las siguientes dos décadas de la televisión, Montaña rusa fue un trampolín pero también un verdadero infierno para sus protagonistas.
Una solución exitosa
Al comenzar 1993, Hugo Di Guglielmo -mandamás de lo que en ese momento se conocía como Canal 13- tenía un problema que lo desvelaba: el noticiero insignia de la emisora no lograba promediar un buen número de rating porque el ciclo anterior le dejaba un piso bajo de audiencia. Desde hacía años, Telenoche estaba consolidado a las 20 como uno de los productos estrella de su pantalla y contaba con mucho prestigio pero necesitaba mejorar sus marcas.
Aunque había probado con diferentes propuestas en los últimos dos años, el dilema al que se enfrentaba el programador era que no quedaba claro quién estaba del otro lado de la pantalla en el horario de las 18 no eran los más chicos, que por ese entonces consumían con pasión Chiquititas en Telefe al regreso de la escuela mientras merendaban, pero tampoco estaba aún reunida la familia entera en la cena, como sucedía a las 21, el momento de oro para las comedias como Amigos son los amigos o Grande, pa!
Di Guglielmo les ofreció, entonces, el desafío a Jorge Maestro y Sergio Vainman, autores de uno de sus éxitos nocturnos, La banda del Golden Rocket. Luego de pensarlo, decidieron recurrir a una vieja máxima de Hollywood: los ciclos más versátiles en audiencia son los que apuntan al público de 14 años, ya que atraen por igual a los que son más chicos pero también a los jóvenes hasta los 25. La fórmula distaba de ser científica pero tenía un antecedente local fuerte, lo que sucedía con la demografía de Jugate conmigo, el ciclo de juegos de Cris Morena.
Así nació Montaña rusa. La tira tenía en su corazón una situación que comenzaba a multiplicarse en el país en el comienzo de la década del 90: las familias ensambladas. En este caso era una madre separada con dos hijos que se iba a vivir con su nuevo amor, un padre divorciado que a la vez tenía un hijo joven. El episodio inicial mostraba, justamente, esta mudanza y el choque de cambios que se avecinaba, desde los propios de la convivencia hasta los de cualquier adolescencia.
De hecho, en algún momento el envío se llamó Las primeras mudanzas. El elenco juvenil lo encabezaban Gastón Pauls, en una estética “prestada” de los galanes de Beverly Hills 90210, y Nancy Dupláa, que nunca había actuado pero tenía pantalla gracias a acompañar a Julián Weich en el infantil El agujerito sin fin.
“Venía de hacer un ciclo infantil y cuando me convocaron al casting me encontré con un montón de gente que venía de agencias de publicidad, con modelos… Me sentí muy fea al lado de todos ellos. Pero me fue empezando a gustar esto de contar historias y me sentía bien”, recordó años más tarde Dupláa.
El programa también fue un debut para Pauls: “Me daba miedo no poder hacerlo bien. Hoy veo los primeros capítulos y está claro que no lo hacía bien. Cuando me salía mal una escena le pegaba piñas a los decorados y me fisuré un nudillo por eso. Era mucha la tensión y la presión. Me calmé una vez que mi madre me dijo ‘andá a jugar’”, reveló.
Sin demasiado presupuesto para lo que se sospechaba que sería otro fracaso en el horario de las 19, los productores eligieron un elenco de adultos sin nombres rutilantes pero con experiencia en tiras, como Horacio Peña y Beatriz Spelzini, y un grupo de adolescentes y jóvenes que surgieron de diferentes castings. En ese momento no lo sabían, pero la telenovela sería un semillero de talentos que seguirían en pantalla en los siguientes años como Diego Olivera, Betina O’Connell, Esteban Prol, Malena Solda, Claudia de la Calle, Diego Ramos y Sebastián De Caro.
En su búsqueda de un público amplio, la tira tenía a Mariana, el personaje de Dupláa, que vivía con sus amigas del secundario las aventuras de los adolescentes de aquel entonces y a Alejandro, que cumplía 20 años al comenzar el ciclo abandonando la carrera de abogacía porque su pasión era pintar, las temáticas de los jóvenes. En la trama original, los carriles de los hermanastros corrían en paralelo.
A pesar de lo difícil del horario, el arranque del programa fue bueno en números de rating y eso permitió que con el correr de los capítulos sus actores menos experimentados se ablandaran. Sin embargo, no lograba despegar y la razón parecía estar en que la pareja de Dupláa era Eric Grimberg, un ex Jugate Conmigo quien interpretaba al mejor amigo de su hermanastro.
“Cuando vimos el final del capítulo 16, es decir a poco más de tres semanas al aire, descubrimos que Mariana, escapando de su casa en una noche de tormenta, llegaba toda empapada y ansiosa a la cúpula donde vivía Grimberg y la respuesta, que debería haber sido de un inmenso amor, fue fría y distante. En un arranque de bronca, mezclada con preocupación, nos dijo que ‘a grandes males, grandes remedios’”, contaron Maestro y Vainman. Y comenzó la revolución.
Una decisión arriesgada
Expertos en tomar el pulso del público cuando aún no existía el rating minuto a minuto, los autores tomaron la decisión drástica de que el verdadero amor de Montaña rusa era el de Dupláa y Pauls: “Reescribimos los capítulos siguientes y decidimos desatar el romance entre los hermanastros y que choquen los planetas. Era una jugada de riesgo pero vimos que era la puerta de entrada a un conflicto familiar y social mucho más grande y que la química entre los actores no era ‘de hermanos’ sino de algo más y que podía funcionar”.
“Todo cambia y todos cambian” cantaba Hilda Lizarazu en la cortina de la tira que hacía Man Ray y era un poco lo que sucedía delante y detrás de escena. Porque mientras el rating subía, comenzó a rodar un rumor que terminó por sellar el éxito: el romance de los protagonistas, además, pasó de la ficción a la realidad y las revistas de chimentos encontraron una historia increíble para contar.
El éxito fue tan grande que los cortes comerciales de Canal 13 entre las 19 y las 20 comenzaron a ser muy requeridos. Di Guglielmo, de hecho, decidió subir su precio hasta igualar los del prime time nocturno y casi no tenían promociones de la propia emisora: todos los anunciantes querían estar allí.
El suceso también cambió la vida de los protagonistas: pasaron de ser virtuales desconocidos a tener que ser trasladados a todos lados en autos y camionetas para evitar el acoso de las fanáticas, al tiempo que sus vidas privadas comenzaron a ser el foco de atención de los programas de chimentos y revistas del corazón.
“Sufríamos mucho la exposición. Fue muy fuerte todo eso, no era sencillo pero lo llevamos bien. Lo que nos mantuvo a todos era ser amigos”, reconoció O’Connell, quien luego se alejó de la actuación cuando se convirtió en madre.
En ese mismo sentido, Solda recordó que era clave el clima con sus colegas: “Fue mi primer trabajo en televisión y mi primer trabajo en general. Estaba asustada, tenía un miedo muy importante y por suerte el elenco era muy buena onda y entre todos me dieron la confianza para hacerlo. Pero no estaba en mis planes, así que estaba un poco descolocada”.
Sin embargo, tanto exposición resultó ser una carga para Dupláa: “Yo sufrí mucho la exposición. Si ves los episodios te das cuenta, tengo una cara de traste tremenda. Disfruté muy poco Montaña rusa, lo que más me gustaba fue el grupo que armamos, hermoso, de alta contención. Pero yo no sabía manejar ese éxito, estaba como desamparada”.
El momento del adiós
Convertidos en la pareja adolescente del momento dentro y fuera de la pantalla, Dupláa y Pauls recorrieron todos los giros clásicos de las tiras televisivas y su vínculo se vio amenazado en la ficción por terceros y terceras, oposiciones familiares y hasta un frustrado casamiento que por suerte fue detenido justo antes de dar el sí.
El click definitivo para la actriz, por el que decidió terminar el ciclo tras dos temporadas, fue cuando un día se vio en el espejo del camarín llorando desconsoladamente antes de grabar una escena: “Era infeliz en pleno éxito. Tenía una culpa total por el éxito, por lo que me estaba pasando. En esos primeros dos años en Montaña rusa me peleé mucho con esa situación de ser mega popular de un día para otro viniendo del barrio que yo venía”.
El programa terminó en diciembre de 1995, luego de 432 capítulos en donde pasó de todo. La pareja de Dupláa y Pauls superó a la de Mariana y Alejandro y duró dos años más, siendo el centro de las revistas de chimentos y las juveniles de la época. Se sabe poco de la ruptura, que fue sorpresiva, y pocos meses después la morocha ya tendría nuevo novio: el entonces periodista deportivo Matías Martin.
“Nunca nos peleamos realmente, Con Gastón nunca dejamos de ser amigos y creo que jamás lo dejaremos de ser. Nos vemos con los chicos de Montaña rusa, con quien tenemos un chat. Él es el más melancólico y el que más material tiene, y nos manda fotos”, contó hace un tiempo.
Sin la pareja protagónica, Di Guglielmo creyó que la tira no podía seguir y decidió finalizarla. Maestro y Vainman no estuvieron de acuerdo pero no fueron consultados. “Fue una decisión errónea apoyada por una consulta incompleta, porque los jóvenes actores, aconsejados por una inexperiencia que los hacía suponer que el éxito está siempre a la vuelta de la esquina, no querían seguir porque decían que la historia estaba agotada… ¡desde un punto de vista no autoral! Y la productora estaba más preocupada por la amistad con los actores que por otra cosa y acompañó el capricho”, escribieron en su libro 36 años de historias de la televisión que todos vimos.
La necesidad de tener un producto fuerte antes de Telenoche continuó y los autores crearon otra historia pero intentando mantener la mística. En 1996 se estrenó Montaña rusa, otra vuelta, con nuevos personajes e historias en donde debutaron nombres que hoy son muy conocidos, como Facundo Arana, Denise Dumas, Julieta Cardinali, Sebastián Rulli, Coraje Ábalos, Juan Gil Navarro y Leonora Balcarce, pero que no logró el éxito de su antecesor. La magia original se había perdido.
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