Miguel Ángel Silvestre: “Si me decían que alguna vez iba a trabajar con Juan José Campanella no me lo creía; él ha tenido una influencia muy importante en mi vida”
Luego de Sky Rojo y La casa de papel, el actor español protagoniza Los enviados, la nueva serie del director argentino para Paramount+; sus vínculos con la Argentina y el miedo al futuro
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Nació en España -en la valenciana Castellón de la Plana-, pero su carrera le permitió trascender al mundo. De ser uno de los Sense8 creados en Hollywood por las hermanas Lilly y Lana Wachowski (responsables también de la saga de Matrix) a Sin tetas no hay paraíso, Narcos, Velvet, o más recientemente La casa de papel y Sky Rojo. Sin embargo, su protagónico en Los enviados tiene un significado especial para Miguel Ángel Silvestre. Y es que ese thriller episódico pergeñado por Juan José Campanella, que cada semana suma un nuevo capítulo en Paramount+, le permite conectar de una manera especial con la Argentina, un país al que apenas conoce, pero con el que ha mantenido una relación muy especial a lo largo de los años.
-¿Por qué te resulta tan movilizante ser parte de Los enviados?
-Pues porque me ha permitido trabajar con alguien al que admiro mucho. Si a mí me decían que alguna vez iba a trabajar con Juan José Campanella no me lo creía. Él ha tenido una influencia muy importante en mi vida. Desde pequeño El hijo de la novia fue una película de referencia para mí porque mi abuela murió de Alzheimer, y mi padre nos la ponía para que entendiéramos el porqué de todo lo que le sucedía a ella. Son las carambolas de la vida, es una de las suertes que tiene mi profesión.
-¿Le contaste esta historia a él?
-Muchas veces, y le decía los textos de El hijo de la novia, que me los sé de memoria (los repite). Le hacía todos los personajes, y le decía: “Tú no sabes lo que ha sido esa película para mí”. A él le hacía gracia que yo supiera tanto de su película, es un tío alucinante.
-También trabajaste con Federico Luppi en La distancia y con Lali Espósito en Sky Rojo.
-Yo le admiraba por todas sus películas, y él me cuidó muchísimo. Tuve la suerte de trabajar y también de comer con él todos los días. Luppi coleccionaba navajas y comía siempre con una, la sacaba, la limpiaba, era genial verlo y aprender de él. Y Lali, bueno me tiene a mí y a toda España enamorado. Canchera como sois los argentinos, sensible, empática, es una mujer del 2025.
-¿Cómo es eso?
-Es que es algo que me sorprende mucho de las mujeres argentinas, y se lo dije a ella. Me llama la atención lo fuerte que pisan las chicas argentinas, el carácter, el temperamento, la pasión. Siempre le digo a Lali: “Eres la inspiración mía, pero también de mujeres como mi sobrina, que tiene ocho años y tiene que verte a tí”. Realmente la admiro mucho.
-A pesar de tantas coincidencias nunca estuviste en Argentina, ¿o sí?
-Una sola vez estuve en Buenos Aires haciendo una promoción. Tuve esa suerte, y dije: “Aquí viviría yo”. Además, mi hermana se casó con un argentino, así que qué te voy a contar, los argentinos siempre sois bienvenidos en España.
De matón en Sky Rojo a cura en Los enviados
-Tus últimos trabajos son de un ladrón en La casa de papel, un matón en Sky Rojo y ahora un cura en Los enviados. ¿Te animás a elegir un personaje?
-Es difícil, pero te voy a decir algo: el personaje de Los enviados tiene el lado canchero de los argentinos, y a mí me ha venido muy bien masticarlo porque me encanta eso de no tomarse la vida tan en serio, y de poder hacer una bromita. Yo lo veía escrito y decía: “Qué gozada poder hacer esto, pero esto está escrito para un argentino no para un español”. Y Juan José me contó que efectivamente estaba escrito para un argentino, pero cuando lo abrieron a un mercado internacional quisieron que lo hiciera yo. Y pensaba: “Qué suerte poder hablar de Maradona, usar ese tipo de metáforas”. Que por cierto, quiero contarte que la escena en que mi personaje habla de Diego era mucho más larga, pero la han cortado por cuestiones de metraje. Tenía un momento en el que definía la mano de Dios, el famoso gol de Maradona, que era genial.
-Entonces te quedás con Los enviados.
-Han sido todos muy importantes. Pero de todo lo que he hecho, Los enviados es el trabajo que más me ha gustado cómo ha quedado. He visto la serie completa y me encanta, capítulo a capítulo te mantiene enganchado. Creo que poniendo a El secreto de sus ojos en el pedestal que tiene, esta serie tiene mucho de esa película. Y estoy seguro de que el espectador no le va a fallar.
-Se va a enojar con vos Alex Pina, porque hasta hace poco declaraste que tu trabajo preferido era el de Sky Rojo.
-(Risas). No creo que se enoje, pero es que aquí se juntan muchas cosas. Una de ellas es que el thriller es mi género preferido, es el que yo consumo, y a la vez es muy difícil de hacer, son muchas las series que llega el cuarto capítulo y lo dejas porque dices “no me lo creo”. Y Juan José aguanta, y tira los fuegos artificiales en el octavo capítulo. De las personas que conozco la que más ficción ve es mi madre, y ella me dijo: “Miguel Ángel, yo creo que la serie es redonda”. Y yo también lo creo, es muy buena de verdad. Mantiene el nivel durante toda la temporada.
-Tuviste la oportunidad de trabajar en lugares tan disímiles como Estados Unidos, México, España, ¿sigue siendo la meta de un actor trabajar en Hollywood o las plataformas cambiaron el paradigma?
-Te voy a decir la verdad, ya ni siquiera lo llamaría Hollywood. Creo que ahora Hollywood está en cada rincón, está en Buenos Aires, en Madrid, en Sevilla, en todos los rincones del mundo. Hoy por hoy se pueden hacer películas muy peculiares y muy interesantes en cualquier parte, y sobre eso tienen que ver mucho las plataformas y también el hecho de que las puedan doblar.
-¿No ves películas en idioma original?
-Yo sí, pero porque me dedico a esto. Pero sé cómo las ve mi madre, y cómo las ve un espectador medio que lleva todo el día trabajando y quiere llegar a casa y que se lo pongan fácil, no tener que estar pendiente de los subtítulos. Ver películas peculiares que se han contado en otro rincón del mundo, en una cultura diferente a la tuya, te convierte en un voyeur que observa algo que desconoce. Creo que eso apoya la diversidad cultural y convierte a la ficción y a nuestro arte en algo que es accesible para consumir y que te da mucha alegría.
-Pero ese es el punto de vista del Miguel Ángel espectador, ¿cuál sería el del actor?
-Para mí como actor es un regalo, y también es la posibilidad de hacer amigos. Me ha pasado de ir a Tel Aviv y hacer amigos porque han visto algunos de mis trabajos. Es alucinante.
-Durante mucho tiempo dijiste que te daba miedo que el éxito y el trabajo fueran momentáneos...
-Tengo que serte sincero, es uno de los grandes miedos que me ha acompañado desde que empecé con esta profesión. Es una putada, pero a veces tienes la suerte de trabajar para algo y entonces piensas: “¿Y si no lo tengo nunca más?”, en vez de cogerlo y disfrutarlo. Igual me pasa cada vez menos, pero es inevitable, es una de las cosas que no son tan positivas de mi profesión, especialmente al principio que lo oyes mucho. Y te hacen un flaco favor al decirlo, creo que no es bueno que los actores escuchen eso. Tienen que escuchar que sí, que volverán a trabajar, que tienen que escoger bien, es decir: hablarles de una manera más constructiva. Y después, con el paso del tiempo siento que es inevitable, son muchos los actores que van cumpliendo años y cada vez van trabajando menos, son pocos los que siguen estando vigentes. De momento disfruto de lo que hago y me siento muy afortunado de tener trabajo.
-¿Cómo te llevás con la frustración?
-Cada vez me rindo mejor a lo que viene. Y una de las grandes cosas que le pasa a un actor con un proyecto es la insatisfacción de lo que ha imaginado o vivido, a lo que luego ve. A veces lo ves y te das cuenta de que pensabas que iba a ser mejor. No me ha pasado con Los enviados, pero creo que hay que rendirse a que no somos tan importantes. Y no me refiero a los actores, sino a todos.
-¿Y los actores?
-A mi modo de ver los actores somos totalmente prescindibles, siempre hay otro que es mejor, o alguien nuevo que llega y hace las cosas mucho mejor que tú. Además nunca eres más importante que un guion o lo que cuenta un director. También está el tema de la subjetividad. Mi sobrina ahora quiere ser actriz, y yo le estoy tratando de explicar que cuando no la elijan no quiere decir que no lo ha hecho bien. A lo mejor la prueba le ha salido magnífica pero tiene que hacer de hija de otra actriz y no se parecen. Hay muchísimos factores, los puntos de vista son totalmente subjetivos. Por eso hay que disfrutar lo que uno hace pero entendiendo el lugar que tenemos cada uno. Menos expectativas, menos frustración.
Los enviados está disponible en Paramount+; cada domingo se suma un nuevo episodio
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