Mark Ruffalo, protagonista por partida doble de una serie que carga las tintas en los secretos familiares
I Know This Much Is True (Estados Unidos, 2020). Creador: Derek Cianfrance. Elenco: Mark Ruffalo, Melissa Leo, Juliette Lewis, Kathryn Hahn. Disponible: domingos a las 22, por HBO /HBO Go. Nuestra opinión: Buena.
El primer episodio de I Know This Much Is True deja un par de impresiones fuertes. La primera: en los premios Emmy de este año, cualquiera sea la forma que asuma la celebración de los galardones televisivos que suelen entregarse en agosto, Mark Ruffalo estará nominado como mejor actor en una miniserie. La segunda: si el espectador está buscando un entretenimiento que lo distraiga de los pesares de estos tiempos, la ficción creada por Derek Cianfrance (Blue Valentine, una historia de amor) no sería la mejor elección. Es que a partir de la novela del escritor Wally Lamb el director construye un relato que tiene a la desesperanza, el trauma y las enfermedades mentales como motor principal de su narrativa.
Con una puesta en escena más cercana al cine independiente norteamericano que a las de las series actuales, la ficción sostiene todo su pathos -que es mucho-, en la interpretación de Ruffalo que tiene la difícil tarea de interpretar a los gemelos Dominick y Thomas en la adultez. Un periodo de tanto sufrimiento como su infancia viviendo con una madre (Melissa Leo) sometida por los maltratos de su marido, el padrastro de los chicos, y desesperada por comprender qué sucede con el menor (por cuestión de minutos) de sus hijos.
Cuando comienza la acción, Dominick relata una de las tantas situaciones trágicas que marcan la vida de los hermanos. Con una voz casi monocorde y un fraseo que delata el origen literario del guion, Dominick explicará que un día de 1990 su hermano Thomas, en medio de su delirio místico, decidió hacer un sacrificio ritual para acabar con la guerra de Irak. La escena de lo que sucede con Thomas y el despliegue de su esquizofrenia rozan un estilo de miserabilismo narrativo que no resulta sencillo de digerir. El mundo que pinta Cianfrance es sombrío, triste y está lleno de secretos familiares que moldearon la existencia de los hermanos y de quienes compartieron sus vidas.
Sin salir de la paleta de los grises, cuando gracias a la interpretación de Ruffalo la serie encuentra el rumbo, consigue transmitir el vínculo de amor, odio y todo lo que hay entre esos dos extremos que comparten los gemelos. Su complicidad y sus mecanismos de defensa y supervivencia en un ambiente hostil y con casi todo en contra. Y lo cierto es que el protagonista no es el único que logra insuflarle sensibilidad y compasión a la historia. Por ahí aparecen las siempre excelentes Juliette Lewis y Kathryn Hahn para encarnar a dos personajes que generan interés, intriga y dan algo de respiro en muchas escenas en las que el director elige usar primeros planos cerrados para demostrar la asfixia emocional de sus personajes. Una decisión estética que termina por generar una sensación similar en el espectador.
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