Manimal: una serie incomprendida, que duró apenas ocho capítulos pero tuvo destino de culto
Las aventuras de un hombre capaz de convertirse en cualquier animal fue un fracaso en los ochenta, pero el paso del tiempo la reivindicó por su originalidad y audacia
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Hay proyectos televisivos que duran pocos episodios pero que, a pesar de eso, dejan huella. Ese es el caso de Manimal, una ficción centrada en un atípico héroe que si bien duró apenas ocho capítulos, aún hoy es muy recordada por su original propuesta.
Una idea distinta
La historia de Manimal comienza de la mano de Glen A. Larson, un referente de la televisión de los ochenta. Larson era un animal de la pantalla chica, un hombre con una creatividad imparable, cuyas propuestas si bien podían tener mayor o menor éxito, nunca dejaban indiferente al público. Durante su carrera, creó Battlestar Galactica, uno de los mejores shows de ciencia ficción de todos los tiempos, como así también otros títulos entre los que se encontraron Quincy y Profesión peligro. Sin embargo, sus dos mayores éxitos fueron Magnun P.I., en donde Tom Selleck encarnaba a un investigador privado, y El auto fantástico, un hito de la pantalla chica sobre un vehículo inteligente, y las aventuras que protagonizaba junto a su conductor (encarnado por David Hasselhoff).
Como responsable de títulos tan populares, Larson era un hombre en el que las cadenas de televisión confiaban plenamente, porque sabían que cualquiera de sus ideas eran potenciales aplanadoras en el campo del rating. Claro que ninguna carrera está exenta de pasos en falso, y en este caso, ese traspié fue Manimal.
A comienzos de los años ochenta, Larson tuvo una reunión con Donald R. Boyle, un guionista que tenía una idea muy particular, protagonizada por un hombre con la capacidad de convertirse en distintos animales. Al productor le pareció que la idea era buena, y junto a Boyle pulieron lo que pronto se convirtió en Manimal. Con el aval de la NBC, el proyecto recibió un suculento presupuesto y el 30 de septiembre de 1983, estrenaba un piloto de 90 minutos.
Un hombre animal
Como muchas ficciones de esa época, el protagonista de la historia era un hombre dedicado a investigar distintos delitos, colaborando con la policía en la resolución de todo tipo de casos. Esa persona era el doctor Jonathan Chase (Simon MacCorkindale), un docente universitario, experto en comportamiento animal, y que pasó varios años de su vida en África. Pero el secreto de Chase era que tenía la habilidad de convertirse en el animal que deseara, un poder que solo conocían dos personas, su amigo Ty C. Earl (Michael D. Roberts), y la detective Brooke Mackenzie (Melody Anderson).
En cada una de las historias, Brooke se dedicaba a investigar algún caso, para el que contaba con la ayuda de Chase y Ty. Como era de esperar, la habilidad extraordinaria del protagonista le permitía descubrir algún secreto que se convertía en una pieza clave en la resolución de la trama. En las aventuras no había demasiado ingenio, y la idea de una estructura que solía repetirse con algunas variantes no le permitía a Manimal destacarse por sobre otras ficciones de la competencia, y en parte ese fue su punto débil.
Los altos costos de Manimal
Uno de los aspectos más importantes de la serie, era el proceso en el que Chase se convertía en algún animal. Para la televisión de la época, las mutaciones del héroe suponían un reto considerable, porque el público ansiaba observar como un ser humano deformaba su anatomía hasta modificarla en algún tipo de criatura. Y el hombre indicado para supervisar esa tarea, era Stan Winston.
Si bien hoy en día, Winston es una eminencia en el campo de los efectos especiales -fue responsable de los diseños visuales en las primeras dos partes de Terminator, Jurassic Park y la saga Depredador-, cuando fue convocado para Manimal, solo era una joven promesa. Su trabajo más importante hasta el momento, había consistido en diseñar a los wookies del infame especial navideño de Star Wars. Pero Larson y su equipo, pronto se dieron cuenta de que Winston era un profesional brillante, quien a pesar de contar con un presupuesto limitado, logró que cada una de las transformaciones de Chase tuviera un impacto visual muy por encima de lo que solía verse en televisión. Al día de hoy, esos efectos realizados de manera artesanal y sin CGI de ningún tipo, conservan una mística que hipnotiza.
Manimal era un show muy caro, de hecho, era el que contaba con el presupuesto más alto de la NBC. Tampoco era una serie fácil de grabar, porque el uso de animales en cada episodio demandaba que la producción debiera tener cuidados que no eran los habituales para una ficción televisiva. Por ejemplo, cada vez que utilizaban serpientes o una criatura salvaje, se requería la presencia de un experto que garantizaran la seguridad del equipo de filmación. Sin embargo y a pesar de las dificultades, es innegable que las transformaciones del protagonista, y la presencia de tantos animales, le dieron a la ficción un rasgo distintivo.
Una cancelación temprana
NBC consideraba a Manimal una de las apuestas más fuertes de la temporada 1983, y tenía mucha fe en el futuro del show. Por ese motivo, la programó para competir ni más ni menos que con Dallas, un imbatible de la época, que reunía todas las semanas a millones de espectadores frente a la televisión. La cadena pagó caro el optimismo puesto en su nuevo producto, y luego de cuatro episodios que no estuvieron ni cerca de los resultados esperados, Manimal estuvo fuera de pantalla un mes. Finalmente, el canal volvió a poner al aire la serie en otro horario, pero el rating nuevamente no fue el esperado, y una vez finalizado el octavo episodio, NBC la canceló.
La audiencia no terminó de conectar con la propuesta, Chase no resultaba un héroe demasiado atractivo, y sus transformaciones oscilaban siempre entre los mismos animales. Por otra parte, el público se obsesionó con algunas cuestiones menores que se convirtieron en motivo de chiste recurrente, cómo por ejemplo, por qué cuando se convertía en un animal, el protagonista destrozaba su ropa, para luego recuperarla intacta cuando volvía a su forma humana (un debate igual de absurdo que el de los pantalones de Hulk, que al parecer se estiraban y encogían según las transformaciones de Banner).
Los medios de la época también fueron lapidarios, y en una crítica llegaron a asegurar que el logro de Manimal, fue continuar luego de presentar un piloto tan mediocre. Incluso al día de hoy, aparecen críticas ridículamente ensañadas, y hasta la popular TV Guide llegó a ubicar a esta ficción en el puesto número quince entre las cincuenta peores series de todos los tiempos. En el único país en el que este título fue un verdadero suceso fue en Francia, en donde se convirtió en una insólita moda que perduró a lo largo de años. En la Argentina, como en muchos países del mundo, Manimal es actualmente un producto de culto, y para muchos televidentes que hoy rondan los cuarenta, es una historia por la que aún conservan un cariño muy especial.
Con el paso de los años, Larson se permitió una pequeña revancha. Durante los noventa, él llevó a la tele una ficción llamada Nightman. En uno de sus episodios, el productor llamó a Simon MacCorkindale para que interpretara nuevamente a Manimal, como invitado especial. A través de ese recurso, Chase volvió a la vida brevemente, en una nueva aventura que esta vez, mostró sus transformaciones mediante efectos digitales acordes a esa época.
Luego de ese epílogo, la historia de Manimal llegó a su final, sin el éxito que hubiera merecido, pero con la lealtad de un público que aún hoy la reivindica como una de las propuestas más originales que dio la televisión de principios de los ochenta.
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