Lucía Puenzo estrena La jauría, una serie policial con espíritu de lucha social
"Mi cuerpo, yo mando/Tocan a una, tocan a todas/Grita su nombre, grita su nombre, ahora/No estamos solas, no estamos solas", canta Anita Tijoux en el poderoso tema musical que abre cada episodio de La jauría, la serie que estrena hoy Amazon Prime Video. En el himno conmovedor y combatiente de la artista chilena reside, como dice Lucía Puenzo, su directora general, el corazón de la serie.
"Del otro lado de la jauría hay otra jauría. No hay ovejitas a las que el lobo se va a comer crudas sino que se trata de una batalla entre lobos y leonas. Ese es el espíritu del programa. A mí las series con mensajes me dan un poco de alergia, la bajada de línea demasiado obvia no me gusta, pero a través de la canción está planteado todo de una manera más poética y punk y guerrera, como es Anita", resume Puenzo que como showrunner del ciclo de ocho episodios hizo el trabajo que está acostumbrada a llevar a cabo en el cine y como escritora de novelas.
En La jauría como en El niño pez y Wakolda, los films de Puenzo basados en sus libros, la mirada está puesta en los personajes adolescentes, en los momentos en que la infancia va quedando atrás, la adultez todavía está muy lejos y en ese complejo cuarto intermedio los cuerpos toman la delantera. La inocencia se choca de frente con un mundo que puede ser cruel y peligroso, hasta fatal.
En este caso, para sorpresa inicial de la propia directora y su equipo, el relato de la serie y el universo social siempre al borde del estallido que pone en escena funcionaron casi como una premonición de lo que sucedería en la vida real. "De alguna manera es una serie escrita un poco antes de su tiempo. En la etapa de escritura sentí que íbamos dialogando con lo que pasaba en la realidad, pero con meses de retraso. No podíamos creer que lo que habíamos escrito ocurría luego en la vida real de punta a punta, igual, hasta con la misma secuencia de hechos", cuenta Puenzo en diálogo con LA NACION y da un ejemplo sobre la suerte de uno de sus personajes y sus puntos de contacto con un caso real que los espectadores reconocerán de inmediato. Como si la ficción le hubiese dado letra a la realidad aun antes de que alguien la viera.
"Me llamaron de Fábula -la productora chilena de los hermanos Juan de Dios Larraín y Pablo Larraín- hace dos años y medio, escribimos la serie en 2018 y la filmamos en enero de 2019. Fue mucho tiempo de producción, un proceso muy largo. Cuando me convocaron había una idea embrionaria de que fuera un thriller con tres policías mujeres que tienen que resolver un misterio y que Daniela Vega (Una mujer fantástica) sería una de las protagonistas. Eso es todo lo que había. Y como en la trama había un grupo de chicas, de personajes femeninos muy jóvenes, mi primera propuesta fue transformarlas también en protagonistas. A ellas y todos los adolescentes de la serie porque me parecía que había algo de protagonismo coral en esos personajes que tenía que ver con lo que empezaba a asomar como movimiento social en América Latina", recuerda la directora que le propuso a la producción que sus combativas adolescentes lucieran un pañuelo verde cuando protestan por los abusos a los que fueron sometidas por un profesor de teatro del colegio al que asisten.
Con el colegio religioso tomado y una de las líderes del movimiento desaparecida La jauría empieza a desplegar una trama policial que al mismo tiempo pone la lupa sobre la violencia de género, las reivindicaciones feministas y un perverso juego en línea que parece unirlos a todos.
"El puntapié inicial para la trama fue un juego ruso llamado La ballena azul, que empezaba con pruebas que parecían muy inocentes y derivaba en hombres jóvenes que cometían delitos sexuales graves. Lo horripilante al analizar el perfil de los que ingresaban en el juego ruso es que eran chicos muy chiquitos que en general recibían bullying en la escuela, que ellos mismos sufrían agresiones, pero no que habían sido agresores antes del juego. Era transformar un dolor y una herida en una respuesta violenta. Eso fue algo que estudiamos mucho a la hora de crear esta historia", explica Puenzo que junto al equipo de autores -Leonel D’Agostino, Paula del Fierro y Enrique Videla-, le fue dando forma también a las tres policías que empiezan a investigar la desaparición de una de las adolescentes y el abuso que podría haber sufrido.
Elisa (Vega), Olivia (Antonia Zegers) y Carla (María Gracia Omegna) son tres mujeres fuertes y vulnerables, cazadoras y presas al mismo tiempo y en ellas se reflejan también Blanca (Antonia Giessen) y Celeste (Paula Luchsinger), las hermanas adolescentes en el centro de la tormenta.
Una historia coral
Si, como escriben los académicos y perciben los legos, las series hoy ocupan espacios de representación que antes eran terreno de las novelas, la llegada de una realizadora y novelista como Puenzo a las ficciones serializadas parecería estar confirmando la tendencia. Aunque para ella se trate más bien de encontrar el mejor vehículo para presentar la historia que quería contar.
"Siento que La jauría tenía que ser así por su estructura coral, por las capas narrativas que por momentos hacen que algunos personajes sean más protagonistas que otros, pero que después desaparezcan en el fondo y luego vuelvan a tomar relevancia. Es, de una alguna manera, también la estructura de la novela literaria. A mí me gustan esas estructuras que parecen irse por las ramas, pero que al final pertenecen al mismo caldo", explica Puenzo que antes de este proyecto había trabajado en la serie mexicana Ingobernable (disponible en Netflix). Un programa que está del otro lado del extremo creativo de éste.
"Me parece que hay diferentes tipos de serie. Las que son de corte más industrial y las de autor. En mi caso, por ejemplo, a Ingobernable no la siento como una ficción personal porque me llamaron, dirigí un capítulo y me fui. No la escribí ni la edité. Fue muy divertido y un máster de dirección de escenas de acción. Tenía una hija de un año a la que llevaba encima mientras estaba con un walkie talkie pidiendo que dinamiten autos, una locura, pero es un tipo de serie que está manejada por productores, en contraste con las de corte más autoral, que es el tipo de series que me gusta mirar. La jauría es bien representativa de eso. La siento como si fuera otra de mis películas", dice la directora que para la serie pudo elegir al equipo técnico y creativo y volvió a colaborar con su hermano Nicolás, director de fotografía y realizador de algunos episodios. La marca autoral estuvo presente. Como lo estará también en los proyectos que, pandemia mediante, pronto empezará a filmar.
Por un lado, realizará en la Argentina el film Los impactados, según un guion de la artista plástica Lorena Ventimiglia y cuando el coronavirus lo permita comenzará a rodar en los Estados Unidos la película Losing Clementine, una adaptación de la novela de Ashley Ream que escribió junto a Ann Cherkis, guionista y productora de Better Call Saul.
"También hay una película en México con Karla Souza (El presidente), a partir de una historia que ella me acercó sobre un caso real de abuso en el equipo olímpico de natación mexicano en el que las nadadoras denunciaron a su entrenador, una denuncia que dinamitó desde adentro a ese equipo. Es una historia tremenda y estamos en proceso casi final de escritura. Es un relato fascinante que me interesó enseguida porque su corazón son las experiencias de ellas y lo que les pasó desde muy chiquitas", cuenta Puenzo que además está colaborando como coguionista y productora con el director Daniel Rosenfeld (Piazzola, los años del tiburón) en la adaptación de un cuento corto de la autora sueca Karen Blixen que Orson Welles ya había llevado a la pantalla en 1968.
"Suelo escribir para otros directores, me gusta mucho acompañar a otros en su escritura, siempre lo seguí haciendo, nunca quise parar", explica la directora en referencia al proyecto que Rosenfeld dirigirá en la Patagonia, pero también apuntando al oficio de delegar que ejerció en La jauría.
"Fue fundamental. Primero con el equipo de autores que somos mitad argentinos y mitad chilenos y luego con los otros tres directores. Sin ellos no hubiera podido hacer la serie. Están Nico Puenzo, mi hermano, que es el director de fotografía pero también codirector; Marialy Rivas, una talentosísima directora chilena, y Sergio Castro, quien fue el que le presentó a Fábula. Fueron 11 semanas de rodaje en las que nos cuidamos los unos a los otros y cuando un equipo funciona así es un placer. Hay directores que pueden montarse un proyecto como este sobre sus espaldas y dirigir 11 semanas en solitario, yo no soy de esos. Tengo una hija de tres años y medio, quería estar con ella, volver a mi casa y por eso, para mí fue fundamental delegar en otros directores y también en Fábula, la productora, porque la verdad que la estructura de producción contiene mucho. Sin eso no hay manera de hacer un proyecto así", detalla la directora que para grabar la serie se instaló durante tres meses en Chile. El país, su cultura y su sociedad forman parte fundamental de la trama de La jauría que es, según Puenzo, "tremendamente chilena".
"En ningún momento nos pidieron que fuera una historia neutra y eso fue muy bienvenido. Si iba a ser chilena queríamos que lo fuera a fondo. Todo es muy auténtico. Eso me gusta en las series y las películas, que no sean pasteurizadas, que la gente hable como se habla en esa ciudad o país. Me parece, justamente, que es más fácil pegar el salto a lo universal si se percibe la autenticidad de lo que estás contando. Es el caso de La jauría que es tremendamente chilena y desde esa plataforma pegar el salto a lo universal. Lo que sucede en la historia resuena en toda América Latina".
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