Los Soprano: a 25 años del estreno su creador revela detalles y anécdotas en un documental imperdible
Los dos episodios de Uno de los nuestros: David Chase y Los Soprano, ya están disponibles en Max
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“No sé quién mirará esta porquería”. De todas las revelaciones y anécdotas que contiene Uno de los nuestros: David Chase y Los Soprano, el documental en dos partes en Max, esa frase que el director de fotografía del episodio piloto de la serie de HBO recuerda haber escuchado de boca de Chase, el creador de la ficción que transformó la TV, es la más impactante.
A 25 años del estreno de Los Soprano, el guionista aceptó participar del documental dirigido por Alex Gibney porque, en sus palabras, “dije que sería parte del documental, pero lo que no entendí es que sería sobre mí”. Conocido por su laconismo y pesimismo rampante, en las casi tres horas de Uno de los nuestros Chase sonríe tal vez dos veces con más amargura que alegría. El guionista se presta a una charla en un set que refleja el del consultorio de la doctora Melfi, la terapeuta de Tony Soprano. En el lugar del analista se sienta Gibney y en el del paciente está Chase, incómodo, pero más locuaz de lo que él mismo imaginaba que podía ser.
Entre material de archivo inédito y entrevistas con la mayoría de los protagonistas, el documental es un festival para los fanáticos de la serie y un interesante ejercicio de género, que juega a espejar a su objeto de estudio sin exagerar el didactismo ni perder de vista las complicadas emociones alrededor de la realización, el éxito y el legado de Los Soprano (el streaming da la oportunidad de volver a revisar el programa, cuyas seis temporadas están disponibles en Max). Tras recorrer la vida y la carrera de Chase antes de la serie y el modo en el que sus experiencias familiares y su crianza alimentaron el mundo de los mafiosos de Nueva Jersey y la invención de Tony Soprano –antihéroe que inauguró la era de antihéroes en la TV– el documental acumula anécdotas y revelaciones que posiblemente ni los más aguerridos fanáticos de la ficción conocían. Lo que sigue son seis de las revelaciones más memorables.
Nadie los quería
Aunque sus amigos y colegas llevaban años insistiendo para que Chase escribiera algo sobre su madre, el entonces guionista nunca tenía el tiempo o el ánimo para hacerlo. Hasta que por fin se decidió a esbozar el guion de una película en la que un mafioso debe ir a terapia para resolver el tóxico vínculo con su madre. Pronto, esa historia viró hacia el formato televisivo, pero incluso en esa transformación, el proyecto no lograba despegar. A un ejecutivo de la cadena CBS no le gustaba que el personaje principal tomara psicofármacos y el resto de los canales tenía objeciones similares. Solo HBO aceptó financiar el piloto, aunque la señal premium demoró diez meses en encargar la primera temporada.
Formar la familia
Con el visto bueno de la señal de cable, Chase empezó a buscar a quienes pudieran darle vida a sus personajes. Para el papel de Carmela Soprano tenía en mente a Lorraine Bracco, que tenía experiencia y era creíble como una mujer de la mafia gracias a su trabajo en Buenos muchachos. Pero justamente por haber interpretado ese papel en la película de Martin Scorsese, Bracco no estaba interesada en Carmela. Lo que quería era interpretar a la doctora Melfi, quien para ella, según cuenta en el documental, representaba la fibra moral de todo el cuento. Para el papel de Tony, el guionista probó a cientos de actores y hasta a Steve Van Zandt, el músico que al principio pensó que Chase lo había llamado para que se ocupara de la banda de sonido. “Sos actor, solo que todavía no te diste cuenta”, recuerda Van Zandt que le dijo el creador cuando lo convocó para una prueba. No estaba equivocado. Aunque el músico no se convirtió en el protagonista, su presencia frente a las cámaras era tan fascinante que Chase creó al personaje de Silvio Dante para él. Pero el puesto de Tony seguía vacante. Y si hubiese sido por James Gandolfini, así habrían quedado las cosas. Es que el actor se fue enojado en medio de su audición, porque sintió que lo estaba haciendo mal. Los directores de casting no estuvieron de acuerdo con él y lo invitaron a volver, pero esa vez el punto de reunión fue la casa de Chase y ahí consiguió el papel.
La última cena
Aunque en el piloto original de Los Soprano no asesinaban a nadie –derivaba de los años de Chase trabajando para la TV abierta, donde la violencia que se podía mostrar en pantalla estaba extremadamente regulada–, una vez que la serie recaló en HBO, todos esos límites, como bien saben los seguidores del programa, quedaron atrás. Pero el creador de la serie nunca perdió de vista que la muerte de un personaje era también el final de un actor en las grabaciones y por eso con el paso de las temporadas y a medida la trama se volvía cada vez más oscura, inició la tradición de invitar a cenar a quienes no sobrevivirían hasta la siguiente.
Lo que pudo ser
Después del inmenso éxito de las dos primeras temporadas, el representante de Chase le recomendó que dejara el programa para dedicarse a lo que siempre había deseado: hacer cine. Sin embargo, el guionista rechazó la propuesta porque estaba completamente fascinado con sus personajes y el mundo que estaba creando para ellos.
El botín secreto
Una de las consecuencias negativas del fenómeno de Los Soprano fueron los conflictos económicos entre HBO y Gandolfini. Antes de comenzar a grabar la tercera temporada, el actor reclamó la renegociación de su contrato, argumentando que otros intérpretes al frente de programas de éxito ganaban mucho más que él. La señal se resistía a darle los más de 20 millones de dólares que pedía y la pelea llevó a que se demoraran las grabaciones. La prensa del momento hablaba de la avaricia del actor. Finalmente, con un nuevo contrato (le aseguraba un millón de dólares por episodio) Gandolfini volvió a ser Tony Soprano: lo que nadie sabía es que tras ese duro trance el actor se sentía tan mal con sus compañeros que les regaló 30.000 dólares a cada uno. Quien se quedó afuera de la repartija fue Edie Falco. Al menos eso es lo que dice la actriz en el documental, cuando el director le menciona la anécdota que muchos otros le confirmaron.
El tiro del final
El debate sobre el último episodio de Los Soprano está vigente desde junio de 2007. 17 años después del fundido a negro que dejó a medio planeta con la boca abierta frente al televisor, Chase carga con los reclamos, las quejas y la curiosidad por aquel final abierto que siempre se negó a explicar. El gran logro del documental es hacerlo hablar sobre cómo se gestó “Made in America”, el inolvidable e inigualable capítulo final. Sorprendentemente, el guionista, que además dirigió el episodio con el mismo equipo que había hecho el piloto, cuenta que su inspiración fue el film 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick. “En la película, el astronauta empieza a verse a sí mismo cada vez más viejo. Esa secuencia siempre me hizo pensar en el paso del tiempo y en la cercanía de la muerte”, describe Chase, sabiendo que ese detalle será analizado de ahora en adelante por los fanáticos que llevan más de una década reclamando una respuesta. ¿Tony está muerto? El guionista no lo dice, pero lo que sí se revela hacia el ingenioso final del documental es que la audiencia no fue la única sorprendida con el famoso cierre. Según Bracco, ella estaba mirando el capítulo con Gandolfini, quien cuando llegó el momento del fundido a negro quedó tan sorprendido como el resto. “Lo vio y gritó ‘¿eso es todo?’”. Él tampoco sabía nada”, recuerda la actriz con una sonrisa nostálgica en Uno de los nuestros: David Chase y Los Soprano. Eso es todo.
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