Mucho de ellos no se sabía. Apenas que en casos de "anarquía, actos terroristas, atentados contra la ciudadanía", ellos "hombres extraídos del ejercito, de la policía, de toda dependencia", estarían allí para combatirlos. Así comenzaba Los profesionales, la serie británica emitida entre 1977 y 1983.
Buscando alguna idea que pudiera competir con la exitosa serie The Sweeney, en 1977 el presidente de la London Weekend Television, Brian Tesler, convocó a Brian Clemens y Albert Fennell, binomio que unos pocos años antes habían reinventado un género con Los vengadores. Los muchachos no estaban precisamente en su mejor momento porque la segunda temporada de The New Avengers no terminaba de levantar cabeza, a pesar de contar todavía con Patrick Macnee en sus filas. La cancelación se volvió una realidad inexorable, y la dupla corría serio riesgo de quedar desocupada.
Por eso, la primera reunión en la oficina de Tesler no fue para Brian Clemens mucho más que un manotazo de ahogado para poder conservar el trabajo. No había ninguna idea genial en carpeta, apenas unos esbozos por encargo para salir a competir con The Sweeney. Uno de ellos era sobre dos policías encubiertos (muy parecido a la primera versión de Los vengadores); el otro, un escuadrón parapolicial creado para enfrentar amenazas terroristas. A Clemens las dos propuestas le daban más o menos lo mismo, no hace falta explicitar cuál le gustó más a Tesler.
¿Los profesionales o Brigada A?
La idea era muy concreta: en noviembre de 1971, el ministro del Interior de Gran Bretaña convocó a una reunión a varios expertos en inteligencia y jefes militares para que aporten ideas acerca de cómo combatir la avanzada terrorista y los grupos delictivos que periódicamente ponían en jaque a la sociedad. Uno de los presentes era George Cowley, jefe del MI5 (el servicio de inteligencia británico), quien le propuso una idea extrema: conformar una organización por fuera de las conocidas compuesta por los mejores elementos del resto de las agencias, expeditiva y autónoma a la hora de actuar. El equipo combatiría fuego contra fuego, sería reconocido por el gobierno pero actuaría por fuera del radar, con presupuesto propio y la capacidad de hacer "lo que se tenga que hacer" sin rendir cuentas: Criminal Intelligence 5. O más bien, CI5.
Esta fue a grandes rasgos la propuesta de Clemens a Tesler, aunque con una salvedad: la serie transcurriría seis años después de esa reunión, con Cowley ya al mando de la agencia, y seguiría las alternativas de sus dos mejores agentes: Raymond Doyle, un ex policía de Scotland Yard, y William Bodie, pasado de marine, mercenario en África y miembro del Servicio Aéreo Especial (SAS). La personalidad "opuesta complementaria" se convertiría en una de las claves del éxito de la serie.
El programa estaría producido en sociedad por London Weekend Television y Avengers Mark 1 Productions, empresa creada para la ocasión por Clemens y Fennell, y el nombre sería The A-Squad, muy parecido al éxito de los 80 The A-Team (Brigada A, como se conoció en Argentina). De todos modos, para cuando los socios se pusieron a buscar elenco, la serie ya había cambiado a Los profesionales.
Aunque hoy es imposible imaginarlos con otras caras, ni Gordon Jackson, ni Martin Shaw ni Lewis Collins fueron los primeros elegidos para protagonizar el policial. Pero en la medida que opciones más tentadoras se fueron descartando, Brian Clemens se resignó a darles una oportunidad.
Jackson, quien se convertiría durante cinco temporadas en el severo George Cowley llegó de la mano de Albert Fennell cuando Clive Revill (más tarde sería la voz del emperador Palpatine en Star Wars: El Imperio contraataca) se negó a interpretar el papel. Una década antes, Gordon Jackson había participado en un capítulo de Los vengadores, y el respeto mutuo entre ambos hombres se mantenía intacto.
Martin Shaw, quien había pasado por The New Avengers, audicionó sin demasiadas ganas para ponerse en la piel de Ray Doyle y quedó. Actor con aspiraciones, no le convencía el "poco vuelo" que tenía el personaje, pero al no haber nada más en el horizonte firmó contrato. Para interpretar a Bodie, el primero que dio el sí fue Anthony Andrews; el intérprete llegó incluso a grabar el capítulo piloto, en junio de 1977.
Pero la falta de química entre Andrews y Shaw fue tan evidente, que mantenerlo significaba ir directo al fracaso. Así que le dieron las gracias, lo acompañaron a la puerta, y ya de regreso se acordaron de un tal Lewis Collins, que había compartido con Martin Shaw aquel capítulo de The New Avengers. Se lo convocó (otras versiones dicen que ya formaba parte del elenco en un papel secundario), se le tomó una prueba y se rehizo lo ya filmado. Ahí sí, Los profesionales tuvo su elenco completo.
Racismo y censura
Los doce episodios de la primera temporada marcaron el pulso de lo que sería la serie durante cinco años. Por lo pronto, se profundizó el juego de contrastes entre Doyle y Bodie: mientras el primero era más "humano" dentro de su naturaleza violenta y determinante, el segundo era implacable. En el pasado de Doyle había inquietudes artísticas, y su paso por Scotland Yard lo llevaba a tener actitudes más "conservadoras" a la hora de decidir qué hacer frente a una situación límite. Bodie en cambio era un hombre de acción, despiadado, sin condicionamientos morales y tremendamente seductor, más en la línea del James Bond de Sean Connery (papel para el que el actor audicionaría años después).
Cowley, por su parte, era un veterano estratega de proverbial mal humor, que potenciaba a sus dos agentes llevándolos siempre al límite. La relación del trío significó un cambio en las reglas del policial tradicional, donde los protagonistas eran similares, y el jefe tenía una participación secundaria. Todo mérito de Brian Clemens.
Grupos terroristas, mafiosos varios, locos desquiciados y cuentas del pasado fueron algunos de los tópicos transitados por esta primera temporada. Y entre todos ellos, uno que generó tal escándalo que llegó a poner en peligro la continuidad de la serie. El décimo capítulo, "Klansmen", escrito por Clemens, fue una crítica brutal al racismo de la sociedad británica de fines de los 70 y principios de los 80. Su historia giraba en torno a varias personas de raza negra que eran acosadas por miembros del Ku Klux Klan; al mismo tiempo que un terrateniente los presionaba para que abandonaran sus viviendas. La intervención de Bodie y Doyle termina con el primero herido de gravedad por dos pandilleros del mismo barrio, lo que recrudece su propio racismo y discurso de odio, incluso con el médico que lucha por salvarle la vida.
Con el rodaje terminado, London Weekend Television tomó la decisión de no emitirlo en Gran Bretaña argumentando "lo delicado de la historia y la gran cantidad de términos racistas que tiene el guion". Clemens, por su parte, respondió que no era "una historia racista sino sobre el racismo". La emisora ganó la disputa, y "Klansmen" fue censurado de la lista de episodios en su país de origen, aunque en el resto del mundo se estrenó sin problemas ni consecuencias. Los ingleses recién pudieron verlo y sacar sus conclusiones diez años después.
A pesar de las críticas al nivel de violencia y alguna que otra incongruencia en las historias, Los profesionales obtuvo un muy alto índice de audiencia. Después de Los vengadores, Clemens lo había hecho de nuevo.
En London Weekend Television estaban felices, Clemens y Fennell estaban felices, los televidentes estaba felices. Todos estaban felices. En realidad casi todos, porque Shaw que, como se dijo, había comenzado poco entusiasmado, prendía velas para que a la serie le fuera mal así al año siguiente poder dedicarse a otra cosa. Algo que, lamentablemente para él, no sucedió.
Un cambio de perspectiva
Mientras Martin Shaw pataleaba, enLondon Weekend Television confirmaban la segunda temporada de Los profesionales y le recordaban que el contrato que había firmado era por cinco años; si quería rescindirlo, terminarían en un juicio que no le iba a convenir a ninguna de las partes.
Con Lewis Collins las cosas no estaban muy bien tampoco: el actor era muy crítico de alguna de las historias, especialmente por cómo se mostraba a Bodie (el enfrentamiento mayor fue, precisamente, por "Klansmen"). Clemens no podía cambiar nada sin autorización de sus socios, así que tuvo que surfear la crisis como pudo. Años después reconocería: "Si hubiera estado a cargo, me habría desecho de los dos y armado otro equipo. CI5 era una organización muy grande así que ¿por qué seguir con ellos? Podríamos haber traído fácilmente a alguien más". Esto no pasó, pero cambios hubo. Y en cantidad.
Para empezar los títulos de apertura. Si en la secuencia de créditos de la primera temporada se mostraba un día de entrenamiento de los agentes, que incluía lanzar cuchillos, disparar armas y pelear cuerpo a cuerpo, en la segunda se decidió reducir el nivel de violencia, sin por ello resignar espectacularidad. Un auto que rompe el frente de cristal de un edificio, corridas y primeros planos de los protagonistas ejercitando se conjugaron en un inicio igualmente impactante, pero más conservador. Eso sí, se mantuvo -con mínimos cambios-, la fantástica partitura de Laurie Johnson (elegida en 1999 como el segundo mejor tema de inicio de una serie después del de Hawai 5-0).
Otro cambio tuvo que ver con los vehículos. Un convenio con Ford puso a Bodie al volante de un Ford Capri, a Doyle de un Ford Escort RS2000, y a Cowley siendo trasladado en un Ford Granada MKII. Los tres autos tuvieron un significativo aumento de ventas en ese momento, otro índice de lo hondo que en 1978 calaba Los profesionales en el público.
También se buscó desvincular a CI5 de otras agencias gubernamentales, subrayando el carácter secreto del grupo. Así, para toda comunicación interna, Bodie pasó a ser "3-7", Doyle "4-5" y Cowley "Alfa 1". El aumento en el presupuesto de cada episodio redundó en una mayor factura técnica. Se comenzaron a filmar más secuencias en exteriores, llevando a la serie a un nuevo nivel que, sumado al ácido humor que manejaba y a la espectacularidad de sus imágenes, hizo crecer los ya muy buenos números precedente.
Pero entre bastidores las cosas iban de mal en peor. Hacia finales de la segunda temporada, Shaw volvió a insistir con renunciar, esta vez haciéndolo público en entrevistas; mientras que Collins había colmado la paciencia de sus empleadores. Por lastimarse una pierna en un salto en paracaídas recreativo (algo que, por contrato, el actor tenía prohibido), se tuvo que suspender el rodaje de la serie luego del capítulo 10. Como la lesión del intérprete no mejoraba, la producción decidió cancelar lo que restaba del año, y comenzar al siguiente con una tercera temporada. No es necesario remarcar el perjuicio económico que significó eso para los productores.
De la pantalla para afuera, Los profesionales era un éxito; pero puertas adentro, se había convertido en una bomba de tiempo.
No sos vos, soy yo
Hacia 1979, la inflación en Gran Bretaña llevó a conflictos gremiales que terminaron en huelga. Esta situación, que repercutió fuerte en los planes de producción de los distintos canales, llevó a que la tercera temporada de Los profesionales se redujera a ocho capítulos, aunque llegaron a rodar trece que se verían al año siguiente.
Sabiendo que a su creación todavía se le podía sacar jugo, Brian Clemens comenzó a bocetar una película basada en la serie, que se financiaría con capitales norteamericanos. Puesta la propuesta en consideración, Gordon Jackson y Lewis Collins aceptaron enseguida; Martin Shaw, en cambio, condicionó su participación a tener un control total sobre el guion. Así lo contaba el productor en una entrevista de 1995: "Martin quería aprobar previamente todo, y no había forma de que yo le diera a un actor esa potestad".
La adaptación cinematográfica quedó en la nada, y los conflictos sindicales pusieron un signo de interrogación sobre una cuarta temporada del programa. Así que Shaw aprovechó para dar entrevistas y volver a hablar pestes de la serie y de las malas condiciones de trabajo. De paso, acusó a los productores de obligarlo a rechazar propuestas laborales que le habían ofrecido, algo que consideraba "totalmente injusto".
La relación entre el actor y la producción llegó a un punto de no retorno, y los directivos de London Weekend Television barajaron la idea de darle el gusto y echarlo. Pero con los paros y las movilizaciones de los sindicatos, los mayores ingresos de la compañía provenían de la venta del programa a otros países; por ende, cambiar a uno de los protagonistas podía dar por tierra un negocio que era realmente muy rentable. La billetera pudo más, y se anunció oficialmente la realización de nuevos capítulos.
Esta cuarta temporada fue una de las menos recordadas de la serie. Bodie y Doyle comenzaron a encarar algunas misiones por separado, los guiones se volvieron cada vez menos interesantes, y ambos personajes entraron en una meseta. ¿Una venganza de Clemens por los desplantes permanentes de ambos actores? Él siempre dijo que no, ellos siempre creyeron que sí.
Llegó 1982, y con él, el rodaje de la quinta y última temporada de Los profesionales. Algunos capítulos nuevos, otros que habían quedado en carpeta del año anterior -y que en otros países ya se habían emitido y hasta convertido en novelas de bolsillo-, y un equipo que contaba los minutos para dejar de trabajar juntos. Un verdadero caos. Sin embargo, semejante desastre tuvo su correlato creativo, porque en esta temporada se vio uno de los capítulos más interesantes de la historia de la saga, por su concepción y puesta.
En "Discovered in a Graveyard", a Ray Doyle le disparan a quemarropa un tiro en el pecho y otro en la espalda. Mientras está en coma, el espectador "entra" en la mente del personaje y asiste a sus delirios de muerte en un ambiente surrealista, en el que Doyle se pregunta si quiere seguir siendo agente o prefiere morir. Conociendo la interna, el guion adquiere otra entidad, convirtiéndose en una autocrítica del programa, de sus creadores y de sus protagonistas.
Los contratos de Lewis Collins y Martin Shaw vencieron el 1 de mayo de 1981, y con ellos quedó decretado el final de Los profesionales. Incluso la cadena de televisión barajó la idea de que en el último capítulo Bodie y Doyle cayeran en cumplimiento del deber. Pero Brian Clemens se opuso vehementemente, argumentando que a ningún televidente le gustaría ver que sus ídolos murieran, por más heroica que fuera la razón.
En un primer momento, el productor fantaseó con la posibilidad de seguir un año más, con George Cowley al mando de un nuevo equipo. No sucedió inmediatamente, pero fue el germen de CI5: The New Professionals, olvidable reboot con Edward Woodward en el rol de jefe de la agencia, luego de que Jackson muriera en 1990, y Collins no llegara a un acuerdo.
Durante mucho tiempo no se supo gran cosa ni de Collins, ni de Shaw. El primero quedó relegado a personajes menores en películas intrascendentes hasta que murió de cáncer el 27 de noviembre de 2013. Su colega no logró concretar la exitosa carrera cinematográfica que siempre soñó, pero tuvo un segundo momento de gloria interpretando al inspector George Gently en la serie homónima de la BBC, que se emitió entre 2007 y 2017.
Violenta, vertiginosa, políticamente incorrecta, pero irresistible. A más de cuarenta años de su estreno, Los profesionales se mantiene inalterable como signo de su época, y de una sociedad que aprendió a quererla, a pesar de reflejar algunas de sus virtudes, y también mucha de sus miserias.
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