Los Machos: el recordado unitario sobre la amistad masculina que no tuvo un inmediato correlato entre sus protagonistas
Clásico de los 90, la serie emitida por Canal 13 aportó una mirada fresca y algo atrevida sobre los conflictos de la pareja, la convivencia y los vínculos con hijos, padres y mujeres
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La trama seducía por la simplicidad de su diseño: cuatro hombres orgullosos de su condición de tales se congregaban cada semana como un ritual para rendir culto a la amistad alrededor de una mesa muy bien servida. Los machos (que llevaba como subtítulo “No tan machos”), supo captar de inmediato el interés de una audiencia que desde el primer capítulo hizo del programa una cita ineludible.
Entre 1994 y 1995, cada martes, a las 23 horas, la serie emitida por Canal 13 aportaba una fresca mirada masculina en torno de los avatares de la pareja, de la convivencia y de los vínculos con hijos, padres y mujeres. La vida (y sobre todo las mujeres), habían dejado heridas difíciles de cicatrizar, y ellos, incluso a pesar de sus convicciones y prejuicios machistas, las exponían a carne viva.
“Dos extraños son, los que se miran / Dos extraños son, los que suspiran / Somos tu y yo, en esta noche azul / Y hay algo en tu mirar, que me domina / y en tu sonreír, que me fascina / es como sentir, que siempre yo te amé”… La presentación comenzaba con la voz de Sandro interpretando “Extraños en la noche”, acompañado por primerísimos planos ralentizados de los protagonistas, que se detenían en sus miradas y sus sonrisas.
Más allá de las historias particulares que se desarrollaban a lo largo de cada envío, sin dudas lo más jugoso del programa era el momento en que los universos paralelos de los personajes se encontraban para cenar en alguna de sus casas. Cada semana, el cuarteto interpretado por Rodolfo Ranni (Arturo), Darío Grandinetti (Damián), Daniel Fanego (Fernando) y Gustavo Garzón (Julio), se disponía a compartir sus vivencias, anécdotas y humoradas sobre el sexo opuesto –el humor era un ingrediente fundamental-, mientras saboreaba en vivo y en directo los platos auténticamente cocinados en ese momento por Arturo (Ranni), mecánico italiano, compañero y amigo.
“Originalmente mi personaje de Arturo no era italiano. Lo que pasó es que cuando leí el primer libro, para mí estuvo cantado que tenía que ser tano, entonces hablé con los autores y decidimos hacerlo así. Un tano al que le gustaba cocinar, y todos los martes cocinaba para sus amigos. Seguramente, el programa tenía esa cosa de la cotidianidad que hizo que la gente se sintiera identificada. Muchos hombres tienen esa costumbre de juntarse una vez a la semana, solos, sin mujeres, para hablar libremente. Y por supuesto, cuando se juntaban, el tema inevitable eran las mujeres”, comentaba Ranni por entonces, en una entrevista para Canal 13.
“Yo era muy amigo de Fanego, pero con Ranni y Grandinetti era distinto. No había ningún problema, no hubo ningún tipo de maltrato, pero bueno, no éramos de salir juntos, a veces se arma la onda y a veces no tanto. Al principio había como una barrera, no sé que era, todos creían que los cuatro éramos grandes amigos como en la ficción, pero la verdad es que con ellos dos no había onda, todos teníamos nuestro carácter… Hasta que después de un año se armó. Casi al final, un día nos fuimos a hacer una escena al Tigre, tomamos un poco de alcohol y nos relajamos”, recordó Garzón para ilustrar cómo era la verdadera cocina con sus compañeros de elenco, casi 30 años después, en una entrevista televisiva con Socios del Espectáculo.
Otro punto que dio qué hablar fue el nombre. Si bien en un principio el programa se iba a llamar Los machos a secas, a último momento, los autores -Jorge Maestro y Sergio Vainman- decidieron agregar la leyenda “No tan machos”, decisión que muchos interpretaron como una manera de abrir el paraguas frente a las críticas feministas. “Creo que fue una humorada de los autores. Es inevitable que de pronto, en cada programa, mi personaje hiciera un chiste repugnantemente machista, una provocación a las mujeres, pero siempre con humor, por supuesto. Así que eso de los machos ‘no tan machos’ es cierto, porque en última instancia siempre nos manejan las mujeres, no somos tan machos como nos creemos. Nos la pasamos hablando de ellas durante todo el programa y terminamos haciendo siempre lo que ellas quieren”, reflexionaba Ranni. Y cerraba: “Los machos tiene un tono de comedia dramática que en alguna medida nos acercó al espectador que se sentía identificado con estas historias, que según como se desarrollaba la trama, de pronto podían ser muy fuertes, pero siempre desde un abordaje cotidiano”.
Cada semana, Arturo, Damián, Fernando y Julio se juntaban a cenar y en las historias que protagonizaban, reflejaban inquietudes de la platea masculina de entonces, aunque también captan la atención femenina, interesada en conocer la naturaleza de los hombres por medio de dichas anécdotas. El elenco se completaba con distintas figuras que desfilaron en sus dos temporadas, como Virginia Innocenti, Cristina Banegas, Gabriela Toscano, Nacha Guevara, Enrique Pinti, Luis Longhi, Mausi Martínez, Erica Rivas, Claudio Tolcachir, Marta Betoldi, Elvira Vicario, Alejandra Rubio, María Concepción César, Andrea Politti, Mirta Busnelli, Juan Rodó, Daniel Alvaredo, Aníbal Silveyra, Divina Gloria, Alexis Molina, Claudio Gallardou, Salo Pasik, Antonio Ugo, Guillermo Rico y Carlos Estrada.
Diez años después, Los machos volvió a la pantalla. En 2004, América TV realizó una adaptación llamada Los Machos de América, que si bien intentó emular el original desde la estética y la puesta en escena, no logró recuperar la mística de entonces. El reboot buscaba actualizar el concepto de masculinidad que asomaba con más fuerza esa última década, y que llevó a los hombres a preocuparse más por su aspecto físico y su estética. Protagonizado por Carlos Andrés Calvo en la piel de José María, divorciado y machista al extremo; Juan Leyrado, que interpretaba a Ignacio, un ginecólogo en pareja con una mujer mucho más joven que él; Maxi Ghione, en la piel de Facundo, un joven desocupado y encargado de las tareas domésticas de su casa, y el Tano (Ranni, el único del elenco original, que volvía a oficiar de maestro de ceremonia en la cena semanal), el ciclo no logró despegar entre deficiencias técnicas y de guion. Tampoco pudo recuperar el sentido del humor que había convertido a la primera etapa en uno de los unitarios más logrados del momento.
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