Los Hart: una idea robada, una disputa legal por miles de dólares “desaparecidos” y las tragedias personales que marcaron a sus protagonistas
La serie sobre un matrimonio de investigadores millonarios y glamorosos se convirtió en un hito en las carreras de Robert Wagner y Stefanie Powers
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En televisión, parejas de detectives hubo muchas, y todas seguían más o menos la misma lógica: un hecho fortuito las obligaba a unirse, al principio se llevaban “como perro y gato” (o al menos como se creía que se llevaban los perros y los gatos antes de que el revisionismo proteccionista los convirtiera en mejores amigos), hasta que la sumatoria de enemigos comunes y una permanente tensión sexual forjaban la unión. Moonlighting, Remington Steele, The X-Files, las hubo y las hay de todos los géneros y para todos los gustos. Sin embargo, este subgénero tuvo una ramificación, que fue cuando la pareja en cuestión además estaba casada.
De los contados ejemplos que dio la pantalla chica, el más famoso fue Los Hart, matrimonio compuesto por Jonathan Hart (Robert Wagner), “millonario y gran sujeto” y su esposa Jennifer Hart (Stefanie Powers), “una dama maravillosa”. Descripciones en títulos de crédito a cargo de Max (Lionel Stander), asistente y ángel de la guarda del binomio; una tarea nada fácil porque, de acuerdo a lo que nos machacaron a lo largo de cinco temporadas, “su ambición es el peligro”.
Nunca quedó claro si ellos buscaban los problemas o si los problemas venían a ellos, pero lo cierto es que ni el asesino más despiadado ni el caso más complicado pudieron con la elegancia de él, los peinados de ella, y el amor que se profesaban. Y eso que intentaron separarlos, no solo en la ficción sino también en la realidad.
Una fórmula probada (y plagiada)
La historia de Los Hart comienza, al menos, una década antes de su estreno en 1979. Y sus múltiples “inspiraciones”, reconocidas o no, mucho antes. Más precisamente a comienzos de la década del 70, cuando el guionista Sidney Sheldon -que en ese momento disfrutaba de su otra gran creación, Mi bella genio- imaginó la historia de un matrimonio dedicado a la investigación criminal y le puso como título Double Twist.
El escritor sabía que su idea iba a funcionar, no porque la fórmula estuviera vigente por entonces gracias a la serie McMillan y señora (protagonizada Rock Hudson y Susan Saint James), sino porque había sido la columna vertebral de una exitosa saga de films de los años 30. Antes de tener brillo propio, ese montón de carillas hechas a máquina de escribir eran un calco de un éxito anterior. Por eso, y aunque nunca se reconoció, se puede conjeturar que Los Hart nació como un plagio.
En 1934 se estrenó la comedia policial The Thin Man (también conocida como La cena de los acusados). Protagonizada por William Powell y Myrna Loy, estaba basada en una novela escrita por Dashiell Hammett, sobre un matrimonio que resolvía crímenes, igualitos a Los Hart. La película tuvo tanto éxito que generó cinco secuelas, entre 1934 y 1947. Vistas hoy, y aunque las diferencias con la serie son muchas y evidentes, su utilización como fuente de inspiración es inequívoca. ¿Fue la única? La verdad es que no.
Quienes vieron la serie en idioma original recordarán que la introducción en off a cargo de Max en los títulos de crédito cerraba con la frase: “When they met, it was murder”. Un remate ganchero y original, si no fuera porque fue tomada directamente del afiche original de la película Pacto de sangre (Double Indemnity, 1944). Años después de terminado el programa, Robert Wagner hizo un correspondiente mea culpa, reconociendo que había sido idea de él, porque era una frase que le encantaba.
El guion de Sidney Sheldon pasó varios años en el fondo de un cajón hasta que al productor Aaron Spelling (Los ángeles de Charlie, Starsky y Hutch, El crucero del amor y Dinastía, entre otros éxitos) le pidieron ideas para un nuevo programa. Hábil negociador, y consciente de la materia prima en torno al trabajo de Sheldon, cuando tuvo el visto bueno del canal convocó a Tom Mankiewicz para que trabajara en una reescritura. La elección no fue casual: corrían los años 70 y el nombre del escritor estaba muy asociado a la franquicia de James Bond. Mankiewicz había comenzado su colaboración con la saga en Los diamantes son eternos (1971, última participación oficial de Sean Connery), para luego amoldar su estilo al savoir faire del Roger Moore de Vivir y dejar morir (1973) y El hombre del revólver de oro (1974), una base indiscutible para el distinguido Jonathan Hart.
La primera opción de los productores, con Leonard Goldberg a la cabeza, para protagonizar Los Hart fue Cary Grant, imagen viva del millonario seductor que también había sido tentado para transformarse en el 007. Pero Grant estaba fuera de la industria desde 1966 y además ya tenía 75 años, edad complicada para hacer escenas de acción creíbles.
La búsqueda recayó en Robert Wagner, quien ya tenía su prestigio ganado gracias a Ladrón sin destino (1968-1970), argumentando que se necesitaba una cara más joven. Aunque con los años, vio la luz una segunda versión de esta decisión, no tan glamorosa y producto de una guerra interna.
Galán mata billetera
Como ya se dijo, el productor Aaron Spelling fue también responsable de Los ángeles de Charlie, el que tal vez haya sido el suceso más importante de su carrera. Sin embargo, entre las muchas internas que tuvo esa serie, una de las más polémicas tuvo que ver con Robert Wagner y su entonces esposa, Natalie Wood, que se desempeñaban como productores asociados.
Según los medios de la época, la pareja había invertido una gran cantidad de dinero en el programa, dolares que de un día para otro desaparecieron. El enfrentamiento entre el actor y el productor tomó estado público, con el primero acusando a su socio de haber “desviado” capital y ganancias a otros de sus muchos proyectos. El conflicto llegó a la justicia y parecía que era el fin del emporio Spelling… hasta que Robert Wagner retiró la demanda, justo al mismo tiempo que fue confirmado como protagonista de Los Hart. ¿Genuina admiración a su talento o una maniobra turbia del productor para enterrar la acusación? Ninguno de los dos hombres volvió a hablar nunca más del tema.
La elección de la actriz para interpretar a Jennifer Hart fue menos problemática, pero tampoco resultó fácil. Stefanie Powers no había sido ni la primera, ni la segunda, ni la tercera opción, recién llegó a ser considerada luego de que Suzanne Pleshette, Kate Jackson y Lindsay Wagner, entre otras, dijeran que no. Incluso se llegó a poner sobre la mesa el nombre de Natalie Wood, para que la pareja de ficción lo fuera también en la realidad. Pero ahí el que se negó fue Wagner, aduciendo que su mujer estaba para hacer “cosas serias” en el cine, mientras que él era “apenas un actor comercial”. Más allá de la modestia, tenía razón.
Lo curioso de este capítulo en la historia del programa fue que hasta Stefanie Powers (que ya había conocido el éxito en pantalla chica gracias a La chica de CIPOL) dudó en aceptar el rol que le terminó cambiando la vida. Por entonces, la actriz estaba a punto de estrenar una adaptación de Cyrano de Bergerac en Nueva York, y se había propuesto que su presente fuese solo teatral. Pero una huelga llevó a que los diarios interrumpieran su salida. Ante una perspectiva en la que no hubiera ni críticas ni avisos publicitarios que traccionaran audiencia, los responsables de la obra decidieron darla de baja, lo que le permitió a Stefanie reconsiderar su negativa a la propuesta televisiva.
Stefanie había conocido a Robert Wagner cuando participó de un capítulo de la tercera temporada de Ladrón sin destino, y había quedado entre ellos una excelente relación. El destino quiso que ese mismo año pero en otro episodio, actuara también Lionel Stander, por lo que fue unánime la aceptación cuando alguien lo propuso para transformarse en Max, valet, chofer y denominador común de la pareja. A pesar de su cara de bonachón, el actor era famoso por su costado seductor, capaz de rivalizar con el de su compañero. Wagner aseguraba: “Cuando conocí a Lionel vivía con tres mujeres”. Todo dicho.
Durante las cinco temporadas que duró Los Hart en pantalla, la estructura fue siempre la misma. Mientras Jonathan y Jennifer se daban la gran vida (uno de los grandes misterios de los televidentes de entonces fue saber de dónde sacaban la plata para mantener ese nivel de lujos si a él jamás se lo vio pisar ninguna de sus empresas), hasta que una situación inesperada los ponía en el centro de un misterio a resolver, quedando generalmente expuestos a malos entendidos que se resolvían rápidamente por portación de nombre, cuenta bancaria y contactos.
Pero esto no era lo importante porque, a diferencia de otras series, en Los Hart lo fundamental era la historia de amor entre ambos protagonistas, incluso por encima de la trama policial. Aunque a la distancia parece una obviedad, y está claro que fue la clave de su éxito, en aquel entonces esta idea despertaba dudas y conflictos entre los responsables ABC, que emitía el show. Temerosos de que la fórmula se agotara rápidamente, en la cadena comenzaron a insistir con la idea de boicotear la relación: que un malentendido desembocara en escenas de celos, que él le fuera infiel con alguna de las muchas chicas que conocía en sus viajes, o que tuvieran un hijo que los obligara a enfrentarse a otro tipo de problemas, más cotidianos.
Protagonistas y productores estuvieron de acuerdo en que el secreto de la serie era, precisamente, el cariño y la confianza que se tenían entre ambos, y así se lo hizo saber el productor Leonard Goldberg a los ejecutivos de ABC en una de sus tantas discusiones: “Han estado casados una gran cantidad de años pero todavía están en su luna de miel. No te preocupes, es solo una fantasía. No traigas aquí a tu propio matrimonio”.
La tragedia como denominador común
Cuando resultó evidente para todos que el éxito de Los Hart no dependía de las historias, sino de la química entre sus actores, ocurrieron dos tragedias que pusieron en jaque a sus protagonistas, y al proyecto en sí.
La unión entre Wagner y Powers era tal que hasta se daban el lujo de reescribir o directamente improvisar las escenas en las que estaban juntos. “Nos entendíamos con una mirada, como si hubiésemos sido una pareja real”, contó la actriz tiempo después. Esa amistad, que continúa hasta hoy, fue también el apoyo que necesitaron cuando, durante la grabación de la tercera temporada de la serie, ambos sufrieron dos pérdidas personales casi al mismo tiempo.
En un episodio al que todavía hoy lo rodea un halo de misterio, Natalie Wood murió el 29 de noviembre de 1981, al caer de un yate en el que también estaba su esposo Robert Wagner y el actor Christopher Walken. William Holden, esposo de Powers desde 1973, había fallecido dos semanas antes luego de sufrir un accidente doméstico. A pesar del dolor, ambos actores siguieron adelante, la amistad y la serie fue el cable a tierra que les permitió atravesar el dolor de la pérdida.
Los Hart terminó su andadura televisiva el 22 de mayo de 1984, 111 episodios después de su estreno. Pero la pareja tendría todavía mucha vida por delante porque, como era costumbre de la época, muchas series que terminaban volvían poco después convertidas en telefilms. Así fue como entre 1993 y 1995, se estrenaron ocho películas basadas en los personajes, con el mismo equipo protagonista salvo Lionel Stander que falleció de cáncer de pulmón en 1994, luego del lanzamiento de la quinta película.
Aunque no es ni la primera ni la única serie que aparece cuando se apela a la memoria emotiva, Los Hart tuvo un recorrido muy importante en la cultura popular de su tiempo. Al punto de ser el último gran pico de éxito en la carrera de sus actores, como así también una propuesta que derrochó glamour en un momento en que la televisión viraba hacia otros rumbos. El exponente final de una época, y de una generación.
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