Los diez mejores episodios de los treinta años de Los Simpson
Pocas cosas definieron tanto a una generación como Los Simpson . Y desde ayer, con el estreno en los Estados Unidos de sus nuevos capítulos, hay treinta temporadas para probarlo.
Puede que hoy se viva una edad dorada de las series. Pero Homero y familia todo lo pudieron mucho antes, en un asalto a la alta cultura y también la popular. La animación como perfecto trampolín para un absurdo que nunca había presentado sitcom en prime time.
Ayer, con el estreno en Estados Unidos de la temporada número 30 de la creación de Matt Groening – recién en mayo llegarán los nuevos episodios a la Argentina– Los Simpson derriba un nuevo récord: ya ostentaban la marca de ser la sitcom con más episodios de la historia de la TV. Ahora es la que más temporadas lleva en el aire.
La marcha amarilla comenzó en 1987, en forma de cortos en The Tracey Ullman Show. Aquí llegaron un 8 de febrero de 1991 por la pantalla de Telefe. Se emitía un día a la semana, donde se "comprimían" dos episodios en 35 minutos. Décadas antes de Netflix, Los Simpson despuntarían el "binge watching" ocupando casi todo sábado de programación en el canal de San Cristóbal. Fueron promocionados –hasta tatuarlos en la memoria colectiva– al son de un cover de Chuck Berry cantado por Dan Castellaneta (el actor que presta su voz en inglés a Homero, Krusty, el Abuelo Simpson, entre muchos personajes) y Nancy Cartwright (voz de Bart).
Desde aquel febrero, los personajes creados por Matt Groening en un pasillo –mientras esperaba una reunión con otro fundador de la franquicia, James L. Brooks, guionista y director de Detrás de las noticias, La fuerza del cariño y Mejor...imposible–, son una pasión argentina. Si se tienen menos de 40 años, Los Simpson suele ser la contraseña cultural que acorta distancias en cualquier reunión social.
Frente a ese fanatismo irrefrenable y a esa cantera infinita de frases de su audio latino (marcada por la voz de Humberto Vélez como Homero Simpson, luego reemplazado en 2005 por Víctor Manuel Espinoza), elegimos diez episodios memorables dentro de su genialidad completa.
10. "Una estrella estrellada" (temporada 6, episodio 18)
Más allá de las cronologías internas –muchos apuntan a la tercera temporada como el salto evolutivo definitivo de la serie–, la sexta temporada ostenta "picos Simpson" como pocas. El Festival de Cine de Springfield taclea con furia un mundo que solo se haría con el tiempo más enorme, más gestual y más limitado: el cine, ya sea desde el tic de los festivales a la ceremonia de los Oscar.
En este episodio, Homero quiere ser jurado del festival que organiza Marge, al que es invitada otra creación animada de Al Jean, el crítico Jay Sherman (protagonista de The Critic). Allí puede verse a McBain/Schwarzenegger haciendo una película de 80 millones de dólares que mezcla en un solo plano acción y stand-up: el corto arty de Barney, el "Deme 10" de Homero y quizás el chiste más popular de la historia del show: la bola en la ingle. ¿Cómo olvidarlo?
9. "El drama de Krusty" (temporada 4, episodio 22)
"Gabbo Gabbo Gabbo". Todo el mundo dice allí "Gabbo esto, Gabbo lo otro", pero incluso las listas similares a esta (y hay cientos, sobre todo para quienes no estén de acuerdo) suelen ignorar la joya del episodio en cuestión. Gabbo es una suerte de "Chirolita" que tiene la mejor excusa para triunfar en la TV: "Es que soy un perversito". Gabbo quiere liquidar a Krusty en el competitivo terreno de los shows infantiles. Y gana.
La gracia de este episodio reside en burlarse de la industria del espectáculo en general y de la falsedad de la fama en particular. Krusty, caído en desgracia, pierde a "Tomy y Daly" (su Tom y Jerry gore), pero se queda con los soviéticos "Obrero y Parásito" y pide consejos al invitado que dejó boquiabiertos a los escritores: Johnny Carson.
8. "Homero al bate" (temporada 3, episodio 17)
Una de las cosas que Los Simpson hicieron mejor que otros fue invadir géneros: Homero jurado en juicio, Homero va a la universidad; Los Simpson, el musical; la guerra de Bart, el cuento gótico de Lisa, Marge a lo Thelma y Louise y así la lista. Pero "Homero al bate" queda primera en el podio.
En el episodio, Burns hace una apuesta con el equipo de la planta nuclear. Así es como jugadores profesionales de béisbol como Jose Canseco, Mike Scioscia, Ozzie Smith, Don Mattingly, Ken Grittifh Junior y más terminan en el equipo amateur de Burns, junto a Homero, Lenny y Carl. Así, la épica del equipo de perdedores es alterada como pocas veces. Todo converge en una comedia absolutamente enloquecida (el destino de cada uno de los jugadores de por sí ya es memorable; a eso debe sumársele el rol de Burns como entrenador, en el que quizás sea su mejor episodio después de su "Rosebud").
7. "El enemigo de Homero" (temporada 8, episodio 23)
En el mundo Simpson desde la temporada 3 hay una serie de reglas básicas que sirven para sumir todo a la anarquía de la comedia (nada tiene mucha lógica, o no puede ser alterado del todo, salvo algunos sets y las reacciones de los personajes).
Grimes es el episodio donde los escritores y las escritoras de Los Simpson dejan en claro que se saben de memoria el sistema operativo que da vida al show. Grimes es un héroe televisivo, uno de esos descartables "ejemplos de vida" que la TV ignora hasta que ser virales. Grimes ingresa la planta a pedido de Burns (quien se olvida quién es al otro día) y la vagancia de Homero se le hace insoportable.
Grimes rompe la cuarta pared: descubre que Homero no debería existir, que es una creación caprichosa, anárquica, que no cree en la propiedad privada, que en su sistema de valores prevalece el hedonismo y que el único mundo que puede contenerlo no debería existir. O debería ser el caos. Así es como Grimes intenta mostrarle al mundo quién es Homero Simpson. Y eso le cuesta la vida. Este episodio es una patada directa a quienes aplican la lógica al mundo Simpson.
6. "Homero tamaño familiar" (temporada 7, episodio 7)
Homero descubre que si sube 150 libras (más de 68 kilos) su obesidad le permitirá pedir licencia laboral por incapacidad. Lo que sigue, obviamente, es una carrera por lograr llegar lo antes posible al "peso ideal" para su propósito de dejar de trabajar.
Mientras Homero se va acercando a su objetivo con la ayuda de Bart, su maquiavélico Robin, aparecen como blancos la pésima cultura alimenticia de gran parte de Estados Unidos, los McCompendios (la Krusty Burguer, incluso al de pescado) y la discriminación para con aquellos que sufren obesidad. Como siempre, no queda gramo del mundo sin ser pesado, juzgado y ridiculizado.
5. "La última salida a Springfield" (temporada 4, episodio 17)
Un episodio sobre los reclamos gremiales ante las decisiones tiránicas del señor Burns en su planta nuclear. Homero, como siempre por consecuencia del slapstick, es confundido con algo que no es: un sindicalista de genio.
Es, por si no lo recuerdan, el episodio de "plaaaaan dentaaaal" ("Lisa necesita frenos"). De hecho, si se googlea "plan dental" aparece un clip de este episodio antes que ningún otro resultado. Sabemos que Homero es la caricatura deformante de la clase media baja de su país, para la que suele postularse que sus únicos reclamos son cerveza, sexo, TV y, quizás, familia. Pero una de las claves de su éxito radica en la tridimensionalidad de sus personajes.
Citas al "Yellow Submarine" de los Beatles, Homero soñándose como el capomafia Don Homero, gritos de "¿Dónde esta mi hamburguesa?", cientos de monos tipeando la obra más grande jamás escrita, Homero homenajeando a Curly: todas pistas para dejar en claro que Homero es el héroe de la clase trabajadora. Nunca mejor ejemplificado.
4. "Marge contra el monorriel" (temporada 4, episodio 12)
"Mono…Ouh". No existe ser humano que haya tenido una TV en los años 90 que pueda escuchar la palabra monorriel sin pensar en el episodio con la canción más popular en la historia del programa. Conan O’Brien, miembro clave del club creativo de los Simpson en sus inicios –actualmente uno de los grandes conductores de late night shows de los Estados Unidos– fue el cerebro y la voz del vendedor detrás de este episodio (él mismo ha declarado en varias ocasiones que en su país le gritan a diario "¡Monorriel!" por la calle).
La idea del episodio es parodiar una película de desastre a lo Irwin Allen (La aventura del Poseidón, Infierno en la Torre). En primer lugar, como en pocos episodios todos los integrantes del elenco funcionan como relojito suizo (la discusión sobre qué hacer el con el dinero que pagará el monorriel debería ser enseñada como definición de qué es el timing cómico).No hay aquí línea de diálogo que no sea un clásico. Desde "Batman es un científico" a "A la grande le puse Cuca", todo demuestra al sistema Simpson en su perfección.
Allí esta como prueba, hoy de oro, el cameo de Leonard "Spock" Nimoy: si hay episodios Simpson para cuidar y saber que serán imposibles de replicar, ése es del mono…¡ouh!
3. "Homero hereje" (temporada 4, episodio 3)
Éste es el episodio donde Homero faltar a misa, lo que rankea entre los tres mejores días de su vida (junto al casamiento con Marge y el día en el que volcó un camión de cerveza). Dios se le aparece en un sueño y él se trenza en disquisiciones ontológicas: "¿Por qué voy a pasar la mitad del domingo pensando que me voy a ir al infierno?" Después, el episodio intenta borrar sus huellas iconoclastas con igual lucidez pero con más moraleja.
2. "Homero, el grande" (temporada 6, episodio 12)
Todos los hombres de Springfield menos Homero se vuelcan a un culto ancestral y con lujos ABC1 llamado los magios. Como corresponde, Homero se obsesiona y luego descubre que los Simpson solían ser magios.
El episodio se burla de cualquier atisbo de cordura y de las pirámides de poder creadas en torno a una ficción religiosa, desde las logias a los Iluminati. Homero es aquí el perfecto idiota, el hombre capaz de desarticular el mundo, y aquí es más que evidente: incluso una religión puede ser su víctima.
1. "El cuarteto de Homero" (temporada 5, episodio 1)
¿Qué pasa cuando los Fabulosos de Springfield chocan de frente con los Fab Four? Así es, conozcan a Los Borbotones. La historia de los Beatles define la cultura del siglo XX, y los Simpson redefine la forma de triturar esa misma cultura y reírse mientras salen disparadas las astillas.
Este capítulo contiene la aparición más preciosa de un músico en su historia (George Harrison apunta a los panquecitos) y desarticula quirúrgicamente cualquier lugar común Beatle. Desde la mezcla caprichosa y lúcida de la tapa de Abbey Road con la famosa cita de John Lennon ("somos más populares que Jesús") que da como resultado un álbum con los falsos Beatles caminando sobre el agua, no hay instante que no sea imposible de olvidar.
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