Los creadores de las distopías televisivas ven cómo sus pesadillas de ficción se hacen realidad
Intentaron advertirnos.
En sus series de televisión, trataron de mostrarnos los escenarios distópicos más escalofriantes que era posible imaginar: aterradoras realidades alternativas donde la vida tal como la conocemos había sido arrasada por revoluciones, pestes, tecnología fuera de control y hordas de zombis insaciables. Por entonces, los creadores de esas series –El cuento de la criada,Westworld, entre otras–, querían entretener y hacer pensar a la audiencia global con sombrías reflexiones sobre realidades que todavía les parecían evitables o demasiado atroces para llegar a existir. Pero ahora, en medio de la incertidumbre por la pandemia de coronavirus, los creadores de esas ficciones están viendo con otros ojos sus propios creaciones.
No esté en el ánimo de esos productores y guionistas el regodearse o reprocharle al público por haber desoído sus agoreros pronósticos. Pero tienen una visión acabada del poder de seducción que tiene sobre nosotros el entretenimiento distópico y se preguntan si los actuales acontecimientos tendrán algún impacto a largo plazo en sus próximas obras. También sienten un poco de remordimiento por pedirle a la audiencia que se enganche con las pesadillas que ellos imaginan. "La verdad que uno siente culpa de meterle miedo a la gente", dice Bruce Miller, creador y productor de la adaptación de The Handmaid's Tale para la cadena Hulu (aquí están disponibles las tres temporadas en Flow). "Es como si uno hubiese deseado que esas cosas ocurrieran, pero en realidad lo que demuestra es que la TV, y la ficción en general, tiene algo que decirle a la gente sobre el funcionamiento del mundo", dice Miller.
Alison Schapker, autora y productora de Altered Carbon, la serie de ciencia ficción de Netflix, dice haber tomado plena consciencia del modo en que si trabajo es recibido "cuando la TV se ha convertido en uno de los principales pasatiempos y una de las maneras de procesar lo que pasó durante el día". Schapker agrega que el descontento general de la sociedad se cuela indefectiblemente en su trabajo: "Lo que quiero contar siempre sale de lo que nos pasa en la vida, y esa vida hoy está completamente patas arriba".
En The Handmaid's Tale, adaptación de la novela de Margaret Atwood, tras ser arrasado por una pandemia y una catástrofe ambiental, Estados Unidos ha sido refundado como un Estado totalitario donde las mujeres son esclavizadas. Altered Carbon, basada en la novela de Rochard K. Morgan, imagina un futuro donde la inmortalidad es posible gracias a la tecnología, pero solo para quienes pueden pagarla. En Westworld, adaptación de HBO de la novela de Michael Crichton, autómatas indistinguibles de los humanos viven sometidos en un mundo de degradación moral y atroz desigualdad económica.
Si bien esos escenarios deshumanizantes proliferan en la cultura popular, Jonathan Nolan, cocreador y productor de Westworld –que en este momento está emitiendo su tercera temporada en HBO y HBO Go– dice que son todas derivaciones de esa curiosidad compartida que lleva a los humanos a imaginar sociedades en problemas para observarlas como a través de un vidrio, desde una distancia prudencial. "Nuestra cultura va probando colectivamente diferentes estrategias y diferentes resultados, para tratar de entender en qué nos vamos a equivocar y a arruinar todo", dice Nolan, y agrega que también hay algunas fantasías utópicas dando vueltas, "pero a la gente le interesa más ver versiones del mundo donde las cosas salieron mal que donde salieron bien".
Lisa Joy, cocreadora y productora de la serie junto con Nolan, cree que los relatos distópicos son una especie de campo de pruebas psíquico donde se puede experimentar en tiempos de relativa calma. "La Historia nos muestra que ha habido ciclos de guerra, pobreza, penurias, hambre y enfermedad", dice Joy. "Sería un exceso de arrogancia creer que íbamos a quedar exentos o inmunes a esos ciclos para siempre."
Alex Garland, autor y director del tecno-thriller Devs, dice que para desarrollar las ideas centrales de la serie –"gigantescas empresas tecnológicas con facultades que nadie regula y enormes desequilibrios de poder y de riqueza"–, no necesitó hacer conjeturas. "No hay nada ni remotamente futurista en esas ideas: es una obviedad, algo que todos sabemos y que ya ocurre." Garland también ha desarrollado escenarios apocalípticos en otras de sus películas, como Aniquilación, donde la Tierra es amenazada por una mutación alienígena, y Exterminio, donde el planeta es arrasado por los zombis. El cineasta explica que ese tipo de historias ofrecen una forma atractiva de "cumplir deseos insatisfechos". "Cuando era chico me gustaban las películas de zombis", dice Garland. "Por un lado, los zombis me daban miedo, pero por el otro no podía evitar pensar que estaba buenísimo poder romper la vidriera de un negocio, entrar y agarrar lo que se me diera la gana."
Por supuesto que ese tipo de voyeurismo, dice Garland, "sólo da satisfacción cuando ocurre como anticipación, desde la seguridad de saber que las cosas no son así", y agrega que tanto los creadores como el público llegaron a convencerse a sí mismos de que "al anticipar y engancharse con las distopías, de alguna manera se estaban vacunando contra la posibilidad de que ocurrieran". Pero ahora que la civilización enfrenta una crisis real, no demasiado distinta a las que imaginó, Garland no puede evitar preguntarse si ese tipo de narrativa no ha sido fútil. "Es como hacer una protesta por Twitter", dice. "Parece que estoy diciendo algo, pero probablemente no sea más que otro ruido rebotando en una caja de resonancia."
¿Esos relatos distópicos realmente tienen el poder de prepararnos para una inminente adversidad? Miller dice que el género distópico al menos trasmite la reconfortante sensación de que los individuos tenemos cierto grado de control sobre un entorno caótico. "Uno siempre quiere contar historias en las que las decisiones de un solo individuo pueden tener efectos", dice Miller. "Y como en los mundos distópicos todo está reducido a lo más básico, esas decisiones son más sencillas, entonces podemos poner el foco de atención en el problema que nos interesa mostrar."
Ahora bien, en las semanas y meses por venir, ¿la audiencia perderá su apetito por consumir mundos imaginarios donde todo salió mal, o buscará historias donde las cosas cambian para mejor? Los productores de televisión se muestran contrarios a reescribir sus series para abordar de plano la pandemia de coronavirus. "Lo que está pasando en este momento es absolutamente real", dice Garland, cuyo trabajo en Devs –producción de FX que aún no tiene pantalla en la Argentina– ya casi ha terminado. "Nadie va a tener una respuesta significativa para lo que está pasando por lo menos por un par de años."
Schapker, de Altered Carbon, concuerda con esa idea y dice que no hace falta convertir esos programas en fantasías sentimentales ni en fantasías fúnebres. La responsabilidad de los guionistas, dice Schapker, "es captar la complejidad del momento y reflejarlo en su trabajo". "No es momento de edulcorar las cosas, y tampoco es momento de quedarse sentado mirando por la ventana."
Cuando el coronavirus empezó a ser preocupante, hacía dos semanas que el elenco y el equipo de El cuento de la criada filmaban los primeros episodios de la cuarta temporada, y era imposible predecir si la catástrofe en marcha influiría en el proceso creativo.
Si bien el objetivo general de la serie –"contar una historia con la que la gente se enganche"– sigue siendo la misma, Miller dice que parte de su trabajo "es ser como una flor delicada que siente todo el tiempo lo que pasa en el mundo, así que por supuesto que cambiará lo que escribo y lo que charlamos en relación con el relato." Los productores de Westworld y están tratando de resolver el final de esta tercera temporada a distancia, trabajando desde sus casas.
Nolan y Joy tampoco creen que su serie pueda o deba convertirse en una fantasía sentimental de la noche a la mañana. "No hay forma de alternar nuestro ADN creativo ni de escribir algo que no sea orgánico con nuestras ideas", dice Joy. Lo que pueden hacer es seguir otra tradición dramática y poblar sus relatos con personajes heroicos que sean "modelos a seguir para la gente", explica. Los relatos distópicos "tal vez muestren un mundo cruel, caótico y quebrado, pero lo importante es que frente a un mundo como eso, los seres humanos no tienen por qué ser crueles o caóticos, ni tiene por qué quebrarse."
(Traducción de Jaime Arrambide)
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