Los ángeles de Charlie: un éxito que hizo historia, pero terminó dañando a sus protagonistas
En la televisión de la década del 70, las mujeres nunca eran las heroínas de la historia. Si tenían mucha suerte podían ser parte del equipo de rescate (siempre liderado por un hombre) o, como sucedía en la mayoría de los casos, las damas indefensas a las que había que salvar. Quienes defienden a Los ángeles de Charlie aseguran que esta serie vino a cambiar las cosas, a dar un vuelco radical en el status quo poniendo por primera vez al frente a un equipo de investigadoras. Sus detractores, en cambio, sostienen que fue más de lo mismo, que si bien eran ellas las que resolvían los casos, el programa no hacía más que cosificar a tres hermosas mujeres, sometidas a las órdenes de un ignoto jefe que no dudaba en mostrarse como un bon vivant.
¿Puede ser que ambos grupos tuvieran razón? Es probable, porque las causas y consecuencias que llevaron a Los ángeles de Charlie a convertirse en una serie de culto tienen mucho que ver con las dos posturas.
Los ángeles de Harry
Sabrina Duncan (Kate Jackson), Kelly Garret (Jaclyn Smith) y Jill Munroe (Farrah Fawcett-Majors) eran tres chicas policías cansadas del trabajo de escritorio. En busca de acción aceptan la propuesta de Charlie Townsed para sumarse a su agencia de detectives. Lo curioso (aunque a ellas nunca les pareció raro) es que el jefe se comunicaba con ellas por un altavoz. Tan celoso era de su privacidad, que a lo largo de las cinco temporadas que tuvo la serie desarrolló las ideas más absurdas para evitar ser visto. Una de las más bizarras fue cuando los ángeles llegan al barco en el que lo tienen secuestrado, para ver por una claraboya cómo se escapa nadando en el océano. Demasiado, ¿no?
Esta y otras ideas eran aprobadas y celebradas por Aaron Spelling, un nombre que marcó para bien y para mal la televisión de entonces con una sucesión de éxitos como El crucero del amor, Dinastía, Starsky y Hutch, o La Isla de la Fantasía, entre muchos otros. Ya en 1965, había producido la serie Honey West, con Anne Francis (quien aceptó luego de que Honor Blackman rechazara el papel) en el rol de una bella detective privada. Y aunque el producto fracasó, la idea le había quedado rondando en la cabeza. Hasta que una década después la retomó multiplicándola por tres.
Cuando ABC recibió un resumen del piloto de Los ángeles de Harry, lo primero que vetó fue el nombre. En el canal ya había un Harry-O protagonizado por David Janssen, y el parecido en ambos títulos podía confundir al televidente. Había sido la segunda idea de título después del insostenible Alley Cats [“Gatas callejeras”], que era el que más le gustaba al productor. Pero este no era el único problema del proyecto, ni siquiera era el peor. Lo verdaderamente preocupante para los ejecutivos de ABC era el concepto: “¿Mujeres detectives? ¿Dónde se ha visto?”.
Aunque al principio no quisieron saber nada, un oportuno cambio de conducción en la cadena dio luz verde al piloto. Para entonces ya eran parte del programa Kate Jackson, la única con experiencia como actriz, lo que le valió en las primeras temporadas cobrar el doble que sus compañeras; Jaclyn Smith, modelo que fue muy cuestionada desde el vamos y, que curiosamente fue la que más tiempo estuvo en la serie; y Farrah Fawcett-Majors -esposa de Lee “El hombre nuclear” Majors-, que venía de vender doce millones de copias de un póster en el que se la veía con una sexy malla roja.
Completaba el equipo el actor David Doyle como John Bosley, y por supuesto Charlie, que a pesar de ser quien le daba título al show, fue el último en ser elegido y nunca apareció en los créditos.
Una voz en el teléfono
John Forsythe y Aaron Spelling eran muy buenos amigos, por eso el productor acudió a él desesperado cuando su primera elección para darle vida a Charlie llegó al estudio de grabación completamente borracho. El actor le puso al productor dos condiciones: la primera fue no aparecer nunca en cámara, porque sino tendría que cobrarle mucho más dinero del que, sabía, estaba dispuesto a pagar; y la segunda, que su nombre no apareciera por ningún lado para “darle más misterio al personaje”. Los mal pensados de ayer y de hoy aseguran que el pedido fue porque, al igual que el resto, Forsythe estaba seguro de que la serie sería un fracaso y no quería quedar asociado a ella.
Pero sucedió todo lo contrario. Un poco por la originalidad, otro poco la falta de pretensiones, y otro tanto por el morbo de la platea masculina, Los ángeles de Charlie debutó el 21 de marzo de 1976 con récord de audiencia.
Veintidós episodios después, la serie estaba instalada y estaban todos felices. Bueno, casi todos, porque a Kate Jackson no le gustaba ni un poco que todos los capítulos tuvieran una excusa para mostrarlas vulnerables y con poca ropa. Mientras que Farrah Fawcett comenzaba a experimentar en su casa los celos de su marido, al ver que se había vuelto más famosa que él y había dejado de ser “el ama de casa” que era. Lo peor que le pudo pasar a Los ángeles de Charlie fue convertirse en un éxito inmediato, porque si bien explotó, también implosionó. Y las esquirlas de este segundo estallido fueron letales.
La manzana de la discordia
Con una segunda temporada confirmada y el prestigioso People Choice Awards en la vitrina de su oficina, Aaron Spelling recibió la peor noticia que le podían dar: Farrah Fawcett quería renunciar.
Por presión de Lee Majors, que quería ejercer un mayor control sobre su carrera y sobre ella, la actriz y modelo decidió bajarse de Los ángeles de Charlie en su momento de mayor éxito. Mientras Spelling la amenazaba con llevarla a juicio por “incumplimiento de contrato”, ella le respondía que nunca había firmado nada (lo cual era cierto), así que podía irse cuando quisiera.
Sabiendo que no podía retenerla, el productor optó por mover influencias para que sus colegas no la contrataran diciéndoles que era una “actriz conflictiva”. Finalmente Fawcett llegó a un acuerdo: haría seis participaciones especiales en las siguientes dos temporadas de la serie. De todos modos, la movida no fue gratis, y terminó creando una productora junto a su esposo para poder seguir trabajando.
En la ficción Jill Munroe dejaba la agencia para casarse, y era reemplazada por su hermana menor Kris (Cheryl Ladd) que, casualmente, también era policía, y también estaba aburrida en su burocrático trabajo, y también andaba en busca de aventuras.
A pesar de que el público del programa estaba enamorado de Farrah Fawcett (su peinado y su forma de vestir se habían vuelto tendencia), Ladd fue inmediatamente aceptada por ellos. A diferencia de sus compañeros y compañeras de trabajo que no la soportaban. La primera en presentarle batalla fue Kate Jackson, que prefería a Kim Basinger como reemplazo luego de que esta apareciera en uno de los capítulos de la primera temporada.
El enfrentamiento entre ambas mujeres había nacido en la película para televisión Satan’s School for Girls (también producida por Spelling) donde se habían llevado pésimo. Jackson la acusaba de ser mala compañera y trepadora, mientras que Ladd decía públicamente que su compañera pasaba jornadas enteras sin dirigirle la palabra. Jaclyn Smith, en cambio, fue la única en apoyar a la recién ingresada actriz, muy enojada por la decisión que había tomado Farrah.
El mal clima de trabajo duró dos años, hasta que al final de la tercera temporada, Kate Jackson no aguantó más y decidió “colgar las alas”. El problema no era solo con su colega, sino también con Aaron Spelling. Sucedió que la actriz había sido seleccionada por sobre Meryl Streep para protagonizar junto a Dustin Hoffman Kramer vs. Kramer. Pero como se superponían los horarios de rodaje con los de la grabación de Los ángeles…, los productores le pidieron a Spelling coordinar un nuevo cronograma pero este se negó. Así, coartó el despegue cinematográfico de Jackson, la primera y última gran oportunidad que tuvo para convertirse en una estrella cinematográfica. Y ella no se lo perdonó.
Ángeles caídos
El cambio de Jackson por la desconocida Shelley Hack (luego de descartar a Michelle Pfeiffer) en el papel de la agente Tiffany Welles no fue bien recibido por los fans. Así Los ángeles de Charlie, que durante sus primeros años en pantalla había marcado el pulso del rating, para la cuarta temporada venía en caída libre. Encima, los problemas internos eran cada vez más evidentes.
Mientras Smith seguía mirando la vida pasar, por su buena relación con uno de los productores Cheryl Ladd había tomado control del show. Su personaje, Kris Munroe, protagonizaba episodio tras episodio dejando a sus compañeras (especialmente a la recién llegada Hack) en un segundo plano.
La situación fue demasiado y Hack duró apenas los 25 capítulos que conformaron la cuarta temporada, y desapareció sin que se supiera nada más de ella. La quinta y última trajo a la escultural Tanya Roberts como nueva integrante del terceto. Por primera vez no se trataba de una policía, sino de una ladrona reformada y, convenientemente, modelo. Nuevamente los medios se hicieron eco del despotismo de Cheryl Ladd, quien había exigido que quería a una actriz pelirroja para ser ella “el único ángel rubio del grupo”, y más tarde se había quejado de Roberts por ser “un poco gordita”.
Tras 108 episodios, y sin nada interesante para ofrecer, Los ángeles de Charlie fue cancelada en 1981. Ninguna de sus seis actrices tuvo una carrera posterior destacada, conformándose con papeles de poca importancia en telefilmes o películas de idéntica condición. De todas, la única que siguió ligada al nombre fue Jaclyn Smith, que no dudó en hacer un cameo en todas remakes para cine que se hicieron más tarde: las producidas por Drew Barrymore y la olvidable superproducción de 2019 a cargo de Kristen Stewart. Le faltó aparecer solamente en la remake para televisión de 2011 que duró apenas ocho episodios y fue cancelada, y en la versión latina llamada Ángeles (1999), protagonizada por Patricia Manterola y la argentina Sandra Vidal.
A pesar de haber sido uno de sus mayores sucesos, Aaron Spelling no guardó luto por el final de Los ángeles de Charlie y enseguida siguió adelante con su máquina de fabricar éxitos. Mientras sus protagonistas se hundían en el olvido, y la serie hecha a los tropezones con el único objetivo de ganar mucho dinero rápidamente se convertía en un programa de culto.
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