Los actores de Stranger Things: crecer entre demogorgones y nostalgia ochentosa
Debe ser extraño vivir en una ciudad que es hogar de conspiraciones nefastas, experimentos secretos y un portal a una dimensión alterna poblada por monstruos grotescos. Pero crecer es aún más extraño.
Después de una ausencia de casi dos años, Stranger Things regresó este 4 de julio con su tercera temporada en Netflix , y mucho ha cambiado. Aún es la década de 1980, pero ahora que nos ponemos al tanto con la vida de los niños protagonistas cuyas aventuras nos ha tocado ver —Will (interpretado por Noah Schnapp), Lucas (Caleb McLaughlin), Max (Sadie Sink), Dustin (Gaten Matarazzo), Mike (Finn Wolfhard) y la psíquica Eleven ( Millie Bobby Brown )— descubrimos que realmente ya no son niños.
La tercera temporada empieza durante un verano de transición para ellos, van a ingresar al bachillerato. Ahora son inconfundiblemente adolescentes y están llenos de todas las pasiones y los sentimientos complicados que implica esa etapa de la vida. Su crecimiento se refleja en los referentes culturales de la época de 1980 por los que esta serie se ha hecho famosa: en la nueva temporada pasamos de la inocencia de filmes como E.T., el extraterrestre y Los Gooniesa referencias dirigidas a audiencias más adultas, como Picardías estudiantiles; varios episodios están ambientados en el nuevo centro comercial de Hawkins, Indiana.
Los amigos de Stranger Things una vez más se enfrentan a horrendas bestias humanas y no humanas, pero en los nuevos capítulos también encuentran sus primeros amores (y sufren sus primeras rupturas amorosas) al tiempo que descubren que mantener unida a la pandilla no es tan fácil como antes.
Los actores que interpretan a estos personajes también han crecido: algunos tenían 9 o 10 años cuando se presentaron a la audición ante los hermanos Matt y Ross Duffer, creadores de Stranger Things, y ahora tienen entre 14 y 17 años.
En entrevistas individuales, los jóvenes actores hablaron de cómo es crecer frente a las cámaras y fuera de ellas, de su apreciación por la cultura pop de los ochenta, de antes de que nacieran, y lo que han aprendido de ellos mismos. A continuación, fragmentos editados de las conversaciones.
-¿Qué están haciendo sus personajes para la tercera temporada?
MILLIE BOBBY BROWN: No creo que Eleven sepa cómo usar sus poderes adecuadamente; eso es lo que aprende esta temporada. Obviamente eso la ha obligado a adoptar un estilo de vida distinto, y tiene mucho estrés postraumático. Sin embargo, está tratando de ser normal de nuevo. Como cualquier otra adolescente, Eleven está aprendiendo a no ser lo que quieren los demás, sino ella misma. Me identifico mucho con eso.
CALEB McLAUGHLIN: Es muy diferente de las últimas dos temporadas. Hay mucha tela que cortar. Mike y Lucas se vuelven más cercanos esta temporada. Creemos que sabemos mucho de la vida, y creemos que todos somos maduros, pero en realidad no lo somos.
FINN WOLFHARD: Mike se cree mucho, como si fuera ya todo un hombre. Pero es un adolescente. Tiene novia y se siente intocable, inmortal, como cualquier adolescente que acaba de cumplir 13 años. Piensas: "Me vale. No me importa".
NOAH SCHNAPP: En la primera temporada, Will es más tímido y reservado, pero en la segunda temporada, después de que el monstruo lo ataca y se apodera de su cuerpo, Will se volvió más valiente. A lo largo de la tercera temporada, vemos cómo el monstruo aún está dentro de él y cómo lidia con eso. Porque no se ha recuperado del todo.
GATEN MATARAZZO: Parece que la apuesta para las historias de Dustin ha estado aumentando más y más. Siempre ha tenido sus pequeñas historias aparte, pero este año tiene todo un centro comercial con el cual competir.
-Uno de los grandes temas de esta temporada es cómo su grupo principal de amigos no solo está creciendo y cambiando, sino que también hay peleas y empiezan a ir en direcciones distintas. ¿Eso les pareció auténtico?
McLAUGHLIN: Esas cosas pasan; los amigos se separan. Cuando dejé la escuela, si tenía contacto con un amigo de ahí, terminaba pensando: "Sí, ya casi no hablo con esa persona". Solo era porque ya no iba a la escuela. Pero en realidad no les hablo mucho.
MATARAZZO: Obviamente es triste. Siempre pienso en algo que mi profesor de historia dijo en su clase: "Estaba pensando, a principios de esta semana, que hubo una época en la que pasaba el rato con mis amigos, todos juntos… Y después jamás sucedió de nuevo. Algo pasa o algo cambia, y luego ya nada es lo mismo". Así funcionan las amistades, sobre todo cuando eres niño.
SADIE SINK: Max se hace amiga de Eleven esta temporada. Los fines de semana, Millie y yo organizábamos pijamadas y cosas así… Por eso creo que nuestra relación en pantalla resultó muy genuina, gracias a lo cercanas que somos en la vida real. Como éramos las dos niñas del set, formamos un lazo automático.
-La presencia de lo sobrenatural aún es parte importante de la serie. ¿Qué tan difícil es fingir que usan poderes psíquicos o reaccionar a monstruos que en realidad no están ahí?
SCHNAPP: Para Stranger Things se trata de poder hacer que una pequeña pelota de tenis es un monstruo enorme. En la segunda temporada, hubo una escena en la que estaba gritándole al monstruo sin que hubiera nada ahí. Solo era el cielo. Así que supongo que tengo una gran imaginación. En otra escena, tuve que dejarme caer y tener convulsiones; nunca he experimentado una ni he visto a alguien que las tenga. Así que solo busqué en internet, y Winona [Ryder] también me ayudó.
BROWN: Yo suelo canalizar energías, uso mucho mis propios recuerdos. Sobre todo cuando estoy enojada… Se vuelve un sentimiento muy verdadero y genuino. Creerías que todo ese llanto actuado te hará sentir mejor, pero no, de hecho, sientes lo contrario. Generalmente, cuando grabo ese tipo de escenas, voy a casa, escucho algo de música triste y lo saco en forma de llanto. Dura menos de cinco minutos, pero es algo que debes hacer para poder seguir adelante. Y después estoy bien el resto del día.
-¿Qué sabías de la cultura de la década de los ochenta antes de Stranger Things?
WOLFHARD: Ya había visto todos los clásicos. Había visto todas las películas de John Hughes, todos los filmes de [Steven] Spielberg. También vi cosas de terror de los ochenta, como Evil Dead. Fue genial cuando los Duffer me dieron una lista de películas que ver: Gaten y yo dijimos "Ah, esas ya las vimos".
MATARAZZO: Mis padres querían asegurarse de que supiera de todo eso. Recuerdo que mi papá me mostró un álbum de Duran Duran una vez y me obsesioné con él. Ahora tengo una conexión con ese álbum y esa época.
SINK: Mi mamá siempre pone música de Madonna en el auto, así que ya conocía sus gustos de los ochenta. Soy súper fanática de Volver al futuro. Volví a verla hace poco, y encuentro muchas similitudes entre Max y Marty. Tienen el mismo tipo de patineta, la misma mochila.
-¿Hay algo de 2019 que crees que seguirá estando de moda dentro de treinta años?
SINK: Acabo de ver La noche de las nerds, y sentí que de verdad capturó cómo es ser adolescente hoy en día. Esa es una película en la que seguro seguiremos pensando en el futuro porque captura el espíritu de 2019.
McLAUGHLIN: Beyoncé. Bruno Mars. Jay-Z. Migos.
SCHNAPP: Siempre me pregunto si los iPhone de Apple y todos esos dispositivos electrónicos que usamos seguirán estando de moda en diez o veinte años. Es lindo estar en el set [de Hawkins], porque te enseña que no tienes que estar en tu celular todo el tiempo: la gente vivía sin eso antes.
-¿Cómo sientes que has cambiado desde que comenzaste a trabajar en Stranger Things?
SINK: Definitivamente he crecido, pero soy la misma Sadie que habría sido, aunque no hubiera sido parte de Stranger Things. Siempre he sido relajada, me dejo llevar por la corriente. Siempre se habla de cómo los niños actores terminan locos, pero no creo que ese sea el caso de ninguno de nosotros. Todos solo somos chicos buenos, sobre todo cuando te rodeas de gente cariñosa y solidaria.
McLAUGHLIN: Soy de tener oídos abiertos, con una personalidad que me permite escuchar a los demás. La verdad no soy alguien muy necio. Pensé que ya sabía lo suficiente, pero, a medida que crezco, me he dado cuenta de que no sé muchas cosas.
MATARAZZO: Me he vuelto un cabroncito más sarcástico, aunque en realidad no he cambiado tanto. Veo videos viejos míos, con mi sentido del humor de entonces, y pienso: "Guácala, ese es el tipo de persona del que me burlo ahora". La razón por la que soy sarcástico es una inseguridad profunda de la que no estaba consciente. [Se ríe]. Pero todo eso es humor.
BROWN: He aprendido a interesarme por cosas nuevas y distintas. Obviamente, mi estilo de vida ha cambiado de manera muy drástica. Debo tomar precauciones de seguridad y en torno a mi privacidad, debo ser más cuidadosa. Pero yo, mi amor y mi pasión por la actuación no han cambiado en absoluto.
-¿Qué tan extraño ha sido crecer frente a millones de espectadores?
BROWN: La gente cree que no hemos tenido infancia, pero si tienes una hija, todo lo que ella vivió yo también lo he vivido… Sí lloramos, todavía nos ponemos muy emotivas casi al azar con ciertas cosas. Es como cualquier otra infancia, de pedir "déjenme ser niño y hacer cosas".
MATARAZZO: Siempre va a haber muchos videos de mí en el pasado y jamás desaparecerán. Cuando tenga como 30 años, solo tendré que buscar: "Gaten Matarazzo cuando era niño", y aparecerán un montón de cosas. Y solo estaré ahí pensando: "Ay, no".
SCHNAPP: Soy el más joven en el set y nunca había sentido como que todos realmente son mucho mayores. Pero ahora todo es una locura; o sea, Caleb ya tiene barba. Todos son altos. Hemos crecido mucho. Pero es lindo poder ver en retrospectiva la primera temporada y pensar: "Guau, así suenan nuestras voces". Tendremos eso para siempre.
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