Legión inicia su temporada final con revelaciones, surrealismo y viajes en el tiempo
Noah Hawley se define a sí mismo como "un caso de éxito instantáneo que tardó 20 años en llegar". En efecto, este guionista, productor y realizador al que la crítica llamó "el Kubrick de la televisión", es, en la actualidad, el creador y showrunner de Fargo -una serie que encaró la tarea imposible de retomar una de las mejores películas de los hermanos Coen y salir favorecido de la comparación-, y de Legión, uno de los relatos más innovadores y visualmente explosivos de la pantalla.
A los 52, Hawley también está trabajando en su primer largometraje, llamado Lucy in the Sky (protagonizado por Natalie Portman) y viene de publicar su quinta novela, Before the fall, que fue un best-seller en los Estados Unidos. Esta avalancha de trabajo no es nueva: hace décadas que se mueve por la industria cultural con diferentes grados de reconocimiento. Primero quiso triunfar al frente de una banda de rock, una elección laboral complicada para quien confiesa que es incapaz de acostarse después de las 9 de la noche. Luego llegó la tele: su primer trabajo fue como guionista de la serie Bones; en 2009 creó su primer show, llamado The Unusuals, que fue cancelado tras la primera temporada; el mismo destino sufrió su segunda creación, My generation (2010), que quedó perdida en el medio de un cambio de mando de la cadena que la había encargado. Sus primeras cuatro novelas fueron publicadas ante una indiferencia más o menos generalizada, pero fue recién cuando apareció su versión de Fargo que su notable talento empezó a ser reconocido y que su suerte comenzó a cambiar.
Antes del estreno de la nueva y última temporada de Legión , Hawley conversó con LA NACION sobre el final de esta serie y sobre cómo se puede ser guionista, director, novelista y productor y hacer todo bien.
-¿Qué podemos esperar de esta nueva temporada de Legión?
-Es la conclusión del ciclo, y creo que logramos ir donde los espectadores querían llegar. Solo que no vamos a hacerlo del modo en que esperaban. Este es un programa sobre un personaje que no está seguro de qué es real, por lo tanto, como en el surrealismo, en el realismo mágico o en los films de Stanley Kubrick, intentamos separar la imagen de la información y presentarle a la audiencia, ante todo, una experiencia visual que no necesariamente está atada a un punto de giro de la narrativa.
-¿La idea es desconcertar?
-Puede que resulte un poco desconcertante, pero no lo hacemos solo para confundir o provocar: todas esas imágenes tienen sentido, que se revelará a su tiempo, pero no es necesario que los espectadores lo conozcan desde el comienzo porque David Haller (Dan Stevens), el protagonista, no lo conoce. A medida que las cosas se aclaren para él, también lo harán para nosotros.
-¿Se puede pensar que ése es el arco narrativo de la serie: trata de un personaje que intenta conocer su identidad?
-Es la historia de un hombre que descubre que fue adoptado y que tiene un conjunto de habilidades increíbles que heredó de uno de sus padres biológicos. Entonces nos proponemos encontrar a ese padre. Desde el comienzo plantamos la idea de que el padre de David es Charles Xavier, el Profesor X, y desde luego, hubo mucho debate con 20th Century Fox (ahora con Disney, el estudio que produce la serie) acerca de cuándo y cómo podríamos usar al Profesor X, porque se pusieron bastante territoriales y estaban preocupados por la sobreexposición de su producto. Pero la serie no está realmente conectada con la historia de los X Men, de modo que siempre me sentí libre para buscar a nuestro Profesor X. Hubo dos actores maravillosos en este rol, Patrick Stewart y James McAvoy. Nuestra historia necesitaba a alguien más joven, de modo que elegí a Harry Lloyd porque es una persona contenida pero de una gran humanidad: puedo creer que es alguien que cometió un error sin darse cuenta y, cuando lo descubre, lo único que le importa es arreglar las cosas.
-Decías que la serie se dirige hacia dónde los espectadores quieren llegar... ¿Dónde imaginás que es?
-Creo que la audiencia espera algún tipo de confrontación entre David, Syd (Rachel Keller) y Farouk (Navid Negahban) y que quieren que ese enfrentamiento sea épico y satisfactorio. Pero a mí me interesa que ese conflicto también cierre a nivel emocional, al nivel de quién es cada personaje. Como cualquier narrativa, la primera mitad de la serie se ocupa de plantear las cosas y la segunda, de saldarlas. En el género de superhéroes, buena parte de la resolución es acción, guerra. Hay héroes y hay villanos que tienen que chocar, lamer sus heridas, volver a chocar y así hasta el conflicto final. Pero esto no es lo que me seduce a mí. Solo estoy interesado en la acción en tanto mueve la historia hacia delante. Por eso, en esta serie no hay tantos combates; en la segunda temporada hubo una batalla bailada... Siempre busco formas de hacer la acción más interesante y más emotiva. En este final traté de crear un balance entre lo que espera la audiencia y lo que me resulta cautivante a mí a nivel de los personajes. Creo que lo logramos.
-En esta nueva temporada introducís el viaje en el tiempo. ¿Que fue lo que te interesó de este tema?
-El tiempo es una dimensión de la narración. Obviamente, la ciencia ficción y las historietas lo exploraron mucho. A mí me interesó por el aspecto humano: sin tiempo no podría haber pérdida. La idea es que si alguien pudiera moverse por el tiempo como lo hace nuestro nuevo personaje, Switch (Lauren Tsai), podría existir en cualquier momento, de modo que no estaría realmente ligado a ninguno. Es una existencia triste y solitaria. Creo que por eso ella busca a David al comienzo de la nueva temporada. También me gustaba la idea de jugar con el viaje temporal. En el cuarto episodio intentamos hacer que la audiencia experimente cómo sería un viaje en el tiempo; no voy a revelar qué hicimos. Mi objetivo es que la serie refleje estructuralmente las ideas y los conceptos que aparecen en la historia.
-Hablando del tiempo, estás trabajando en un largometraje, escribís novelas, tenés dos series exitosas en el aire... Una vez dijiste "si sos organizado, podés hacer muy buen arte y después irte a tu casa". ¿Cómo es tu trabajo diario?
-Todo tiene que ver con el equilibrio. Así de ocupado como estoy, creo firmemente en que mi trabajo gira en torno a mi vida y no al revés. No vivo en Hollywood y solo voy allí dos veces al mes. El resto del tiempo estoy en mi casa, donde puedo escribir, editar y realizar buena parte del trabajo conceptual. Luego, cuando voy a Los Angeles, me ocupo más de la logística de las cosas, pero a la vez conservo la distancia porque el fin de semana me vuelvo a mi hogar.
-¿Esa es la fórmula de tu felicidad?
-Creo que cada uno hace sus elecciones y creo que el verdadero éxito es tener la mayor cantidad de control sobre tu vida. Decidí que no iba a vivir en Hollywood y que, de todos modos, me iba a dedicar a esto y nadie se opuso. Luego, decidí que no iba a ir a la oficina todas las semanas y tampoco nadie se opuso. Llevo a mis hijos a la escuela a la mañana y ceno con mi familia cada noche. Creo que uno tiene que ser capaz de producir su mejor trabajo en el tiempo que se concedió para hacerlo. A mí me ayuda el hecho de que produzco buenos primeros borradores, que creo en mi instinto como narrador y que no me paso mucho tiempo dudando de mí mismo. De otro modo, no podría hacer todo lo que hago.
La tercera temporada de
Otras noticias de Entrevista exclusiva
Más leídas de Espectáculos
"Tengo una nueva reunión". Massaccesi define su futuro, tras la salida de Lapegüe de TN, y Nelson Castro le pone un punto final a los rumores
"Pacto de sangre". Airbag: la banda que sobrevivió a estafas, sigue “al costado” de las modas y llena estadios
Sigue la polémica. Revelaron la verdad detrás del chat amenazante de Icardi a Wanda Nara: “Confirmado”
Polémica. Un panelista se cruzó con Carlos Ruckauf por Wanda Nara y abandonó el estudio