Lazos familiares: el alto precio que pagó Michael J. Fox por el primer éxito de su carrera
La recordada sitcom planteó temas atípicos para la comedia, y catapultó la fama del joven actor que protagonizaría la saga Volver al futuro en la pantalla grande
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A comienzos de los ochenta, el mundo de las sitcom se rindió ante una pequeña comedia que retrataba las vivencias de una familia típica. Un matrimonio y la relación con cada uno de sus tres hijos era la propuesta de Lazos familiares, una serie que se convirtió en una de las favoritas del público. Y si bien la premisa era bastante sencilla, algunos aspectos en su argumento y el carisma de un joven actor llamado Michael J. Fox, alcanzaron para que esta ficción se convirtiera en una pieza clave en la historia de la pantalla chica.
Una familia (y un show) en constante evolución
El guionista Gary David Goldberg disfrutaba mucho de escribir los conflictos habituales de las familias. Esas dinámicas eran las que más le interesaban, y con eso en mente comenzó a esbozar un planteo centrado en las pequeñas vivencias de un matrimonio y sus tres hijos. “La serie debía ser una observación con respecto a mi vida y a la de mis amigos. Nosotros éramos una juventud radicalizada y de golpe, éramos adultos típicos. Entonces resulta que tenés un par de hijos, los alentás a que luchen por sus ideales, se vuelven personas muy inteligentes, y de golpe se ubican ideológicamente en el lugar opuesto al que te encontrás vos”, explicaba Goldberg sobre el punto de partida para la sitcom.
Como sus personajes de ficción, Goldberg había sido hippie en sus años de juventud, y en su adultez se trasladó a los suburbios para criar a sus hijos junto a su esposa. Así surgió el germen de Lazos familiares, cuya idea central era mostrar a una generación de hijos con opiniones conservadoras, que se ubican en las antípodas de los sueños flower power de sus padres en la adolescencia. De ese modo, el humor debía surgir a partir de las miradas opuestas, y cómo si bien los jóvenes suelen ser los liberales y los adultos los conservadores, en este caso la situación resultaba ser al revés.
El matrimonio integrado por Steven (Michael Gross) y Elyse Keaton (Meredith Baxter), intentaba a educar a Alex (Michael Fox), Mallory (Justine Bateman) y Jennifer (Tina Yothers), una generación que conocía a los hippies solo por postales, y que abrazaban con entusiasmo los placeres materiales de la sociedad moderna. Elyse era una feminista que fracasaba en heredarle esa lucha a su hija, y Steven no concebía que su hijo mayor fuera un ferviente republicano cuyo único objetivo era hacer dinero.
El primer episodio de Lazos familiares debutó en pantalla el 22 de septiembre de 1982. Los primeros capítulos de la temporada inicial, se destacan por presentar ingredientes políticos e ingeniosas discusiones entre dos generaciones de miradas opuestas. Desde luego que el humor y los malos entendidos entre los miembros del clan Keaton eran la esencia de esta sitcom, pero sin embargo se detectaba un ligero contenido político absolutamente atípico para un producto de estas características (sin ir más lejos, Alex solía exclamar que Richard Nixon era su ídolo). Pero a las pocas semanas de emisión, el interés del público por las tramas centradas en los hijos de los Keaton, llevó a Goldberg a ajustar la dirección general de la serie. Y si bien Mallory y Jennifer eran personajes muy queridos, sin lugar a dudas los espectadores estaban fascinados con Alex, el adolescente interpretado por Michael Fox.
El peso de la fama
Cuando Goldberg comenzó el casting para encontrar a Alex, apareció un joven llamado Michael J. Fox, pero su prueba fue un fracaso. En una entrevista, el showrunner recordó: “Él es un excelente actor, capaz de interpretar cualquier tipo de papel. Y ese día en una oficina de Paramount, eligió interpretar un lado oscuro de Alex Keaton, y la cosa no funcionó”. Totalmente descartado, el guionista pronto conoció a Matthew Broderick, una joven promesa con la que quedó encantado y que no dudó en contratar. Pero a último momento, Broderick rechazó el papel porque debía cuidar a su padre, que atravesaba los últimos meses de una enfermedad terminal. En ese momento, la directora de casting Judith Wiener le insistió a Goldberg con que debía probar nuevamente a Fox. Y sobre ese segundo encuentro, el guionista expresó: “Él simplemente sonrió y de golpe fue como un ‘¡pum!’, dio en la tecla. Lo interpretó desde otro ángulo, de forma mucho más natural. Y recuerdo que apenas se fue, miré a Judith, le dije que ese chico era increíble y riendo le pregunté si acaso alguna vez me lo había mencionado”.
Fox era un adolescente muy educado, que jamás confrontaba y que simplemente amaba actuar. Alex Keaton no tardó en conquistar a los televidentes, que lo elegían como su favorito. Y lo que más llamaba la atención, era que a pesar de ser un personaje de una mirada política muy marcada, eso no significaba que un sector de la audiencia se sintiera repelida. En una entrevista de la época, él reflexionó sobre ese tema: “A medida que Alex iba creciendo, los republicanos lo adoptaron como un símbolo de ese partido. Y en simultáneo, muchos liberales me escribían cartas felicitándome por lo bien que él satirizaban esas ideas. Entonces a Alex lo amaban desde ambos sectores, y eso fue algo muy único que logró el personaje y este show. La verdad es que fue un producto que salió en el momento exacto”.
Con el correr de los años, la popularidad de Michael Fox creció enormemente, al punto que fue convocado para protagonizar un film con el que había muy pocas expectativas, sobre un muchacho que viajaba al pasado y conocía a sus padres antes de formar pareja. Durante su tercera temporada al aire, Lazos familiares ya era un éxito arrasador, y Fox una verdadera estrella. El amor de los fans era absoluto, y la empatía aumentó cuando el actor formó pareja con Tracy Pollan, quien interpretaba a su novia en la ficción. Pero esa fama que tanto crecía, pronto se convirtió en motivo de conflicto en el seno de la serie.
Una familia dividida
Cuando Goldberg detectó que los espectadores se sentían más atraído por los hijos que por los padres, los guiones comenzaron a dedicarle más historias a la plana joven de la historia. Eso no les cayó nada bien a Michael Gross y a Meredith Baxter, quienes originalmente iban a ser el motor de la ficción, pero que luego quedaron ligeramente relevados. En la autobiografía titulada Untied: A Memoir of a Family, Fame and Floundering, la actriz que encarnaba a la madre de Alex, confiesa cómo ella y Gross miraban con recelo el éxito ascendente de Michael Fox. En ese libro, confiesa que la bronca de ambos llegó a tal punto, que como forma de protesta aparecieron un día en el set atados entre sí, y dijeron que daba lo mismo quién de ellos interpretara sus líneas porque, a fin de cuentas, sus roles estaban totalmente desdibujados.
Por su parte, sin intención de comenzar una guerra, Fox vivía con mucha incomodidad esa situación y en más de una oportunidad lamentó que su fama empañara el buen clima de trabajo. Sin embargo, el vínculo con el resto del equipo técnico y artístico era muy bueno, y todos destacaban que el joven actor jamás tuvo aires de estrella ni exigió ningún tipo de trato preferencial. De hecho, cuando NBC quiso poner en primer lugar su nombre en los créditos, Fox rechazó esa idea y continúo en tercer lugar, luego de Baxter y Gross. Durante el tiempo que duró la serie, ninguno de los protagonistas se refirió públicamente a las fricciones, y eventualmente la paz volvió a reinar en el set.
Punto final para los Keaton
Durante el momento de mayor popularidad de la serie, promediando la cuarta temporada en 1985, se estimaba que en Estados Unidos uno de cada tres hogares la veía. Los premios se acumulaban uno detrás de otro (especialmente para Fox, que ganó tres años seguidos el Emmy a mejor actor de comedia), los fans se multiplicaban y hasta Ronald Reagan llegó a confesar que era su programa favorito. Por otra parte, el show se convirtió en semillero de futuras estrellas, y entre sus muchos invitados figuraron no solo Tom Hanks (que interpretó a un personaje con problemas de adicción al alcohol, un rol dramático que aún hoy es muy recordado), sino también Courteney Cox, River Phoenix, Geena Davis, Christina Applegate y Julia Louis Dreyfus. Nada parecía indicar que el título podía llegar a terminar, hasta que una mala decisión del canal cambió el rumbo de las cosas.
Al comienzo de la sexta temporada, emitida en 1987, la NBC cambió el programa de los jueves a la noche a los domingos, una estrategia que repercutió negativamente en el rating. Durante ese año los números cayeron vertiginosamente, y el comienzo de la séptima temporada no mejoró la situación. Por ese motivo, se tomó la decisión de levantar el título en su episodio número 172, emitido el 14 de mayo de 1989.
Una vez finalizada la serie, el destino de los protagonistas fue muy dispar. Justine Bateman reconoció que cuando su carrera como actriz no tuvo continuidad, sufrió mucho perder la fama que le había brindado la televisión. Tina Yothers poco tiempo después abandonó la actuación, y Michael Gross y Meredith Baxter siguieron trabajando pero sin repetir un éxito del mismo calibre. Por su parte, Michael Fox se mantuvo activo en distintos proyectos para cine y televisión, hasta que en 1998, y con menos de cuarenta años, anunció que había sido diagnosticado con Parkinson, motivo por el que se retiraba de la vida profesional. Por suerte, esa promesa no terminó de cumplirla y luego se dejó ver en algunas ficciones, como su celebrada aparición en Curb Your Enthusiasm.
Aunque las décadas pasan, Lazos familiares conserva un lugar de mucho cariño entre el público que la vio durante los ochenta, y en las repeticiones posteriores de mediados de los noventa. Debido a eso es que los televidentes celebraron con entusiasmo que miembros del elenco volvieran a compartir pantalla en el marco de otras ficciones (como sucedió en Spin City, la ficción de Michael Fox por la que pasaron Gross y Palmer), o algunas de las muchas reuniones que hubo en los últimos años. Y si actualmente la ficción puede resultar algo inocente y edulcorada, es indudable que su mística permanece intacta.
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