Cuando con una diferencia de apenas unas horas se anunció que Meryl Streep se sumará a la segunda temporada de Big Little Lies, que la serieMurphy Brown volverá a la pantalla chica de la mano de su irreemplazable protagonista, Candice Bergen, y que habrá nuevas versiones de Cagney y Lacey y Magnum, quedó claro que algo se está armando en Hollywood . Ya no se puede achacar los regresos y la aparición de grandes estrellas del cine en la TV a la fiebre nostálgica por los ochenta, la falta de ideas de los guionistas o las pocas oportunidades que da la pantalla grande. Todas razones muy atendibles para el estado de las cosas en la televisión, pero que no alcanzan para explicar la más nueva tendencia de la industria.
Porque, en realidad, la acumulación de regresos y relanzamientos que incluyen a Will & Grace, Roseanne, La dimensión desconocida, The Office y Party of Five huele a manotazo de ahogado, a estrategia nacida de la desesperación. Es que ante el avance imparable de las plataformas de streaming , los canales tradicionales parecen haber aprendido la lección que los estudios de cine ya aplican hace tiempo: para lograr que el público siga yendo a las salas y que el negocio continúe siendo rentable hay que recurrir a las marcas registradas, a los personajes conocidos, a las historias ya contadas. Y volver a contarlas. Los exitosos relanzamientos de Batman, Superman, El Hombre Araña y las princesas de Disney marcaron el camino que ahora la TV replica con la esperanza de sobrevivir.
Si en principio resulta curioso que las recetas que el cine aplica para mantenerse firme ante las estocadas del entretenimiento hogareño ahora sean utilizadas por la televisión, todo se aclara cuando se acude a la taquilla en busca de respuesta. Cuando los estudios Disney decidieron revolver su propia biblioteca y reinventar películas animadas como Cenicienta, La bella durmiente , El libro de la selva y hasta los juegos de sus parques de diversiones, como Piratas del Caribe, en historias protagonizadas por actores como Angelina Jolie, Emma Watson y Johnny Depp, la apuesta redundó en miles de millones de dólares de recaudación y en algo aún más valioso: la posibilidad de continuar y reinterpretar esas historias eternamente. La industria de la TV tomó nota, especialmente la tradicional –basada en las cadenas de aire norteamericanas ABC, CBS, NBC y Fox– amenazada por las nuevas formas de consumo de contenido que en un principio parecían demasiado débiles y periféricas como para afectar su negocio. Hasta que dejaron de serlo.
El crecimiento exponencial de plataformas de streaming como Netflix y Amazon Prime Video –por citar a las dos que tienen alcance global– modificaron tan rápido y definitivamente a la pantalla chica que incluso sus más avezados analistas demoraron en entender lo que sucedía. Tuvo que darse la combinación del crecimiento de suscriptores on demand, el interés de los más renombrados autores y actores por la libertad y los ingresos que prometía, y la acumulación de premios que consiguieron en menos de cinco años para que la TV tradicional en los Estados Unidos empezara a entender que, si no cambiaba algunos de sus modos, corría serio peligro de perder su lugar como el medio masivo por excelencia. Una realidad que incluye a la pantalla chica de todo el mundo –la TV abierta argentina incluida–, aunque todavía sus consecuencias se perciben en menor medida que en ese país.
Así, primero tímidamente y ahora a todo motor, las cadenas norteamericanas empezaron a revolver sus arcones en busca de títulos que valiera la pena revivir. Hay que decir que ya antes Netflix había tenido esa misma idea al encargar nuevas temporadas de ficciones como Arrested Development, Gilmore Girls y Full House (de la que acaba de anunciar nuevos episodios).
La ventaja del gigante del streaming es que, al no depender del rating, puede armar un seleccionado que combine ciclos de culto o de nicho con proyectos más populares. Un lujo que los canales no pueden darse: su objetivo es el público en general, ese que solía tener siempre en la palma de su mano y ahora, en tiempos de consumo atomizado, hasta llegaron a dudar que siga existiendo.
Una prueba a su favor fue el relanzamiento de Will & Grace, la comedia que en tiempos de su estreno original, en 1998, se promocionaba como la primera sitcom protagonizada por un personaje homosexual. Veinte años después, el éxito del regreso de la serie encabezada por Eric McCormack, Debra Messing, Megan Mullally y Sean Hayes demostró que las historias del cuarteto seguían siendo relevantes. Tal vez más que nunca, teniendo en cuenta el clima político en los Estados Unidos. Algo que se aplica también al anunciado retorno de Murphy Brown. Con una influyente periodista liberal como centro, la serie –que ganó 18 premios Emmy – transcurría en la redacción de un programa de opinión que le daba de tratar a sus guionistas temas de interés social como la corrupción en Washington, la crisis económica, hasta los derechos reproductivos de las mujeres. Todos tópicos que bien podrían formar parte de los episodios de la nueva temporada, que llegará en la segunda mitad del año.
De hecho, varios de los retornos adaptarán su contenido a la actualidad. La comedia Roseanne, sobre una familia de clase media baja, hará que su protagonista sea votante de Trump, mientras que la nueva versión del drama familiar Party of Five estará encabezada por cinco hermanos latinos que deben aprender a cuidarse solos cuando sus padres sean deportados a México.
Will & Grace
La primera vuelta
Estrenada en 1998, se emitió durante ocho temporadas. Ganó 18 premios Emmy y terminó en 2006, contando cómo los protagonistas se habían distanciado durante veinte años, tiempo en el que cada uno formó su familia
El regreso
Volvió en 2017 con el elenco original para una novena temporada de 16 episodios (que ignoran el final de la serie original). Se verá aquí desde abril, por Fox.
Murphy Brown
La primera vuelta
Comenzó en noviembre de 1988 y terminó una década después. En la ficción, Candice Bergen era una irascible, brillante y exalcohólica periodista que conducía su propio ciclo periodístico de TV.
El regreso
Hace pocos días se anunció que habrá una nueva temporada de la ficción ambientada en la actualidad, de la que participarán su creadora, Diane English, y su protagonista. Se estrenará hacia fin de año.
Magnum
La primera vuelta
Tom Selleck era el veterano de Vietnam instalado en Hawai que trabajaba como detective privado mientras disfrutaba de los placeres de la paradisíaca isla. Se emitió de 1980 a 1988.
El regreso
También ambientada en Hawai, la serie tendrá como protagonista a un exsoldado de las fuerzas especiales en Afganistán, que al regresar de la guerra utilizará sus habilidades en el sector privado.
Cagney y Lacey
La primera vuelta
Se vio durante siete temporadas y de 125 episodios, emitidos entre 1982 y 1988. Sharon Gless y Tyne Daly interpretaban a dos capaces detectives de Los Ángeles. En los 90 protagonizaron cuatro telefilms.
El regreso
La serie mantendrá su premisa: dos detectives de la policía de Los Ángeles que trabajan para mantener segura a la ciudad. La diferencia: esta vez, la producción estará en manos de una mujer.
La dimensión desconocida
La primera vuelta
Creada por Rod Serling, la primera versión de la antología de terror y ciencia ficción se emitió de 1959 a 1964. Tuvo un relanzamiento en 1986, otro en 2002 y una versión cinematográfica en 1983.
El regreso
El director y guionista de la multinominada ¡Huye!, Jordan Peele, producirá la nueva versión del unitario que, ya adelantó, aprovechará el actual clima social de los Estados Unidos en sus guiones.
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