¡Las mujeres dan pelea!: 3 razones para ver Glow, lo nuevo de Netflix
Una mirada a la producción de Liz Flahive y Carly Mensch basada en la historia real de una liga de lucha libre femenina
Liz Flahive y Carly Mensch un día descubrieron un documental sobre un programa televisivo de culto llamado G.L.O.W. (Gorgeous Ladies of Wrestling, emitido de 1986 a 1990 y producido por David McLane) y quedaron tan deslumbradas por ese show de lucha femenina que decidieron proponerle a Jenji Kohan - creadora de Weeds y Orange Is the New Black - que oficie de productora de los diez capítulos de una serie homónima. Kohan, probablemente porque sintió que GLOW tenía muchos puntos de contacto con su drama carcelario, aceptó y posteriormente Netflix les dio luz verde.
En esta nota enumeramos algunas razones por las cuales GLOW resulta imprescindible.
*1. Brie y Maron, protagonistas infalibles
La primera secuencia de GLOW es alarmante por cómo pone al descubierto lo poco que cambiaron las cosas para la mujer en el ámbito laboral en las últimas décadas. Ruth Wilder (Alison Brie), una actriz deseosa por conseguir un papel sustancial, se presenta a un casting y deliberadamente lee el parlamento del protagonista masculino del film "porque es mejor que el femenino", el de una secretaria que apenas tiene una línea de diálogo. El profundo desnivel entre las oportunidades que reciben los hombres en contraposición al que se les ofrecen a las mujeres es el puntapié de la serie y su protagonista, cuya atribulada vida económica la empuja a audicionar para un director de cine clase B (Sam Sylvia, interpretado por Marc Maron, a quien recientemente vimos en el mejor capítulo de Easy), que está desarrollando un programa de lucha femenina.
Brie, luego de destacarse en series como Mad Men, Community y BoJack Horseman, acá se pone al hombro un merecido protagónico y resalta los aspectos menos agradables de Ruth, una mujer de existencia monocorde que arruina la vida de su mejor amiga (Betty Gilpin, todo un descubrimiento) y pasa demasiado tiempo renegando de su realidad, sin asumir su cuota de responsabilidad. La evolución de esa joven que actúa en GLOW como si fuera una puesta de Rey Lear es uno de los aspectos más logrados de la serie, al igual que la incuestionable química de Brie con el gran Maron, el polifacético artista que interpreta a Sylvia con malicia, como si se propusiera distanciar al espectador y, en simultáneo, interpelarlo a través de las conductas propias de un hombre a la deriva.
*2. Desde Roxette a Volver al futuro
Con Stranger Things y el brillante episodio de Black Mirror"San Junipero", el universo televisivo se puso nostálgico y concibió necesarios homenajes a los ochenta. GLOW aborda la dinámica de ese grupo de mujeres que se compromete con la lucha libre a través del colorido y resonante vestuario, de referencias cinéfilas y del soundtrack alusivo. Bruce Gilbert, responsable de la música del programa, aseguró que luego de algunos intentos infructuosos de elegir rarezas y canciones obscuras, optó por verdaderos clásicos: "No tuve problemas con elegir temas fácilmente reconocibles; si hay uno que yo ame, entonces lo voy a poner", le contó Gilbert al portal Entertainment Weekly.
Sin embargo, las canciones en esta ficción suenan en toda su gloria en secuencias narrativamente vitales, anulando así la arbitrariedad y sobreabundancia. En el episodio "Maybe It’s All the Disco", Ruth se enfrenta a un hecho que podría alejarla del mundo de la lucha y Gilbert no le teme a la literalidad cuando empezamos a escuchar "Under Pressure" y la escena se resignifica, con Brie aportando la sensibilidad necesaria para que la alquimia funcione. Asimismo,Tears for Fears, Roxette, Scorpions, Patti Smith y Pat Benatar no le son ajenos a esta historia, como tampoco lo es el estreno de Volver al futuro, que funciona como un acertado gag para mostrar hasta qué punto una película de corte comercial se emparenta con la creatividad de Sylvia, un hombre ligado al cine de culto.
*3. Distintas mujeres, un mismo objetivo
Si bien Jenji Kohan escribe un sólo episodio de GLOW (el sexto, "This Is One of Those Moments"), la impronta de la creadora de Orange Is the New Black es notoria. La similitud más evidente entre ambas series es la premisa de la unión (menos pensada) entre mujeres de distintos backgrounds que se encuentran en un determinado espacio. Sin embargo, esta produccióneficazmente elude los flashbacks y se aboca a mostrar hasta qué punto cada uno de los álter egos que compiten el ring son reflejos de las verdaderas mujeres que los personifican. El juego con las percepciones es clave en la serie, dado que el sinuoso camino que recorre Ruth hacia su ideal de bienestar puede conectarse con el de su ex mejor amiga y con el de una mujer desconocida como Sheila (Gayle Rankin), quien también debe superar sus limitaciones a través del contacto con lo físico.
En el penúltimo capítulo, "The Liberal Chokehold", Ruth pone en palabras lo que sus compañeras de lucha nunca supieron cómo manifestar: hay algo hermoso en la convivencia de uno con su propio cuerpo, una forma de reasegurarnos que estamos vivos, que somos dueños de nuestros movimientos (físicos y de otra índole). Ese fugaz y sensible momento es sintomático de cómo GLOW privilegia lo íntimo por sobre el espectáculo, la preparación por sobre la pelea misma y la comunidad por sobre la vanidad.
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