La vuelta de El juego del calamar y la inusual confesión de su creador
En una charla con LA NACIÓN, el director y su protagonista, Lee Jung-jae adelantaron detalles de lo que se verá en los siete episodios que estarán disponibles el 26 de diciembre
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La pregunta de si la ficción imita a la vida o la vida imita a la ficción ya se hizo tantas veces que la posibilidad de llegar a una respuesta definitiva dejó de tener sentido. Pero la incógnita se renueva cuando ocurren cosas como los perturbadores paralelismos entre los acontecimientos reales y la trama de El juego del calamar, la serie de Corea del Sur que se convirtió en el espejo donde la humanidad vio reflejada su peor cara. Y que ahora, mientras su país de origen atraviesa la peor crisis institucional de las últimas décadas, regresa con una segunda temporada que estará disponible en Netflix el 26 de diciembre. Del día de amor y paz al nihilismo más rabioso, la ficción coreana se transformó en un fenómeno global durante la pandemia, un relato entre fantasioso y realista que puso a la producción audiovisual del país asiático en la mira de todo el mundo. El programa, que fue la obsesión colectiva de 2021, logró el sello de aprobación de Hollywood con 14 nominaciones a los premios Emmy de los que terminó ganando seis, incluidos los de mejor actor dramático para su protagonista Lee Jung-Jae y mejor director para Hwang Dong-hyuk, realizador y creador del ciclo. Con ambos conversó LA NACIÓN vía zoom sobre los nuevos episodios, la evolución de los personajes y las complicadas emociones detrás de un éxito que superó todas las expectativas.
“Cuando el nivel suceso de la serie fue mucho más alto de lo que podría haber imaginado sentí alegría, confusión y algo de miedo. Estaba shockeado, me sentía atrapado en un tornado mental”, explica el director con la mirada esquiva, evidentemente incómodo por la atención que lleva recibiendo desde el estreno del programa. Del otro lado del espectro, su actor principal, una estrella del cine y la TV coreana hace más de veinte años, mira a la cámara de frente, acostumbrado a ser el protagonista, el galán, el héroe o, como en el caso de Seong Gi-hun, su personaje en la serie, el antihéroe en busca de la redención.
“Fue la primera vez en mi vida que todo el mundo estaba mirándome y elogiándome. Fue algo novedoso: de repente me reconocían globalmente, todos sabían quién era. Para mí no fue incómodo. En realidad fue una experiencia fantástica poder contarle al mundo sobre este proyecto del que estoy tan orgulloso y hacerlo de nuevo ahora para la segunda temporada”, sonríe Lee, un gesto que rara vez se le ve en los siete episodios de la temporada cuya trama comienza con su personaje decidido a encontrar a los responsables del cruel experimento que lo volvió muchas veces millonario y, al mismo tiempo, el único y traumatizado testigo de su inmensa crueldad.
–¿Fue muy diferente de la primera temporada meterse en este cuento y en el personaje que atraviesa tantas emociones intensas?
Lee: –La primera vez que leí el guion mi personaje me resultó intrigante. Un tipo crédulo e ingenuo al que se lo veía cambiar con cada juego que superaba. Como actor soy muy afortunado de tener ese arco dramático tan fascinante para interpretar. Y, de hecho, como grabamos siempre en orden cronológico, se me hizo más sencillo retratar todo su desarrollo. Emocionalmente, cada vez que un personaje moría y el actor que lo encarnaba dejaba el rodaje se me partía el corazón, la tristeza que sentía alimentaba la de Gi-hun.
Hwang: –En mi caso, por el contrario, mi momento más feliz de todo el rodaje era ir matándolos. Porque era muy difícil, una locura, tener a cientos de extras en el set, así que después de matar a unos cuantos me sentía aliviado. Con el paso de cada juego, a medida que mataba a más personas más feliz me sentía. Mientras los actores lloraban y se reunían en cenas de despedida yo sonreía por dentro, contento de eliminar a todos lo más pronto posible.
Adiós mundo cruel
Aunque no conviene adelantar cómo es que el personaje central vuelve a ponerse el jogging verde y a convertirse una vez más en el jugador 456, el creador de la serie sí está dispuesto a contar cuál fue su inspiración para los nuevos episodios que son tan adictivos, violentos e intensos como los de la primera temporada.
–Originalmente usted contó que la historia de El juego del calamar estaba inspirada en sus experiencias durante la crisis económica coreana de comienzos de los años 90, para esta segunda temporada ¿tomó otros hechos reales como base para el relato?
Hwang: –En el proceso de creación de esta temporada lo que tenía más presente era el estado del mundo actual y cómo nos enfrenta a unos contra otros, separados en grupos que son hostiles frente al resto que identifica como “el otro”. Hay tantas cosas que parecen separarnos hoy en día, ¿verdad? Ya sean cuestiones raciales, religiosas, de lenguaje, diferencias económicas o generacionales. Así que mi foco en la nueva temporada derivó de preguntarme si hay esperanza para nosotros, si hay un futuro más allá de estos muros infranqueables que se construyeron entre los que tienen y los que no. Escribí esta temporada pensando en que no quiero vivir en una sociedad como esa. Mi idea fue usar la ficción como un espejo de toda la violencia, la codicia y la desesperación para evitar ese porvenir tan oscuro.
–¿En términos narrativos cuáles son las diferencias más grandes con respecto a la primera temporada?.
Lee: –En el caso de mi personaje, sus reacciones y sentimientos cuando conoce a los nuevos jugadores son muy distintas a las de la temporada anterior. Antes creo que Gi-hun estaba todo el tiempo expresando sus sentimientos mientras que esta vez cuando estábamos grabando me di cuenta de que se trataba de recibir y aceptar las emociones de los otros primero y de prestar atención, como actor y como mi personajes, a los demás.
Hwang: –Desde el lado de la producción, la escala de todo es más grande: los escenarios, los juegos, y la cantidad de personajes. Con la excepción de Gi-hun, todos los demás participantes son nuevos y creo que la diferencia más importante está en el mecanismo de la competencia. Ahora, los jugadores deben votar si quieren continuar o retirarse con el dinero acumulado después de cada partida. Los posibles resultados de la votación generan igual o más tensión y suspenso que los juegos.
Detrás de las máscaras
Además de presentar a los nuevos personajes dispuestos a todo para quedarse con el botín, los nuevos episodios también exploran más del mundo de los organizadores de la sangrienta compulsa, esos poderosos que se esconden detrás de las máscaras y aquellos soldados vueltos asesinos a sangre fría para ellos. La desesperada búsqueda de Gi-hun por terminar con su reinado de terror es solo la punta del iceberg de una trama que busca ir más allá.
–¿Cómo describe el tema central de los nuevos episodios?
Hwang: –No quería que esta temporada y la siguiente fueran solo sobre los villanos y la intriga de si Gi-hun podrá o no detenerlos. Para mi se trata más de una pregunta: nosotros, y por nosotros me refiero a esas personas débiles como yo, ¿tenemos la fuerza de voluntad y el poder para tratar de hacer del mundo un lugar mejor? A mayor escala, ¿es capaz la humanidad de hacerse cargo, de dejar de lado su codicia y deseos individuales en pos de un mundo mejor?
–El éxito de El juego del calamar ayudó a expandir el interés del público global en las producciones realizadas en Corea del Sur. ¿Qué tienen sus historias que le resultan tan adictivas a los espectadores de todo el mundo?
Lee: –En mi opinión, los coreanos amamos las tradiciones pero al mismo tiempo prestamos mucha atención a las nuevas tendencias, así que en las ficciones siempre estamos buscando un cuento que sea una mezcla de esos dos aspectos. Como actores, directores y productores pensamos constantemente en cómo lograr esa combinación. Creo que cuando mirás películas y series coreanas encontrás una combinación de elementos culturales muy específicos del país y al mismo tiempo personajes y situaciones muy novedosas. Nos esforzamos mucho para dar en el clavo con los intereses de los espectadores de hoy en día y creo que eso lleva a que el público se sienta identificado o fascinado por lo que les presentamos y terminen por enamorarse de la historia y sus personajes.
Hwang: –Bueno, también es cierto que, como mostramos en este programa, la sociedad coreana está estructurada en base a la competencia descarnada. Así que los contenidos que salen del país y llegan al mundo son los sobrevivientes y ganadores de esa competencia feroz. Y por eso, pienso que las cualidades que los hicieron destacarse ante todo el resto en Corea del Sur son las que resultan atractivas para el público del resto del mundo.
Los nuevos personajes
Por la naturaleza de la trama de la serie cada nueva temporada traerá nuevos personajes para interpretar a los participantes del juego del que se sale victorioso o no se sale en absoluto. Esta vez, la lista de competidores incluye al jugador 333, un youtuber y “empresario” de criptomonedas que busca recuperar el dinero que perdió en el mismo lugar que muchos de sus viejos clientes intentan hacer lo mismo. Para interpretar al joven estafador aparece el actor y cantante Yim Si-wan conocido por su trabajo en series como Vida incompleta, Summer quiere descansar y El amor es la meta (todas disponibles en Netflix) y por haber formado parte de la banda de K-Pop ZE:A.
Curiosamente, otro de los nuevos competidores, un rapero que se hace llamar Thanos y que es una de las víctimas del estafador está encarnado por Choi Seung-hyun, ex integrante de la popular banda Big Bang. Su presencia en la serie causó bastante revuelo en Corea del Sur porque el artista se había retirado de la vida pública en 2017, tras ser condenado a diez meses de prisión en suspenso por el consumo de marihuana. Además, tal vez inspirado en el reality show de competencia El juego del calamar: el desafío, disponible en Netflix, que contaba entre sus jugadores a un dúo de madre e hijo, el guionista de la ficción también incorporó a dos personajes con ese lazo a la trama y a una joven que se suma al juego sabiendo que está embarazada.
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