La vengadora: cocodrilos, cirugías estéticas y un plan brillante para la serie australiana que se convirtió en un éxito mundial
Inspirada en el clásico de Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo, esta producción de 1983 cautivó a público en distintas latitudes
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Hay escenas que nos quedan grabadas en la memoria por siempre. Quizás no nos acordemos en detalle del argumento o quiénes eran los actores que completaban el elenco; menos aún, del director. Pero esa escena la recordamos como si la hubiésemos visto ayer.
Si viviste en los 80 y te preguntan si mirabas La vengadora, probablemente, te suceda algo similar: tal vez tengas que esforzarte para recordar la trama, probablemente hayas olvidado el nombre de los protagonistas, pero lo que seguro no olvidaste es “la” escena donde una mujer era atacada salvajemente por cocodrilos.
Se trataba de una miniserie de tres capítulos de dos horas y se estrenó en 1983, año en el que todavía teníamos que levantarnos del sillón para cambiar el canal de la tele. A nuestro país, llegó unos años más tarde: en 1987, se emitía por el Canal 9 de Alejandro Romay en capítulos de una hora y tal fue su éxito que decidieron repetirla en varias oportunidades.
El argumento tenía bastante de El Conde de Montecristo: Stephanie Harper (Rebecca Gilling), una cuarentona sin demasiada gracia pero con mucho dinero, se enamora de Greg (James Reyne), un joven tenista. El apuesto muchacho se casa con ella motivado por su fortuna, al tiempo que le es infiel con su mejor amiga (Wendy Hughes). La impactante escena que mencionábamos al principio de esta nota llega en el primer capítulo. Durante un paseo en barco por un pantano, Greg empuja a su mujer al agua y ella es atacada por cocodrilos. Pese a que todos la dan por muerta, Stephanie es rescatada por un lugareño y sobrevive de milagro. Tiempo más tarde –y luego de una larga recuperación y varias cirugías estéticas para ocultar las cicatrices que los salvajes animales dejaron en su rostro- vuelve convertida en una súper modelo, bajo el nombre falso de Tara Wells.
Obviamente, Stephanie (o Tara, de acuerdo a su flamante identidad) busca vengarse de su marido, recuperar su fortuna y su amada mansión Edén (de ahí el nombre original de la serie “Return to Eden”).
De Australia, al mundo
La Vengadora no era una serie con grandes y populares actores. Tampoco gozaba de la promoción y publicidad que tenían las producciones estadounidenses de la época, como Dinastía o Dallas. ¿Cómo llegó entonces esta ficción australiana a ser un éxito en todo el mundo?
El responsable fue Greg Coote, el mismo productor que, años más tarde, fundó Dune Entretainment y cofinanció más de 60 películas, incluida Avatar. Cuando en 1981 fue designado director general de Network 10, uno de los canales más vistos de Australia, decidió cambiar el rumbo de la televisión local apostando a ficciones de calidad. Tenía vasta experiencia en la distribución cinematográfica a nivel mundial, por lo que garantizó la llegada de estas producciones a distintos países.
La miniserie, que se filmó en Sydney, fue dirigida por la directora estadounidense Karen Arthur y tenía todos los ingredientes de las series ochentosas: vidas lujosas, mansiones, infidelidades y villanos sin un vestigio de bondad. Se diferenciaba del resto porque su protagonista era una mujer –algo poco frecuente en aquellos años-, que se va fortaleciendo y emponderando a medida que avanza la historia. Su metamorfosis no sólo era estética –las cirugías plásticas hicieron milagros en su cara- sino personal: de ser una sumisa e insegura millonaria pasa a tomar las riendas de su destino, decidida a recuperar su vida.
Ante el éxito mundial que obtuvo, es lógico suponer que hubo una segunda parte. Se estrenó en 1986, pero no tuvo la suerte de su antecesora.
En la India la miniserie volvió en 1988 en formato de película: fue muy bien recibida por la crítica y marcó récords de taquilla. Más cerca en el tiempo, Corea tuvo su propia adaptación: era una serie web que se estrenó en 2014 y se llamó Birth of a Beauty. En Rusia y Francia, en tanto, la miniserie original llegó a repetirse unas 13 veces.
Un golpe de suerte
El papel de la pobre Stephanie Harper le dio fama mundial a la actriz Rebecca Gilling. Era una joven que apenas había tenido algunos pequeños papeles en la TV australiana y que no pudo sostener en el tiempo su carrera como actriz después de La Vengadora: a finales de la década del 90, decidió retirarse y presidir Planet Ark, una ONG medioambiental.
“Fue el papel más importante que he tenido, hizo mi nombre famoso al mundo. Recibí miles de cartas de fanáticos de Europa y de Asia”, recuerda Gilling quien, incluso, recibió el premio a mejor actriz del año en la desaparecida Yugoslavia.
Para James Reyne, La vengadora también fue su único “one hit wonder”. Tenía todo para convertirse en un galán de telenovelas, pero luego de interpretar al malvado marido de Stephanie, el australiano dejó la actuación y se dedicó de lleno a la música y al rock.
Distinta fue la suerte de Wendy Hughes, la “tercera en discordia” en el culebrón. Con más de 40 años de trayectoria en teatro, cine y televisión, se convirtió en una de las actrices más prolíferas de su país.
Inverosímil, pero efectiva
El trabajo de Rebecca Gilling en La Vengadora no fue brillante, pero sí aceptable. Su mayor desafío fue el de personificar a una mujer de 40 años cuando ella apenas había cumplido los 30. La cosa se puso aún más difícil en la segunda parte de la serie: allí, su personaje ya tenía 47 años y era madre de dos hijos que –en la vida real- tenían su misma edad.
“El guion, escrito por Michael Laurence, era un poco exagerado. Pero funcionó”, admitió la actriz, quien era consciente de que en la serie todo era demasiado inverosímil. Desde sobrevivir al ataque de animales salvajes hasta las cirugías estéticas que la convierten en una supermodelo de alta costura.
Tener que ser la madre de hijos de su misma edad no es la única anécdota bizarra del rodaje de La Vengadora: para filmar la escena en la que la protagonista casi muere, obviamente, se usaron cocodrilos falsos, pero Gilling tuvo que sumergirse en un pantano real durante largas horas. Según el sitio IMDB, la actriz reveló que, después de rodar la escena, un cocodrilo real apareció en el lugar.
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