¿La tercera será la vencida? And Just Like That se despidió con un fallido episodio que ni el regreso de Samantha pudo salvar
Kim Catrall hizo una breve aparición en la despedida de la secuela de Sex and the City, que ya tiene tercera temporada confirmada en HBO Max
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“Gracias por todo, maldito departamento fabuloso”, exclama Samantha Jones en altavoz en los primeros minutos del último episodio de la segunda temporada de And Just Like That, la continuación de Sex and the City que, como muchos de los romances que las protagonistas tuvieron a lo largo de los años, empezó con cierto encanto y terminó en un desastre de proporciones épicas. Un capítulo, una temporada, un programa tan fallido como exitoso al que ni siquiera el retorno-brevísimo- del personaje de Kim Catrall pudo rescatar. Y que aún así, según anunció HBO Max, acaba de conseguir una tercera temporada.
Tal vez, como dice Carrie (Sarah Jessica Parker), la clave está en no tener grandes expectativas y aceptar a And Just Like That por lo que es: una ficción que sobrevive gracias al cariño residual que los espectadores tienen por sus personajes originales, por el despampanante vestuario y por los bellos departamentos neoyorquinos que hasta consiguen una sentida despedida por parte de la inefable Samantha. Esperar algo más del programa puede ser tan decepcionante como la ilusión que algunos se hicieron con las posibles consecuencias de la anunciada aparición de Catrall.
Lo cierto es que, en alguna medida, esa secuencia inicial en la que Samantha llama a Carrie desde Londres para revelarle que un vuelo suspendido le había arruinado su idea de sorprenderla en la cena organizada para despedir al departamento en el que la protagonista vivió -con algunos intervalos- durante toda la serie, quizás sea el pasaje más vital de todo el episodio. Aunque los espectadores saben que Parker y Catrall no se cruzaron en la grabación, el diálogo entre sus personajes, aparentemente ya reconciliados, tuvo algo de la magia de antaño. Una chispa que el resto del capítulo no logró capturar. Y entonces cabe la pregunta: ¿logrará la curiosidad del público por un posible -y por ahora, ilusorio- regreso de Samantha equilibrar los problemas de un programa que es su propio peor enemigo? Es una preocupación para más adelante. Por ahora, queda repasar un capítulo que, en su afán de conectar todos los cabos sueltos de la temporada, tuvo más tropiezos que elegantes pasos de comedia.
Entre los pocos momentos que funcionaron bien y lograron corregir los errores del pasado estuvieron las escenas en las que Miranda (Cynthia Nixon), por fin pudo admitir su espantoso comportamiento con su exmarido Steve (David Eigenberg) y aquellas en las que Charlotte (Kristin Davis) enfrentó a su marido Harry (Evan Handler) para que pusiera en acción el supuesto apoyo que le ofreció cuando regresó al trabajo. La habilidad de Nixon y Davis, y lo mucho que conocen a sus personajes, le aportaron una sensatez y dulzura a la trama que estuvo ausente en el resto del episodio.
Por el lado de Carrie, después de vender su departamento y comprarse una mansión digna de una película de Nancy Meyers, su romance con Aidan (John Corbett), parecía ir viento en popa. Hasta que uno de los hijos adolescentes del galán sufrió un accidente para llamar la atención de su padre. Sin registrar la importancia del suceso y cómo podría afectar su relación, Carrie se sorprende cuando Aidan elige poner su relación en suspenso por ¡cinco años! para poder estar presente en la vida de sus hijos. Más allá de que la absurda propuesta -”no me visites porque voy a pensar demasiado en vos”, le dice Aidan- confirmó todo lo que los detractores del personaje de Corbett piensan de él, la ruptura subrayó lo difícil que resulta ponerse del lado de Carrie. A diferencia de los antihéroes construidos para que el público los ame a pesar de sus acciones repudiables y más allá de su moral inexistente, los guionistas de And Just Like That aparentan estar decididos a destruir cualquier tipo de empatía que Carrie pueda haber despertado alguna vez.
Como ejemplo de la implosión del personaje alcanza con revisar la lista de invitados a su “última cena”, una reunión con un chef de estrellas Michelin pensada como agasajo para sus amigos más cercanos. Además de Miranda, Charlotte, su marido, sus nuevas amigas Lisa (Nicole Ari Parker) y su marido; la profesora de derecho Nya (Karen Pittman), inexplicablemente convertida en una adolescente algo imbécil frente al hombre que le gusta, y Seema (Sarita Choudhury), acompañada por su nuevo novio director de cine, un personaje tan ridículo y estereotipado que casi rivaliza con la intolerable Che (Sara Ramirez). “Casi”, porque la comediante no binaria siguió siendo hasta el último episodio un cúmulo de malas decisiones narrativas, de chistes sin ninguna gracia y, peor que peor, un intento de sumarle actualidad y diversidad a la historia tan evidente y cínico que consiguió despojar al programa del último hilo de verosimilitud que tenía.
A pesar de que los primeros episodios de la segunda temporada parecían haber logrado corregir algunos de los errores de la primera y que los momentos cómicos volvían a tener la chispa de la serie original, en sus pasos finales, y especialmente en el último capítulo, el tren descarriló por completo. Y no solo porque entre los invitados a la cena estaba Jackie (Bobby Lee), el excompañero de Carrie en el peor podcast que se haya visto alguna vez en la ficción y un personaje tan irritante e innecesario que su reaparición junto a su pareja Smoke, la diseñadora que arruinó el vestido de Carrie para la gala del Met, resulta completamente inexplicable.
Tanto como la escena final de la protagonista, tomando su Cosmopolitan en una playa griega. Si la intención de la producción del programa era recordar a los espectadores los horrores de la segunda entrega cinematográfica de Sex and the City –de la que deberían escapar como la peste– lo consiguieron. Está claro que nadie mira And Just Like That -ni en su momento miró nunca Sex and the City- por sus análisis profundos sobre la vida moderna. Y, sin embargo, su superficialidad intencional siempre estuvo acompañada de algunas observaciones punzantes sobre las relaciones amorosas y la amistad que resultaban tan memorables como los sombreros de Carrie.
Como el avión que llevaba a Samantha de regreso en Nueva York, la serie nunca logró levantar vuelo.
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