La señal: intriga y drama humano en iguales dosis para el viaje de una astronauta al espacio exterior
La serie alemana de solo cuatro episodios se posiciona como la segunda más vista en Netflix
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La señal (Das Signal, Alemania/2024). Creador: Sebastian Hilger. Elenco: Florian David Fitz, Peri Baumeister, Yuna Bennett, Hadi Khanjanpour, Katharina Schüttler, Sheeba Chaddha, Meret Becker. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
De un tiempo a esta parte varias ficciones comenzaron a explorar el rol de las mujeres en la carrera espacial. Quizás como parte de una estrategia para expandir la representación femenina en la órbita de la ciencia ficción, quizás como un camino para explorar otros asuntos vinculados con el desarrollo de la racionalidad científica y la expansión de los límites de su accionar. En la mayoría de esas ficciones, ya sean películas o series, una mujer astronauta se aventura en una misión que plantea un doble vínculo, por un lado con su profesión -exigencias y responsabilidades de la carrera espacial, presiones para el desarrollo de una misión puntual-, y por el otro, la relación con el mundo real que deja atrás, y con su familia en particular.
Estos entramados están presentes tanto en Prometo volver (2019), película de la francesa Alice Winocour con Eva Green, como en las recientes series Constellation de Apple TV+ y La señal, la alemana recién estrenada en Netflix. Una astronauta, la complejidad de su misión espacial y la relación con su pequeña hija que la espera en la Tierra. En los tres casos lo científico se enreda con lo humano -ya sea que la historia se concentre en rutinas de la profesión o en misiones excepcionales signadas por alguna anomalía- y los tiempos en el espacio y en la tierra se combinan para comprender los desafíos de semejante pasaje. Se puede percibir la influencia de la vertiente más existencial de la ciencia ficción, cercana quizás a 2001, odisea del espacio de Kubrick o a Solaris de Tarkovski, en las que la mente humana cobra tanta importancia como sus acciones reales.
La señal es un caso interesante. Dividida en cuatro episodios, tiene un diseño unitario y su fragmentación se debe menos a la concepción narrativa que a las exigencias del formato seriado de las plataformas. Sven (Florian David Fitz, también colaborador en el guion) y Charlie (Yuna Bennett), padre e hija, esperan en un amplio escenario a campo abierto las imágenes de Paula (Peri Baumeister) en su descenso a la tierra. Mientras la expectativa crece entre los espectadores de esa enorme pantalla, el dispositivo expulsado que aterrizará sobre suelo chileno demora en abrir los paracaídas. A nosotros se nos revela algo que los familiares de los astronautas desconocen: que Paula atraviesa un estado de shock y demora hasta el último minuto el salvataje.
Una vez en tierra llegan los llamados de alegría, la espera del regreso, las salutaciones en el prime time televisivo. La artífice de la misión en la Estación Espacial Internacional es Benisha Mudhi (Sheeba Chaddha), una multimillonaria de origen indio que parece interesada en financiar el desarrollo científico mediante nuevas inteligencias sobre todo en materia medicinal. De hecho, Paula se ha sumado a la misión con la expectativa de hallar avances para mejorar la audición de su hija Charlie, quien padece cierto grado de sordera y utiliza un implante coclear.
Pero lo que resulta felicidad y euforia, termina en un pandemónium de angustia cuando el avión que traslada a los astronautas de regreso hacia Alemania se pierde en las costas de Irlanda. Nada se sabe al principio, luego se sospecha un accidente, finalmente aparecen indicios de un atentado y grabaciones que indican la presencia de Paula y su compañero Hadi (Hadi Khanjanpour) en la cabina del piloto. ¿Qué hacían allí? ¿Qué discuten en la única grabación recuperada a la espera del hallazgo de la caja negra? Sumidos en un duelo que tampoco se confirma, Sven y Charlie deben lidiar con los interrogatorios de las autoridades y el asedio de la prensa, al mismo tiempo que intentan comprender qué fue lo que pasó con Paula. Astutamente el relato bifurca sus tiempos y seguimos no solo el presente de Sven y Charlie, sino lo ocurrido en el pasado: el viaje espacial de Paula y retazos de su vida anterior.
El misterio que instala la miniserie es la conducta de Paula, tensada entre un hallazgo extraordinario y la posibilidad real de un estado de psicosis. Si bien al comienzo el tono y la puesta en escena se concentran más en la dinámica familiar, en el impacto del accidente y en la posible narrativa del duelo, ya a partir del segundo episodio el tono se enrarece, desplegando una inquietante paranoia que tiene origen en el descubrimiento de una misteriosa señal. Una voz en el espacio, no proveniente de la Tierra, que reverbera en los oídos de Paula. ¿Es real? Lógicamente hay cierta influencia de la arquitectura de los relatos de la paranoia -desde Blow Up de Antonioni a La conversación de Coppola-, incluso en el ritmo, que se acelera con la intriga en el espacio y se torna más introspectivo en tierra. Sin embargo, la clave se encuentra en el interior de Paula, que persiste como un misterio para su familia y quizás para sí misma. El espacio es esa caja de resonancia de una existencia que hoy necesita del vacío para poder pensarse de nuevo, desde otro lugar.
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