La polémica de Game of Thrones: ¿es una serie feminista o machista?
El último episodio de Game of Thrones , "The Last of the Starks", levantó más de una polémica respecto al empoderamiento femenino de sus personajes y el camino elegido para esa conquista. La escena que abrió la discusión fue la que comparten Sansa Stark (Sophie Turner) y Sandor 'El Perro' Clegane (Rory McCann), en el trascurso de la celebración por el triunfo en la batalla contra los Caminantes Blancos. Luego del reencuentro y los consabidos recuerdos de la última jornada que compartieron en King's Landing, cuando él le propuso salir juntos de la ciudad sitiada y Sansa declinó la invitación (en el final de la segunda temporada), El Perro le confiesa que se enteró de todo lo que le había pasado y reflexiona: "Has cambiado, pajarito. Nada de eso habría pasado si hubieras dejado King's Landing conmigo. Nada de Little Finger, nada de Ramsay". Sansa, mientras le toma la mano, le asegura: "Sin Little Finger, Ramsay y los demás, hubiera sido un pajarito toda mi vida". Lo que hay detrás de "Little Finger, Ramsay y los demás" es la violencia, la tortura y la brutal violación que padeció Sansa y que, según este nuevo episodio, parece ser lo que ha forjado su nuevo carácter.
Sansa fue uno de los personajes que más cambió a lo largo de las temporadas. Comenzó como una princesa adolescente, ilusionada con un príncipe y un matrimonio real, y terminó como la estratega de Winterfell, con palabra propia en el armado de las batallas y en la reconquista del hogar de su infancia. En ese arco que la llevó de la inocencia inicial a la astucia del presente, con un ojo puesto en el horizonte, midiendo la idoneidad de Daenerys (Emilia Clarke) como futura reina, la posibilidad de sobrevivir a un enfrentamiento con Cersei (Lena Headey) y el futuro del Norte bajo un nuevo mando en el Trono de Hierro, Sansa lidió con varios enemigos, pero también descubrió cómo jugar el juego. Sin embargo, ese empoderamiento que el personaje alcanzó parece reducido en el diálogo con El Perro al resultado de las torturas y vejaciones que sufrió a manos de los hombres.
Como no podía ser de otra manera, los comentarios no se hicieron esperar. "La violación no es una herramienta para hacer que un personaje sea más fuerte. Una mujer no necesita ser víctima para convertirse en mariposa. El pajarito fue siempre un Ave Fénix. La fuerza que la hizo prevalecer es solo de ella. Y de nadie más", escribió Jessica Chastain en su cuenta de Twitter luego de la emisión del episodio. La actriz es compañera de Sophie Turner en Dark Phoenix, la nueva película de los X-Men que estrena Disney el mes próximo. Pero no fue la única. Varias críticas de distintos medios de los Estados Unidos se quejaron por las implicancias del diálogo, por la pobreza de la escritura y por ciertos giros que afectan a los personajes femeninos en esta nueva temporada.
"Voy a necesitar que reescriban la escena entre Sansa y El Perro desde el comienzo", aseguró Shirley Li en The Atlantic. "A pesar de cómo la manipularon y la lastimaron, Sansa atribuye a Ramsay y Little Finger su transformación. Parece incluso agradecida a ellos", señala Sonia Saraiya en un extenso artículo sobre "The Last of the Starks" publicado en Vanity Fair. Y lo mismo explica Kathryn VanArendonk en Vulture: " Ser violada y torturada le ayudó a crecer, dice Sansa. La desastrosa sugerencia es que Sansa no podría haber madurado sin experimentar un trauma". Todos los signos de feminismo que se pueden haber leído a lo largo de la serie, coronados con la disputa por el trono entre Cersei y Daenerys, el nombramiento de Brienne de Tarth (Gwendoline Christie) como caballero y el acto final de Arya (Maisie Williams) en la destrucción del Rey de la Noche, se diluyen en los equívocos signos que esa conversación disparó.
Rape is not a tool to make a character stronger. A woman doesn’t need to be victimized in order to become a butterfly. The #littlebird was always a Phoenix. Her prevailing strength is solely because of her. And her alone.#GameOfThronespic.twitter.com/TVIyt8LYxI&— Jessica Chastain (@jes_chastain) 7 de mayo de 2019
En un serio cuestionamiento sobre el rol de las mujeres en la serie y el interrogante sobre si es lo mismo el protagonismo narrativo que el empoderamiento de los personajes, la mayoría de las críticas apuntan a la ausencia de voces femeninas en el equipo creativo detrás de Game of Thrones. Como señala Variety, en toda la serie hubo solo una directora, Michelle MacLaren, que dirigió solo cuatro episodios, el último en 2014. Jane Espenson, Vanessa Taylor y Gursimran Sandhu son las únicas escritoras mujeres y participaron solamente en nueve episodios a lo largo de las ocho temporadas. Ese hueco en la representación femenina pone en tela de juicio los destinos de varios personajes, sobre todo a partir de este último episodio en el que se produjeron significativos giros. Veamos dos de ellos.
El primero refiere a la figura de Brienne, personaje que desde el inicio evitó ser definida por su condición de señora de su castillo, y su arte en la lucha y lealtad a sus promesas la perfiló como uno de los caballeros más honorables de todo Westeros. En el segundo episodio, "A Knight of Seven Kingdoms", finalmente se le otorgó el título que se le adeudaba. Sin embargo, después de verla pelear con hidalguía en la batalla de Winterfell, la cena del agasajo la encuentra sonrojada en la mesa con otros caballeros debido a las abiertas referencias a su virginidad. La tensión sexual que atravesó su relación con Jaime (Nikolaj Coster-Waldau ) finalmente llegó a su corolario y pasaron la noche juntos. Pero ese encuentro fue todo lo contrario al que tuvo Arya con Gendry (Joe Dempsie) dos episodios antes. Mientras Arya honró su deseo sin vergüenza y desestimó la validación posterior del matrimonio y el hogar como único posible destino, Brienne decidió dejar el frente de batalla -no solo por su lealtad a Sansa sino también por el amor a Jaime-, para luego quedarse a llorar en los campos de Winterfell la partida de su amado. Es ese juego entre las conquistas de los personajes y el peso de los mandatos que los guionistas imponen sobre ellos, el que tiñe de ambigüedad todas las validaciones.
El otro caso es el de Daenerys. Su carácter pasional y la convicción de su destino como liberadora de tiranos la impulsó a conquistar ciudades desde el comienzo de la serie. Sin embargo, desde la llegada al Norte, la resistencia de los pobladores y la tensión con Sansa fue minando su carácter con fastidio y desconfianza. Pero en este último episodio hubo algo más que eso. La creciente obsesión con el trono se conjugó con unos celos infantiles, nacidos de la revelación de la verdadera identidad de Jon Snow (Kit Harington) y las simpatías que él despierta a su paso, celebrando con sus amigos, contando las hazañas con los dragones (que cuando ella las protagoniza parecen no sorprender a nadie), recordando los tiempos del Muro. Danny fue impulsiva desde el comienzo, pero ahora varios de sus actos combinan la amenaza de la locura de sus ancestros con la previsible "histeria" femenina. Y a eso se suma el trágico desenlace de su fiel mano derecha, Missandei (Nathaniel Emmanuel).
Liberada por Danny de la esclavitud y convertida en su amiga y leal consejera, Missandei fue capturada por la flota de Euron Greyjoy (Pilou Asbæk) en las puertas de King's Landing y decapitada por Cersei para demostrar que el trono es suyo y nunca se rendirá. Su última palabra es 'Dracarys', como un secreto pedido de venganza en su nombre. Todo ocurre frente a los ojos encendidos de Danny, quien nunca aparta la vista hasta el final. Ahora queda esperar el efecto de esa muerte en su decisión de arremeter con fuego y furia contra la capital y todos los habitantes que Cersei mantiene en la Fortaleza Roja como corderos de sacrificio. Por último, además de ser una pieza clave en las conquistas de Danny en Essos, Missandei era la única mujer de color en la serie, y ese dato se convirtió en significativo frente a su trágico final. La directora Ava DuVernay (Selma, Un viaje en el tiempo) escribió en su cuenta de Twiter junto a un meme de advertencia: "Entonces... ¿[eso hicieron a] la única hermana en toda la serie, cuya épica duró años? ¿Es eso lo que quieren? Okay".
So... the one and only sister on the whole epic, years-long series? That’s what you wanna do? Okay. #GOTpic.twitter.com/O5G6YZMj0g&— Ava DuVernay (@ava) 6 de mayo de 2019
Quizás la verdadera excepción para entender el poder femenino en Westeros sea la figura de Arya. En el último episodio, luego de rechazar la propuesta de matrimonio del nuevo Lord de Storm's End, Gendry Baratheon, la vemos partir en su caballo hacia King's Landing. En el camino se encuentra a El Perro e intercambian provocaciones. "¿Me volverás a dejar para que muera si me hieren?", le pregunta él. "Probablemente", contesta ella. La fortaleza de Arya, que nació del trauma de la muerte de su padre, se engrandece en su decisión de no atenerse a títulos ni decisiones ajenas. No forma parte de las fuerzas oficiales del Norte comandadas por Jon, ni quiere ser una dama porque no nació para ello. Emprende su viaje sola porque su fortaleza sí es solamente de ella. Y porque todavía queda un nombre aguardando en su lista.
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