La perturbadora historia real de Bebé reno, la miniserie de Netflix más vista en todo el mundo
La ficción retrata el verdadero calvario que atravesó su creador y protagonista con una acosadora que lo hostigó por más de tres años
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“Esto es una historia real”, advierte una placa al comienzo de Bebé reno, la miniserie británica disponible en Netflix que a pocos días de su estreno ya ocupa el tercer puesto entre lo más visto de la plataforma en la Argentina y el primero en su ranking global. Un éxito al que, en principio, probablemente haya contribuido el hecho de que se trata de un relato verídico sobre el acoso que vivió el comediante escocés Richard Gadd, quien convirtió el hecho en una obra de teatro que ahora adaptó y protagoniza para la TV.
Con un estilo que está más cerca del drama que de la comedia, aunque la plataforma la promocione como tal, la miniserie propone un peculiar recorrido por situaciones traumáticas en las que el humor negro aparece aunque solo lo necesario para matizar un relato sombrío.
La ficción presenta a Gadd como Donny Dunne, un aspirante a comediante escocés instalado en Londres que no logra hacer pie en el escenario y debe trabajar en un bar para mantenerse a flote. Allí conoce a Martha (Jessica Gunning), una mujer que llega al lugar apesadumbrada y sin dinero para pagar ni siquiera una taza de té. “Sentí lástima por ella, eso fue lo primero que sentí”, le explica Donny al primer policía que escucha su caso cuando por fin decide pedir ayuda. Lo que sigue es el desarrollo de un vínculo tan extraño como dañino en el que Martha, una persona con evidentes y graves problemas psiquiátricos, se obsesiona con el comediante, una atención desmesurada que el hombre en principio elige aceptar y hasta parece disfrutar y que lo enfrenta con dolorosas circunstancias sobre un pasado que hizo lo posible por olvidar.
Aunque el autor haya decidido modificar algunas circunstancias en la serie en función de la dinámica narrativa, además de crear un álter ego bastante menos exitoso de lo que era él cuando comenzó el acoso, los detalles de lo ocurrido reflejan la realidad y pintan un cuadro que se vuelve cada vez más asfixiante y desesperado. En los tres años que duró la situación criminal, a la que en un principio Gadd no le prestó demasiada atención, su acosadora le envió más de 40.000 mails, 350 horas de mensajes de audio y más de 100 páginas manuscritas, además de algunos “regalos” como pastillas para dormir, una gorra de lana y unos calzoncillos. La miniserie reproduce algunos de esos perturbadores mensajes a modo de separadores entre escenas que demuestran el tono cada vez más preocupante que adquieren a medida que se desarrolla el relato.
Como muestra Bebé reno, en la realidad la reacción de la policía ante la creciente preocupación del comediante estuvo lejos de solucionar la situación: solo pudieron intervenir cuando el hostigamiento se extendió a los padres de Gadd -a los que la acusadora denunció falsamente por pedofilia para llamar su atención- y los mensajes empezaron a incluir amenazas de violencia explícita. En el proceso, el comediante se vio forzado a escuchar hora tras hora de mensajes insultantes para encontrar aquel que ¿por fin? resultara lo suficientemente grave para ameritar una investigación policial que, en su caso, se extendió por varios años. De todos modos, la historia -la real y la de la ficción-, se mueve lejos de la lógica de la víctima y el victimario. De hecho plantea un escenario mucho más ambiguo sobre esa dinámica que resulta en un fascinante estudio de la experiencia humana y las consecuencias de la falta de atención a la salud mental. Y lo hace en un sentido más amplio y profundo de lo que generalmente retrata la TV.
La ficción suele retratar a personajes como el de Martha, con todos sus delirios, desplantes y ocurrencias fantasiosas como el remate de chistes de los que cuesta reírse, un estilo de narración que deja de lado los matices y la necesaria sensibilidad que el tema requiere. En algunos casos, con Atracción fatal como el ejemplo más conocido, el acoso se muestra con ribetes de sensualidad y misterio en busca de generar un suspenso que transforma en glamoroso lo que está muy lejos de serlo. Lo mejor de Bebé reno es que demuestra exactamente lo contrario: siempre deja en claro que por más shockeantes, inapropiadas y extrañas que sean las actitudes de la acosadora no se exponen para provocar la risa fácil sino para demostrar que se trata de los modos de expresarse de un persona con una enfermedad que muchas veces otros guiones interpretan como una broma.
En la misma línea de otras excelentes series británicas recientes como I May Destroy You, de Micaela Cole -también basada en las experiencias reales de su creadora y protagonista-, y Fleabag -la serie de Phoebe Waller-Bridge basada en una exitosa puesta teatral-, Bebé reno se anima a bucear en aguas íntimas y turbulentas. Al hacerlo consigue conectar con un público evidentemente ávido de la dosis de honestidad brutal que la miniserie reparte de a montones.
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