Más de medio siglo después de su estreno, La isla de Gilligan se mantiene en el colectivo imaginario de varias generaciones alrededor del planeta como una de las series más queridas de la historia, gracias a una premisa tan singular como atractiva. Si bien sólo se hicieron 98 episodios, sus repeticiones siguen en pantalla en los Estados Unidos y llevaron a sus protagonistas al estrellato, aunque también los marcó para siempre y, en algunos casos, los hizo odiar a sus propios personajes.
Todo comenzó en la década del 50, cuando un joven Sherwood Schwartz estaba en la universidad y le tocó como tarea redactar un texto en donde justificara qué objeto se llevaría a una isla desierta. La premisa le impactó tanto y le hizo tener tantas ideas que decidió anotarlas para usarlas más adelante. Años más tarde, usaría ese germen para un programa de televisión.
"Siempre me imaginé a La Isla de Gilligan como una crítica a la sociedad sedimentada en distintas clases. Quería mostrar que las barreras que nos dividen son artificiales y nos han sido impuestas. Deseaba que los televidentes se rieran, claro, pero que también entendieran que para salir de un aprieto o un problema común, todas las clases sociales debían unirse", escribió Schwartz en su libro Inside Gilligan’s Island: From Creation to Syndication.
Un Gilligan impensado
Schwartz ya era conocido en la TV por haber creado Mi marciano favorito -años más tarde, también crearía otro gran hit, The Brady Bunch- pero tuvo problemas en convencer a los productores acerca de una comedia protagonizada por náufragos en una isla desierta. Sin embargo, Schwartz no se dio por vencido y escribió el piloto con Jerry Van Dyke -el hermano del protagonista de Mary Poppins- en mente para el papel principal, pero cuando el actor leyó el guion no quedó satisfecho y decidió pasar. La serie tampoco resultó atractiva para su representante, quien le sugirió tomar otra propuesta, My Mother The Car, en donde una mujer reencarnaba en un automóvil y le hablaba a su hijos través de la radio.
Así fue que tuvieron que hacer un casting para encontrar al protagonista, y el papel recayó en Bob Denver, un casi desconocido profesor universitario de ciencias políticas que secretamente amaba actuar y que había participado en roles menores en la televisión. A pesar de que el personaje tenía muy poco de su propia personalidad, rápidamente dio muestras de que era el Gilligan perfecto.
"Era un actor brillante, y fuera de pantalla era la persona con menos probabilidades de le cayera un coco en la cabeza en el mundo. Hizo su papel realmente bien, pero siempre sentí pena porque no pudo demostrar todo lo que era capaz de hacer. Es cierto que en su vida personal atravesó muchos problemas y más de un divorcio, pero era un buen tipo", reveló el año pasado Lloyd J. Schwartz, hijo del creador de la serie. Y es que a pesar del talento de Denver, nunca pudo quitarse a Gilligan de encima.
Aún hoy no se sabe si Gilligan es un nombre o un apellido: hay entrevistas en donde Schwartz asegura que es una cosa y otras en donde el actor Denver dice que es otra. Sí se sabe que la inspiración fue accidental, jugando con la guía telefónica de Los Ángeles.
El agradecido, el que se resignó y la que odió la serie
Para personificar al capitán Jonas Grumby se necesitaba a alguien que fuese querible y que funcionara también como una suerte de figura paternal para Gilligan. Lo que nadie imaginó es que ese rol sería la salvación para el actor que lo interpretó: Alan Hale Jr. era el hijo de dos famosos actores de cine de esa época, y por eso sentía que su carrera siempre estaría bajo la sombra de sus padres. Tras varios pequeños papeles en películas y series, el intérprete se sentía derrotado cuando su agente le habló de un casting para La isla de Gilligan.
Según contó años más tarde, al leer el guión supo que el rol era perfecto para él y por eso, como justo estaba rodando un western en una localidad remota de Utah, debió arribar al aeropuerto más cercano a caballo para llegar a tiempo y luego regresar a completar su participación.
El capitán Grumby fue el ticket a la fama para el intérprete y una suerte de revancha. Mientras que al resto del elenco le pesó en los años posteriores el encasillamiento, Hale lo disfrutaba tanto que era común verlo caminar en su vejez con el gorro de capitán, para ser reconocido más facilmente por los fans se la serie. También tuvo restaurantes de pescados y mariscos, y era frecuente que apareciera para tomarse fotos con los clientes, mesa por mesa.
"Él adoraba el personaje del capitán. Y no solo porque era un hombre bueno, de buen corazón, sino porque le dio una identidad frente al público. No se sacó el sombrero hasta el día de su muerte: era común que en los fines de semana, ya jubilado, visitara hospitales de niños y ancianos interpretando el personaje", explicó Lloyd.
Para la pareja de millonarios, se eligió a Jim Backus y Natalie Schafer. Backus era el único conocido del elenco aunque no por su cara sino por su voz: había interpretado nada menos que a Mr. Magoo, el personaje animado de mucha suerte y poca vista. Schafer, por su parte, había comenzado su carrera en Broadway, y no le interesaba mucho la televisión. De hecho, jamás creyó en el éxito de La isla de Gilligan y sólo aceptó hacer el piloto porque era la oportunidad de conocer gratis Hawaii. Sin embargo, ni bien el público comenzó a reconocerla en la calle, entendió que había tomado una buena decisión.
Con frecuentes caídas, golpes y chapuzones en cámara, no era raro que los actores tuviesen dobles para esas escenas. Schafer, sin embargo, siempre quiso hacerlas ellas, demostrando su jovialidad y buena salud. Según declaró a una revista por ese entonces, su secreto para estar en forma era nadar desnuda todas las mañanas en su mansión y, una vez por semana, consumir un cuarto kilo de kilo de helado como único alimento a lo largo del día.
Con el elenco confirmado, el piloto se rodó en la isla Kauai, en Hawaii, en noviembre de 1963, en los días previos al asesinato del presidente John F. Kennedy. El elenco se enteró del magnicidio mientras grababa y las escenas en exteriores se suspendieron hasta que tuvieron la autorización de la Marina. De hecho, en la presentación de la serie se puede ver a lo lejos una bandera a media asta porque aún seguía el duelo nacional. Cuando los directivos de CBS vieron el material les interesó la idea pero decidieron pedir algunos cambios, como nuevos actores para el Profesor, Ginger y Mary Ann. En el libro original, las dos mujeres eran secretarias y ahora serían una reconocida estrella de cine y una ingenua granjera.
En cuanto al Profesor, los estudios pidieron alguien más joven pero con aspecto serio. El elegido fue Russell Johnson, quien tal como sus compañeros, conoció así la fama pero no logró tener otros roles. "Durante años me enfureció que nadie me llamara para otra cosa porque pensaban que yo era el Profesor y no podía ser otra cosa. Pero el tiempo pasó y me rendí: yo soy el Profesor y lo disfruto. Me encanta saber que sigo haciendo reír a niños sin asesinatos, sin choques de autos, sin violencia. Es diversión dura y pura, nada más. No es una mala herencia", aseguró Johnson.
Para Ginger, la estrella de cine, los productores soñaban con un gran nombre que le diera un interés extra al televidente. Así que convocaron a Jayne Mansfield, quien rechazó la idea de hacer televisión. Entonces buscaron a alguien que pudiera transmitir ese glamour aunque sea desconocida. El rol terminó en las manos de Tina Louise, la única actriz del elenco que odió la serie desde el minuto cero y que no ha participado de homenajes ni películas que se hicieron después.
"Cuando la llamaron a Louise para el papel estaba haciendo una obra de teatro y tenía que elegir entre eso y la televisión. Aún no era muy conocida y su representante le dijo que haría de una estrella de cine en una isla perdida, sin contarle que había más personajes. Así que se enteró de la dinámica después de grabar varios episodios. Fue con mi padre, que era el productor, y reclamó que no tenía mucho protagonismo. Él le respondió: ‘¿Vos entendés que esta sitcom se llama La isla de Gilligan por un motivo, ¿no?'. Ahí comenzaron años de resentimiento", explicó Lloyd.
Ella, sin embargo, lo niega: "Tengo tantos amigos y personas que conozco que aman La isla de Gilligan, que compartieron tiempo con sus familias viéndolo por TV, disfrutando nuestra alegría. Estoy muy feliz de haber sido parte de algo tan especial para la televisión estadounidense".
Finalmente, el rol de Mary Ann, el prototipo de chica sencilla de Kansas y de buen corazón, tuvo varias candidatas. Uno de los nombres en danza era nada menos que Raquel Welch, quien quería salir del rol de bomba fatal que había construido en las películas y mostrar versatilidad en pantalla; sin embargo, no logró convencer a los productores, y el papel quedó en manos de Dawn Wells, quien se había hecho famosa como Miss Nevada, representado a su estado en el concurso estadounidense de belleza de 1959. Ella fue reonocida como la contracara perfecta de la diva de Hollywood, el personaje más popular y la que recibiría más cartas de los fanáticos.
Un éxito inmediato
La isla de Gilligan debutó el 26 de septiembre de 1964 en la pantalla de la cadena CBS y se convirtió en un éxito inmediato. Filmada en blanco y negro, el color recién llegaría al año siguiente y por eso a la hora de las repeticiones el estudio debió pintar los fotogramas, una práctica por la que también pasaron El Zorro y otros títulos. Sólo el piloto se filmó en Hawaii, para el resto de los episodios se construyó un estanque en los estudios Radford de CBS, una ambientación que se volvió una atracción turística hasta 1995, cuando tuvieron que destruirlo para hacer más playas de estacionamiento para empleados.
El público estaba tan compenetrado con lo que sucedía que parecía no reparar en varios problemas de guión (¿Cómo es que el Profesor puede crear tantas cosas en la isla pero no arreglar el motor del barco? ¿Por qué la isla recibe tantos visitantes pero nadie pide ayuda por los náufragos?), y la Guardia Costera de los Estados Unidos se cansó de recibir pedidos de rescate por parte de los televidentes.
Al terminar el tercer año el rating había bajado con respecto a sus inicios pero se mantenía como la serie más vista de su franja, así que todos los involucrados creyeron que la cuarta temporada estaba garantizada. Es más, Denver y Hale se compraron casas cerca de los estudios para tener que viajar menos. Pero en medio del receso del equipo, las autoridades de CBS llamaron a Schwartz para que volviera de sus vacaciones. En una reunión, le explicaron que necesitaban el horario de La Isla de Gilligan para un western titulado Gunsmoke, que no tenía buena audiencia pero era el preferido de la esposa del presidente de CBS, así que la serie quedó trunca.
Como las repeticiones hicieron que la historia se vuelva más y más popular, el equipo original aceptó hacer una película para televisión contando el esperado rescate. Todos aceptaron gustosos menos Louise, quien fue reemplazada por la actriz Judith Baldwin. Lo mismo sucedió en dos cintas más, todas con suceso regular. La sitcom incluso tuvo una versión animada pero, por algún extraño motivo, nadie quería ver cosas nuevas de los personajes, sino seguir riéndose de los gags que se repetían una y otra vez en la televisión.
El éxito de La isla de Gilligan es difícil de explicar: gracias a las repeticiones, está en pantalla desde hace 55 años de forma ininterrumpida. Se ha vuelto uno de los ejemplos de la Era de Oro de la televisión estadounidense y tanto la serie como su cortina musical suelen quedar en los primeros puestos en los rankings de programas más queridos. Sólo una actriz goza de los beneficios de esta longevidad: Wells pidió en su contrato recibir un porcentaje de las ganancias a perpetuidad, a diferencia de sus compañeros, que sólo lo hicieron hasta la quinta repetición.
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