La isla de la fantasía: cómo es el regreso del clásico de los 80, que se aleja de la oscuridad y retoma las bases de la serie original
La protagonista de este reboot, Roselyn Sanchez, dialogó con LA NACION acerca de los desafíos de encarnar a la nieta del señor Roarke, el personaje que interpretaba Ricardo Montalban
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El fenómeno de la serie La isla de la fantasía es tan asombroso como su premisa misma. El programa de 1977 nació como una broma, cuando Aaron Spelling en reunión con un ejecutivo de ABC y cansado de que le rebotara todas las ideas le dijo: “¿Qué historia querés, la de una isla que cumpla todos tus deseos?”, a lo que su interlocutor le dijo: “Dale, me gusta”.
Lo demás es historia conocida: Ricardo Montalbán como el Sr. Roarke, siempre de punta en blanco; el pequeño Tattoo (Hervé ViIlechaize) a los gritos cada vez que llegaba el avión con los invitados, y siete temporadas que cimentaron las bases del mito. Un punto de partida tan poderoso que no pudo ser dañado ni por su olvidable reboot de 1998 con Malcolm McDowell, ni por la rústica película del 2020. De la misma manera que la isla cumple las fantasías, también tiene el suficiente carácter para dejar en claro que si uno se mete mal con ella, sufrirá las consecuencias.
En un muy logrado intento por sacar el mal sabor de boca de estas producciones, un nuevo comienzo en formato de serie conecta directamente con el original. A través de la pantalla de Universal+, Fantasy Island abre nuevamente sus fronteras en una primera temporada llena de guiños para nostálgicos, con historias nuevas, y el mismo espíritu que el original.
El Sr. Roarke ya no está (el actor Ricardo Montalbán falleció en 2009), pero dejó su legado a cargo de su sobrina nieta Elena. Ella es la encargada de recibir a los visitantes al comienzo de cada capítulo, y la artífice detrás de cada una de sus fantasías. Aunque a diferencia de su pariente (que está en todo momento presente mediante sutiles referencias al original), a medida que se suceden los capítulos, Elena Roarke comenzará a tomar mayor protagonismo en el desarrollo de cada historia.
La puertorriqueña Roselyn Sanchez (Grand Hotel, Rush Hour 2) afronta el desafío de salir adelante justo donde sus predecesores fracasaron: aggiornar la premisa, pero sin perder de vista el original; al contrario, honrarlo. Y sobre eso mismo dialogó con LA NACION.
-¿Cuáles son tus recuerdos infantiles sobre La isla de la fantasía?
-Nací en 1973, y tengo muy presente la serie original desde que era chica. No recuerdo de pequeña haber visto capítulos completos, pero sí a Tattoo tocando la campana y gritando “¡El avión, el avión!”, o la bienvenida de las bailarinas. Y por supuesto a Ricardo Montalbán diciendo “Welcome to Fantasy Island”. En Puerto Rico le fue muy bien a la serie.
-¿Y tomar tanta conciencia de lo que significó el programa original para más de una generación, no conlleva un peso demasiado grande?
-Una vez que me dieron el personaje entré a Youtube y me puse a ver algunos episodios, para empezar a estudiar a Ricardo Montalban. Me ilusiona mucho este proyecto porque yo pienso que La isla de la fantasía es reconocida en casi todo el mundo; aunque no la hayan visto cuando salió, la gente tiene una idea muy clara de lo que es.
-¿Por qué decidieron evitar el tono más oscuro y macabro que se le había dado en los últimos años?
-Te voy a contar una historia, que no mucha gente sabe. La propuesta original de esta nueva versión era hacer una cosa mucho más misteriosa, con más morbo. Es más, cuando firmé para hacer la serie yo pensaba que iba a ser así, que iba a ser un poquito más oscura.
-¿Y qué pasó?
-Mira, la primera lectura del libreto con la gente de la cadena se hizo a distancia, porque como estábamos en el medio del Covid no nos pudimos reunir todos en un mismo cuarto como usualmente se hace. Esa lectura estuvo un poco densa, un poco cargada. Esa noche recibí una llamada del director y de algunos productores diciéndome que la gente de Fox, había dicho: “No, no queremos hacer eso. Tenemos un cielo azul maravilloso, una playa cristalina, una isla gloriosa, un elenco bonito, con todo ello tenemos que hacer una televisión de esperanza, optimista, acerca de cumplir sueños”. Y en cuestión de 24 horas todo cambió.
-¿Estuviste de acuerdo con un cambio tan radical a tan poco tiempo de empezar a rodar?
-Fue un shock para todos, inclusive para mí porque yo me sentí perdida. Me pregunté: ¿Entonces quién es Elena Roarke? Y los primeros dos capítulos fueron una búsqueda de todo el mundo, para encontrar el tono apropiado. Pero al final, caímos en cuenta de que no estaban equivocados, esta propuesta iba a funcionar mucho más así. Una vez que lo entendimos y aceptamos, el tercer episodio siguió este camino, y hasta hoy, gracias a Dios, a la gente le ha encantado.
-¿Puede ser que ese cambio tenga que ver con la impronta de tu actuación, que luego de los primeros capítulos cambia?
-Es correcto, fue así. Entendí el tono después de mucha plática con las escritoras. Tenía que encontrar cuál era la motivación de esta mujer, porque al final de cuentas yo quiero que la gente la encuentre empática. Elena es una persona muy fuerte, que no quería estar en la isla. Ella estaba enamorada, quería casarse, no quería ese legado. Así que tiene que pasar por el camino de aceptar qué es lo que le tocó y enamorarse de su trabajo y del privilegio que tiene de estar cambiando vidas. Y vas a ver cómo en el arco de la primera y especialmente en la segunda temporada ella se va a ir volviendo más vulnerable, aunque manteniendo ese aura de intocable. Ella va a llorar contigo, va a sentir contigo. Fue un personaje muy lindo de construir.
-A lo largo de la primera temporada, en todos los capítulos se hace mucha referencia al universo femenino, y especialmente en el que trata del cumpleaños de 50 de tres amigas, uno de los mejores de la serie...
-Totalmente, ese es uno de mis capítulos favoritos. Lo dirigió Diana Valentine, una directora muy talentosa. Ese episodio lo disfruté mucho, además es la primera vez que vemos a una Elena muy distinta. Se suelta y pierde ese control que es tan característico en ella. Lo encontré súper simpático.
-Además, me imagino que siendo generacionalmente afín a los personajes también puede haberte llegado de una manera especial...
-Claro, porque habla de las expectativas que una tiene como mujer, la mamá que ha dedicado su vida a agradar a los demás, olvidándose de lo que la hace feliz a ella. A una como mujer, como esposa y como madre le pasa mucho. Cuando tienes hijos, a lo mejor la vida ya no es solo sobre uno, sino sobre la felicidad de esas criaturas. Hay mucha historia súper linda. Y si te confieso, y espero que a ustedes les funcione y puedan mostrar también la segunda temporada, todos estos temas están otra vez. Hay historias espectaculares.
-Las locaciones donde rodaron están en Puerto Rico, tu país natal. Contame cómo fue volver a trabajar ahí luego de vivir tanto tiempo en Estados Unidos.
-Fue lo máximo. Yo me fui de Puerto Rico a los 22 años, pero había comenzado a los 19 en un show de comedia de allí. Y parte del equipo técnico de este programa había trabajado conmigo en ese entonces. Se acordaban de cuando dejé el show porque me iba a Nueva York a estudiar teatro musical, y a seguir mi sueño de vida. Imagínate ahora que tengo 49, que he hecho películas y he tenido una trayectoria muy bonita en Estados Unidos, poder regresar con una serie americana, con una propiedad intelectual tan linda como es Fantasy Island. No sé cómo explicarte, es glorioso. Además, tener a mi papá y a mi mamá cerca, a mis hermanos, a mis sobrinos.
-La isla también te cumplió una fantasía.
-De verdad que sí. Poder a esta edad y después de 30 años trabajando en esta industria, decir que regresé a mi país con esto es increíble. Estoy viviendo un sueño.
La isla de la fantasía estrena este lunes 3 a las 22.30, por Universal Premiere.
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