Los protagonistas de la serie de Netflix hablaron con LA NACION y explicaron el proceso de creación de sus personajes, si tuvieron ayuda de los músicos reales para sus composiciones y cómo cambió su percepción de la música del rosarino gracias a la inmersión en su vida
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Ya no hay maquillajes, lunares o peluca de rulos. Pero el espíritu de Fito Páez y de Fabiana Cantilo todavía vive en Iván Hochman y Micaela Riera, sus intérpretes en El amor después del amor. Él mantiene la cadencia del artista rosarino, ella gesticula como la cantante, y a lo largo de la nota no le queda más remedio que reconocerlo: “Fue muy difícil sacármela, y hay cosas que me quedaron”.
Y no es para menos, porque el trabajo que hacen en la serie de ocho capítulos que mañana, miércoles 26, estrena Netflix es impecable, al igual que el del resto del elenco y equipo técnico. Movimientos, gestos, miradas, amor, todo elemento reconocible (y, según la edad, recordable) en la relación de ambos artistas está presente en la recreación de Ivo y Mica. Nada mal si se tiene en cuenta que nacieron en 1991 y 1994, respectivamente. Es decir, aproximadamente al final del último capítulo.
-¿Cuánto de la exactitud de la composición fue de ustedes, y cuánto aportaron Fabiana o Fito?
Micaela: –Los dos hicimos una primera investigación muy fuerte, que duró muchos meses. Averiguamos tanto de ellos, como también de la época. Después yo tuve un encuentro con Fabi antes de empezar a rodar. Fui a la casa, estuve seis horas hablando y le hice mil millones de preguntas. Porque la serie es una ficción basada en la vida de Fito Páez, y si bien ella está todo el tiempo presente, no es que se habla de su vida. Entonces, yo tenía que interpretar una vida de la cual no se hablaba. Mis preguntas apuntaron a que todo eso aparezca.
-¿Y estaba entusiasmada?
Mucho. Me respondió todas las preguntas, y más también. Me acuerdo que una vez le hablé y le dije: “Che Fabi, ¿vos sabés tocar el piano? Porque tengo que hacer una escena en la que me siento en el piano, entonces no sé si tengo que aprenderme algo”.
-¿Y qué te contestó?
–”No, yo en los 80 no tenía ni idea, así que poné las manos como quieras”. Fue muy hermoso, que estuviera siempre presente para mí. Me preocupé mucho porque ella también se sintiera identificada.
-¿Y tu experiencia con Fito?
Iván: –Yo tuve algunos encuentros clave con él. Un día estábamos hablando y le dije: “Estamos haciendo un gran trabajo, todos los equipos están haciendo cosas increíbles, vos quedate tranquilo que yo estoy dando el cien por ciento, pero siento que tal vez las únicas dos personas que no vamos a disfrutar de este personaje vamos a ser vos y yo. Tal vez vos nunca termines de verte en mí, y yo tampoco verte a vos porque me conozco demasiado. Pero si algo de esa magia se da en los espectadores va a ser un lograzo”. Era un desafío grande.
-Especialmente frente al riesgo de caer en la imitación.
–Todos intentamos alejarnos de la copia, que era el camino más fácil. Nos empezamos a preguntar qué de esas cosas que aparecían en ellos se acercaban a lo que éramos nosotros. Lo físico, el abrazo, la caricia. Me pasó con Mica de generar un vínculo muy parecido al que se daba entre Fito y Fabi. Muy físico, muy jugado, muy lúdico y jodón. Con Baglietto, en cambio, se daba algo más contenedor. Con Juli Kartún, que hizo de Spinetta, una fascinación, por la figura del Flaco y también por la de él, que es un artista genial. El Charly de Andy Chango era a su vez padrino y padre.
-No me hablaste de las correcciones, que sabiendo lo meticuloso y obsesivo que es, deben haber sido unas cuantas.
–Fito es un director de cine, un músico, alguien que tiene muy claro lo que quiere, y muy firme en sus convicciones de lo que está bien y lo que está mal. En ese sentido fue muy generoso, porque nos dejó crear con mucha libertad. Intervino solo cuando tuvo que intervenir.
-¿Por ejemplo?
–Me ayudó con cuestiones del piano, de la conexión con el piano. Eso se ve en la serie y me parece que es clave. Yo siento que cuando más conecto con él es cuando canto y toco, porque eso es algo muy de él. Me ayudó también con sus movimientos, con el manejo del pelo. Pero en general nos dejó ser y crear con libertad, a pesar de que él seguramente debe haber tenido un montón de opiniones, de intenciones y de deseos para con la serie.
-¿Cómo vieron el contraste generacional entre la época que muestra la serie con la de su adolescencia?
Iván: –Para mí algo hermoso que hace la serie es producir una especie de tour de force por esa época turbulenta, que como decís fue muy distinta a la de ahora. Es una época con mucha efervescencia, con muchas ganas de juntarse, de poner el cuerpo, de salir. De la noche, de la fiesta, del rock, de la creación. Con eso me identifico. Yo hago teatro y me gusta mucho estar afuera, compartir con gente, estar en grupos. Pienso en Medianoche en París, la película de Woody Allen, y en cómo todos siempre queremos vivir un momento distinto al que nos tocó. A mí me hubiera gustado vivir en una época sin celular, sin tanta falsa conexión. Entonces haberme metido en ese mundo fue una fiesta, un viaje hermoso. Ojalá a la gente le pase lo mismo, que puedan sentir esos años 80 tan poderosos.
Micaela: –Más que la época, la vida de ellos es un montón de cosas hermosas, atravesados completamente por la música todo el tiempo. Es algo que me caracteriza a mí también, siempre viví muy atravesada por la música, no porque la haga sino porque siempre me siento musicalizada por bandas, por artistas que me gustan. Los escucho y sus canciones me hablan. Esto fue al revés, Fito habla con sus canciones y se ve el detrás de escena. Eso es lo que más me llamó la atención de la serie, ver cómo fue la fábrica de esos temas que nos acompañaron toda nuestra vida.
-¿Se acuerdan de la primera vez que escucharon un tema de Fito?
Iván: –A veces uno construye recuerdos de infancia, que tal vez no fueron así, pero arman una especie de mito. Yo me acuerdo de escuchar “Brillante sobre el mic” en el living de mi casa con mis viejos, y emocionarme. El disco El amor después del amor se escuchaba mucho en casa. Me acuerdo de bailarlo, de cantarlo. Teníamos ese y Moda y pueblo, que es de 2005.
Micaela: –Tu pregunta me hizo hurgar en la memoria. Tengo leves recuerdos de mi infancia en Santa Fe cantando “Mariposa Technicolor”, con mi hermana y con mi prima. Era un momento de mucha alegría entre nosotras, la teníamos casi como una canción para niños.
-Y ahora que conocieron lo que fue lo que es la etapa previa de Fito como compositor, ¿qué temas les gustaron o les llamaron la atención y por qué?
Iván: –Es muy fuerte lo que preguntás porque siento que el vínculo de Fito con la música y con su creación siempre es muy visceral, muy relacionado con lo que le pasa en ese momento. La serie muestra mucho eso, los distintos episodios de su vida se transforman casi automáticamente en canciones. Temas que cuando uno los escucha puede reconocerlos o entender de qué se tratan, pero cuando conocés la historia que hay detrás le dás otro significado. Es doblemente conmovedor. Catalizaba las tragedias que le habían sucedido y las convertía en arte. A mí me conmueve mucho “La Verónica” por el vínculo con Cecilia (Roth) y con el mundo del cine; “Ciudad de pobres corazones” por toda la historia de las abuelas; “Cable a tierra”, donde siento que le habla a Charly. Igualmente estoy nombrando los hits, y si me pongo a repasar hay tantas canciones que me conmueven hoy… Todo el disco Giros es tremendo. Incluso el primero, Del 63, no podés creer que lo hiciera con 21 años. ¿Cómo se puede tener tanta sabiduría siendo tan pibe?
Micaela: –A mí me flasheó mucho conocer la creación de “Ciudad de pobres corazones”, e internarme en todo ese momento de oscuridad relacionado al asesinato de su familia. Como espectadora siempre viví esa canción de una manera muy feliz, y grabando sentí una presión en el pecho tan fuerte. Ya no era más una canción feliz, era una canción devastadora. Me hacía mal estar ahí escuchándola, era todo muy, muy triste.
-¿Cómo definirían la relación de Fito y Fabi?
Iván: –Una pregunta que siempre nos apareció fue porque usó el título El amor después del amor. Si es por Ceci que aparece después del amor de Fabi, o si es en realidad una reversión del vínculo entre ellos. Para mí obviamente todas las hipótesis son válidas, no quiero dar ninguna definición para que cada uno pueda expresar lo que siente. Pero sí me parece que el vínculo entre Fabi y Fito fue salvador, sin el cual no habrían sido los mismos. Se acompañaron en momentos clave, fueron inspiración uno del otro, y que hoy esa relación siga vigente, y se sigan queriendo, y sigan siendo amigos, y sigan tocando juntos después de tantos años y de tantas cosas que pasaron, me parece un gran ejemplo de vínculos que sobreviven, y que se transforman, y que se adaptan, y que se siguen acompañando y haciendo bien.
Micaela: –Es un torbellino de amor. Son personas clave para ellos mismos. Siento que para Fabi, Fito es un ser demasiado importante en su vida, por eso nunca se pudieron dejar ir. Se acompañaron, se moldearon, se hicieron entre ellos.
-¿Pudieron decirle esto a ellos o lo van a leer en esta nota?
Micaela: –No, yo no tuve otra conversación con Fabi después de rodar. Cuando terminamos necesité desconectarme porque fue una experiencia muy intensa para todos, se vivía un ambiente de entusiasmo y de fanatismo total, incluyendo actores, técnicos, y todos los que formaron parte. No tuve oportunidad para decírselo, pero ya la tendré.
-¿De haber una segunda temporada, dudarían en formar parte?
Iván: –Es que todavía no arrancó la primera (risas). Tenemos muchas ganas de verla y de disfrutar el momento. Si existiera la posibilidad de que haya una segunda temporada sería porque a la primera le fue muy bien, y a la gente le gustó, entonces bienvenida sea. Igualmente con Mica tenemos un negocio millonario (risas).
Micaela: –Sí, queremos crear el “Multiverso del rock nacional”. Así como hizo Marvel con Los Vengadores, nosotros queremos una serie de Charly, otra de Spinetta, otra de Luca Prodan, del Indio, y que todos los personajes se crucen en los diferentes capítulos. Así que ahora vamos por eso.
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