La casa del dragón: la precuela de Game of Thrones tiene más dragones pero menos vuelo que la serie original
La primera temporada de la nueva serie, que transcurre 172 años antes de la ficción original y está centrado en una guerra fracticida entre los antepasados de Daenerys Targaryen, fue creada por el autor de las novelas, George RR Martin, y el productor Ryan Condal
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House of the Dragon (Estados Unidos/2022). Creadores: George R.R. Martin y Ryan J. Condal. Elenco: Matt Smith, Paddy Considine, Rhys Ifans, Emma D’Arcy, Olivia Cooke, Steve Toussaint, Eve Best. Disponible en: HBO y HBOMax. Nuestra opinión: buena
El 19 de mayo de 2019, después de ocho temporadas y casi una década en el aire, Game of Thrones cerró su marcha con un final que convenció a pocos. Y sin embargo, a pesar de aquella decepcionante despedida, muchos sintieron un vacío del tamaño de un dragón cuando tuvieron que decirle adiós a los siete reinos y a todos los personajes que visitaron semana a semana durante tanto tiempo.
Aún así, cuando HBO anunció sus planes de volver al universo narrativo creado por George R. R. Martin en medio del duelo, más que alegrarse muchos fanáticos empezaron a preocuparse por cómo resultaría el nuevo proyecto. Es que bajo la sombra del enorme éxito y fenómeno televisivo que representó Game of Thrones, cualquier nueva ficción iba a sufrir comparaciones y un escrutinio feroz del que solo una obra maestra podía salir bien parada. Y House of the Dragon -o Juego de Tronos: La casa del dragón, tal es su título oficial- está lejos de ser una obra maestra. De hecho, los seis episodios adelantados a la prensa para las reseñas (de un total de diez que tendrá su primera temporada), dan cuenta de una serie adecuada y bien realizada pero que es apenas una tibia versión del fuego que exhalaba su antecesora.
Basada en el libro Fuego y sangre, de Martin, que creó el programa junto al productor Ryan J. Condal, la ficción comienza con la elección del heredero al Trono de Hierro, una corona que pasa de un Targaryen a otro sin disputa alguna por parte del resto de los señores de Westeros, gracias a los dragones que posee la casa de los rubios platinados oriundos de la misteriosa Valyria. Enseguida se aclara que los hechos que están a punto de desarrollarse transcurren 172 años antes del nacimiento de Daenerys (Emilia Clarke), la última Madre de Dragones, a la que tanto se extraña en los nuevos episodios. Es que hasta la versión final del personaje, condenada a la locura de sus ancestros y traicionada por su noble sobrino y amante Jon Snow, era inmensamente más entretenida que todos los Targaryen que aparecen en la nueva serie.
Más allá de cómo se la recuerde ahora, de los premios y los reconocimientos que cosechó Game of Thrones durante toda su marcha, lo cierto es que el fenómeno creado por David Benioff y D.B. Weiss siempre fue primero una fantasía ejecutada como un melodrama, en el que las identidades secretas, los romances prohibidos, los conflictos familiares y la violencia resultaban en una fórmula fascinante y adictiva casi imposible de repetir. Especialmente si se pierde de vista, como parece haber sucedido en este caso, la esencia del cuento y se lo toma demasiado en serio. Lejos de los delirios telenovelescos tan celebrados de la original, acá el tono está más cerca de la tragedia griega pasada por el filtro de un drama shakespeariano hecho para TV. Las intrigas palaciegas ya no son lo que eran en tiempos de Cersei y sus hermanos, aunque algunos personajes insinúan una capacidad para el engaño y la crueldad que podría despejar algo la densidad de los primeros episodios.
La temporada se centra en el reinado del rey Viserys (Paddy Considine), un monarca aparentemente benévolo con un problema: solo tiene una hija, la princesa Rhaenyra (Milly Alcock de adolescente; Emma D’ Arcy en la adultez) para que lo suceda. Con la reina embarazada y todos convencidos de que por fin llegará el heredero del trono, el príncipe Daemon (Matt Smith), impulsivo y violento hermano del rey y su heredero aparente, empieza a inquietarse.
Sentado en el Trono de Hierro mientras el consejo discute su última osadía como jefe de la guardia del rey, desde su primera aparición en pantalla Daemon se presenta como el catalizador de toda la tragedia por venir, la guerra entre hermanos que terminará por poner de rodillas a los poderosos Targaryen, famosos por sus dragones, sus cabellos platinados y su tendencia al incesto. El trabajo de Smith como el resentido y al mismo tiempo sensible Daemon -junto a la de Rhys Ifans como Otto Hightower, la mano del rey- se destacan en un elenco que no desentona pero que se reserva su mejor arma, la interpretación de D’Arcy como la princesa heredera, hasta el sexto episodio.
Con las lecciones aprendidas por las críticas que en su momento recibió Game of Thrones en relación a la violencia sexual y los desnudos femeninos, House of the Dragon intercambia esas escenas por otras de sangrientos asaltos que incluyen decapitaciones y desmembramientos, espadazos y golpes de puño mortales que hacen acordar a algunas de las secuencias más impactantes de la serie original. Aunque en este caso falte la construcción dramática del suspenso que las volvió inolvidables. Así, a pesar de sus coloridos dragones y las nuevas/viejas disputas de la corte, la nueva serie provoca más nostalgia por lo que ya terminó que interés por lo que queda por venir.
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