La casa de papel: curiosidades, similitudes y diferencias entre la original y la versión hecha en Corea del Sur que Netflix acaba de estrenar
La nueva versión del atraco logró ubicarse entre las más vistas por el público argentino dentro de la plataforma
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De Madrid a Seúl, La casa de papel acaba de añadir una nueva estación a su exitoso recorrido. La serie creada originalmente para el público español que luego se transformó en fenómeno global gracias a Netflix, ahora tiene una nueva versión ambientada en Corea del Sur, cuyos primeros seis episodios, ya disponibles en la plataforma, se ubicaron en el cuarto puesto entre las series más vistas en la Argentina durante el fin de semana.
En gran medida, los buenos resultados de la novedad tienen que ver con la curiosidad de los espectadores que siguieron la trama de la serie creada por Álex Pina, y tal vez piensen que el nuevo programa no tiene demasiado que agregar a las cinco temporadas y 48 episodios que ya vieron. Después de todo, la idea del asalto perfecto que no sale como fue planeado no es especialmente nueva, y lo que para muchos distinguía a la serie de otros relatos de su tipo era precisamente su espíritu español, catalizado por unos personajes más españoles que la paella, algo que se transmitía aún a aquellos integrantes de la banda nacidos en otras latitudes escondidos detrás de la máscara de Dalí. Sin el profesor de Álvaro Morte, la Tokio de Úrsula Corberó, el Berlín de Pedro Alonso, el Río de Miguel Herrán, el Denver de Jaime Lorente y la inspectora Murillo de Itziar Ituño, por citar a los personajes más populares de la trama, es probable que La casa de papel no hubiera tenido el impacto que consiguió.
Sin embargo, en su viaje de España a Corea del Sur, y manteniendo la estructura básica del programa, la nueva Casa de papel cambia a Dalí por el Hahoetal, una máscara tradicional del folklore coreano y reemplaza las peculiaridades españolas con las características culturales del país asiático y su larga y complicada historia. Así, la premisa inicial sobre un grupo de asaltantes que intenta llevar a cabo un robo sin víctimas a la Casa de la Moneda impulsado por una supuesta rebeldía contra el sistema, en la nueva versión va mucho más allá al trasladar la acción a 2025 e imaginar que la reunificación de las dos Coreas ya está en marcha gracias a la creación de una economía conjunta y una nueva moneda común para ambos territorios. Bajo la sombra de años de conflictos políticos y una guerra siempre latente, el relato coreano cobra un espesor que su inspiración española nunca tuvo. Y lo mismo sucede con las motivaciones de sus personajes centrales.
El profesor y Tokio, por partida doble
Al igual que en la serie original, los dos personajes que ponen en marcha la trama en La casa de papel: Corea son el cerebro del asalto y la joven ladrona en plena huida por los crímenes que ya cometió. Claro que en el contexto del conflicto entre las dos Coreas, las motivaciones de ambos resultan algo diferentes.
En el caso de Tokio (Jeon Jong Seo), hasta la elección del nombre responde a una lógica directamente relacionada con la oscura historia de la invasión japonesa en su país. “Elijo este nombre porque vamos a hacer algo malo”, dice la chica en referencia a la era del yugo colonial de Japón sobre Corea. Llegada desde el Norte ella padece las humillaciones de una reunificación que solo resalta las diferencias entre los dos países divididos desde la década del cincuenta. Ansiosa para integrarse al sueño capitalista, Tokio descubre que para ella y los suyos esa fantasía se parece más a una pesadilla. Por eso, cuando aparece el Profesor (Yoo Ji Tae, reconocido actor del film Oldboy), con su plan, la joven por fin siente que podrá tomarse revancha por las promesas incumplidas. Él, por su lado, no solo disfruta como su par español de burlarse de las autoridades y de exhibir su inteligencia, sino que ve al asalto como una reivindicación de todos los postergados: “Es una revolución”, dice.
Episodios
Para sus programas más ambiciosos en términos artísticos y de presupuesto, la producción televisiva coreana suele utilizar la estructura de miniserie dividida en 16 capítulos. Y aunque esa tradición comenzó a flexibilizarse hace unos años a partir del interés internacionales, sus producciones siguen marcando un ritmo propio. En este caso, los quince episodios que integraban las dos primeras temporadas de La casa de papel original se transformaron en doce capítulos divididos en dos partes. Los seis primeros, ya disponibles en la plataforma, evitan las escenas de relleno y se desarrollan sin respiro, aunque todos superan la hora de duración. De hecho, el primer episodio utiliza 78 minutos para poner en marcha la trama, darle espacio a la presentación de todos los personajes y desarrollar sus vínculos que en muchos casos varían considerablemente del planteo original.
La ley
Uno de los puntos divergentes entre la serie española y la coreana se relaciona con las autoridades encargadas de resolver la toma del edificio en el que se imprime la nueva moneda. Así como los asaltantes están motivados por las injusticias y diferencias entre las dos Coreas, del lado de las fuerzas del orden sucede algo parecido. Una vez desatado el conflicto, según los planes de El profesor, la convocada para solucionarlo es la negociadora experta de la policía de Seúl, Seon Woojin, interpretada por la actriz Kim Yunjin que algunos reconocerán como la valiente Sun de Lost. Separada y con una hija adolescente, la inspectora intenta imponer su criterio ante un general de Corea del Norte que pretende aplicar sus violentos métodos para resolver el asalto antes de una importante reunión por la reunificación. “Verás cómo hace las cosas un país normal que respeta los derechos humanos”, le espeta la inspectora a quienes desconfían de sus modos. Claro que su superioridad moral no durará mucho cuando se dé cuenta de que su interlocutor en la negociación es el apuesto dueño del café Bella Ciao que suele frecuentar.
Berlín y los rehenes
Más allá del juego de negociación y seducción entre el profesor y la agente de policía, uno de los aspectos más intrigantes de la serie es el despliegue que hace Berlín una vez puesto en marcha el plan. Con una violencia apenas contenida que siempre parece a punto de írsele de las manos en ambas versiones, el personaje de Pedro Alonso en el original aquí está a cargo del carismático Park Hae Soo, uno de los protagonistas de la exitosa El juego del calamar. Su interpretación de Berlín rebosa de resentimientos por su pasado en Corea del Norte y las comodidades que disfrutan los habitantes del sur representados en los rehenes a los que con ironía insiste en llamar “camaradas”. Entre ellos, esta versión tiene también a la figura del despreciable Arturo (Enrique Arce) encarnado en el jefe de la operación de la impresión del dinero que siempre está listo para traicionar a quien sea para salvar su propio pellejo. Incluyendo a su amante embarazada, que esta vez también llamará la atención del impulsivo Denver (Kim Ji-hoon). Algunas cosas, si funcionan, mejor no cambiarlas.
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