La bella y la bestia: por qué Ron Perlman fue el monstruo ideal, la importancia del creador de Game of Thrones y la decisión de Linda Hamilton que marcó su final
La ficción televisiva que reversionó el clásico literario imaginaba a los protagonistas sumergidos en la Nueva York de los años ochenta, en el marco de un romance que fue más allá de lo esperado
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La historia de La bella y la bestia es muy conocida. El romance entre un hombre de aspecto bestial y una joven que logra ver su verdadero interior recibió numerosas adaptaciones a lo largo de las décadas (quizá la más popular, la producida por Disney en 1991). Aunque ninguna resultó tan original como la que Ron Perlman y Linda Hamilton protagonizaron en televisión, pero que tuvo un final apagado luego de la renuncia de una de sus estrellas
La magia de Ron Perlman
A mediados de los años ochenta, el guionista Ron Koslow fantaseaba con la posibilidad de llevar a la televisión la historia de La bella y la bestia. Desde su perspectiva, la saga debía ambientarse en la Nueva York contemporánea, con una Bestia llamada Vincent, que formaba parte de una sociedad subterránea, y la relación que él establecía con Catherine, una audaz fiscal de distrito. Cuando se conocen, entre ambos surge un profundo amor que debe sobrevivir a toda clase de peligros y prejuicios.
Mientras preparaba el proyecto, que había recibido luz verde por parte de la cadena CBS, Koslow sabía que el principal desafío era encontrar al actor ideal para interpretar a la Bestia. Preocupado más por el físico que por el talento actoral, al guionista le recomendaron hacerle una prueba de cámara a un desconocido intérprete llamado Ron Perlman, que había soportado estoicamente un duro proceso de caracterización para el film Quest of Fire. El especialista en efectos Rick Baker, que debía diseñar a la Bestia, le insistió a Koslow con que Perlman era la opción indicada y aseguró: “Cuando Ron llegó, yo supe que él podía aguantar todo ese maquillaje, y que sabía en qué se estaba metiendo. Y realmente presioné para que lo eligieran”.
Dicho y hecho, Perlman solía aguantar sin ninguna queja las tediosas cuatro horas de maquillaje diarias, con el fin de convertirse en la criatura. Por su parte, Linda Hamilton fue la elegida para interpretar a Catherine, y de ese modo quedó conformada la pareja central.
La indispensable visión de George R. R. Martin
George R. R. Martin es ampliamente conocido por ser el autor de la (inconclusa) saga literaria Game of Thrones, la épica fantástica que tuvo una exitosa adaptación por parte de HBO. Pero durante esos años ochenta, Martin encontró en La bella y la bestia un proyecto que le permitió dar un gran paso profesional: el escritor participó de todas las temporadas que la ficción duró en pantalla, y su mano fue clave en la construcción del amor que unía a los dos protagonistas.
Vincent y Catherine eran personajes atípicos y, lejos de mantener un idilio platónico, a Martin le interesaba demostrar que eran dos criaturas atravesadas por su pasión. Eso lo llevó a chocar en más de una oportunidad con la cúpula de la CBS, quizá más conservadora con respecto a la representación en la sexualidad de esos personajes. “Había todo tipo de limitaciones, eso era muy desalentador. Hubo muchas batallas con respecto a qué tan sensuales podían ser las situaciones, o si una escena estaba o no ‘políticamente sobrecargada’, o qué tan duras podían ser. En el canal no querían ofender a nadie, y ellos no entendían que, en esencia, la Bestia era justamente una bestia. Él mataba a la gente, pero desde la CBS no querían que Vincent lastimara a nadie. Los preocupaba que el personaje no fuera agradable”, sostuvo el escritor en una entrevista.
A fuerza de no bajar los brazos, Martin construyó un personaje único en su especie, un héroe de un gran carisma que se convirtió en el feroz motor de una historia atípica para la pantalla chica. Ron Perlman entregaba en cada episodio una gran interpretación, pero él sabía que la materia prima de Vincent radicaba en la pluma de Martin. “Soy un gran amante del jazz, y cuando me tocaba leer un guion escrito por George R. R. Martin, lo podía comparar con una pieza de John Coltrane en ácido. George escribía de una forma desaforada, primigenia, pero sin embargo, con una elegancia y una sofisticación increíble”, destacó el actor.
El golpe de gracia
Con dos temporadas emitidas entre 1987 y 1989, La bella y la bestia no llegaba a consolidarse como un éxito rotundo pero gozaba de un rating digno que le permitía seguir al aire. Su crecimiento era lento aunque sostenido, y a través del boca a boca y del fanatismo de su público, el show mostraba señales de una popularidad en aumento. Pero todo cambió cuando Linda Hamilton tomó una decisión que torció el rumbo de esa historia.
Durante las grabaciones de la segunda temporada, Hamilton le contó a los productores que estaba embarazada, y que por ese motivo había resuelto renunciar a su papel. El creador de la serie pensó en darle un giro dramático a esa situación, y con George R. R. Martin concluyeron que ella debía ser asesinada en el último capítulo del segundo año, no sin antes dar a luz al bebé de Vincent, que era secuestrado y cuyo paradero sería el eje de la tercera temporada. Pero ese plan no dio los resultados esperados.
La partida de la actriz fue un duro golpe, y aunque apareció una nueva protagonista femenina para cubrir ese lugar -la actriz Jo Anderson-, la ausencia de la química entre Perlman y Hamilton en pantalla resintió en la dinámica de los nuevos episodios. De ese modo, el rating comenzó a disminuir hasta que a mitad de la tercera temporada, el canal decidió levantar La bella y la bestia.
El último episodio fue transmitido en agosto de 1990, y dejó un sabor agridulce en sus fans. Una ficción que tuvo dos grandes temporadas, se despidió de forma apresurada y sin hacerle justicia a su carismático protagonista. Pero eso no significó que el título no alcanzara un puñado de logros, que aún hoy la mantienen como una serie muy recordada.
A diferencia de la gran mayoría de versiones de La bella y la bestia, aquí la Bestia jamás muestra un aspecto humano y Vincent no pierde su condición de criatura. “De niño yo no tenía una opinión muy positiva de mi cuerpo, pero sentía que en mi interior había algo que quería compartir con el mundo. Tenía que ver con aquello que no se ve, como el alma (…). Y el concepto de la Bestia en esta serie, personalmente me conmovió mucho porque se trataba de un personaje que, por fuerza del destino, no podía formar parte de eso que tanto amaba, que era el ser parte de la sociedad humana”, reconoció Perlman.
“La bella y la bestia siempre está muy cerca de mi corazón”, aseguró Perlman una vez, y agregó: “Cuando me dieron ese papel, llevaba mucho tiempo buscando algo en Hollywood, sin tener mucha suerte. Y esta serie fue mi primer gran proyecto, en horario prime time, y en la piel del protagonista. Y por todo eso, es que este fue un momento cumbre en mi carrera”. Y aunque en los años posteriores a esta ficción, el actor fue convocado incontables veces para volver a personificar al monstruo en el marco de publicidades, su respuesta siempre fue “Vincent no está para que lo exploten”, en señal al profundo respecto que tiene por esa Bestia que lo convirtió en un intérprete muy querido por el público.
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