Kevin, creciendo con amor: de la desilusión de sus creadores al conflicto que derivó en su cancelación
La recordada ficción sobre un niño que entra en la adolescencia dejó una profunda huella en la televisión de la época, pero no tan buenos recuerdos en los involucrados en la producción
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El final de la niñez y la llegada de la preadolescencia es materia de numerosas ficciones. La literatura, el cine, la televisión y las historietas retrataron mil veces ese período agridulce, atravesado por las emoción que implica la llegada de una etapa, en la que muchas cosas cambian para siempre. Pero ningún relato tocó una fibra tan especial como Kevin, creciendo con amor, la serie televisiva que a pesar de contar con más de treinta años, aún es un emblema de ese género.
El nacimiento de Kevin
Carol Black y Neal Marlens eran un matrimonio de guionistas con mucha experiencia en televisión. Ambos se habían ganado un nombre a mediados de los ochenta, gracias a su trabajo en ¡Ay! Cómo duele crecer (1985), una sitcom muy popular de la época, de esas que proponen a una familia como marco para el humor. Dicha experiencia dejó a ambos con ganas de profundizar aún más en una saga de ese estilo, pero poniendo a un adulto que recordaba su infancia, como conductor de la historia.
“Empezamos a escribir algo que tenía como eje una narración en off”, recordó una vez Black. “Recuerdo que pensamos que ese recurso tenía un gran potencial para la comedia, porque podías jugar mucho con el contraste entre aquello que el narrador contaba y lo que veías en pantalla. E incluso podías saber qué pasaba por su cabeza, y descubrir que pensaba algo muy distinto a lo que hacía. Y eso podía tener un potencial mucho mayor, si se trataba de un adulto recordando su infancia”. De esa manera, la dupla empezó a escribir lo que se suponía, era el guion para una película.
A medida que avanzaban en el proyecto, Black y Marlens tenían muy en claro qué tipo de tono querían para su propuesta. Porque si bien el libreto era el de una comedia, la intención era encontrar un clima cálido, que reflejara la inocencia de su protagonista. No era una sitcom, desde luego, pero tampoco era un drama. De algún modo, los guionistas buscaban navegar por eso que hoy se conoce como el dramedy, una combinación de ambos géneros, que los fusiona de manera fluida. Y ese tono, ellos lo percibían en el film Historias de navidad, de Bob Clark, en donde un niño atraviesa un momento de madurez en el marco de una navidad, y que tenía el ritmo que Black y Marlens querían para su nueva historia.
Una propuesta atípica
La idea de un film pronto viró hacia una serie de televisión. Y si bien ninguna cadena demostró demasiado interés, la señal ABC confió en el proyecto. De ese modo, la dupla creativa comenzó el arduo proceso de adaptar la historia a la pantalla chica, proponiendo un relato que tuviera la posibilidad de extenderse a lo largo de varias temporadas.
Desde el vamos, Kevin, creciendo con amor [The Wonder Years, según su título original] no estaba pensada como una serie tradicional, y sus creadores tenían tomadas algunas decisiones que, aunque pequeñas, suponían una ruptura para una producción televisiva de estas características. Por un lado, Black y Marlens querían prescindir de las risas grabadas, y por el otro, la filmación se debía realizar en la mayor medida posible con una sola cámara que siguiera la acción, recurso que le daría una impronta mucho más cercana al cine. Por otra parte, y teniendo en cuenta que la ficción transcurría en los últimos años sesenta, era muy importante la reconstrucción de la época, a través de un sinfín de pequeños detalles cotidianos que le dieran verosimilitud al relato.
El gran desafío, desde luego, era encontrar al Kevin ideal. “Cuando escuchamos sobre él, teníamos muy en claro que queríamos hacerle una prueba a Fred Savage”, comentó en una oportunidad Neal Marlens, y explicó: “Tuvimos oportunidad de verlo actuar en una escena que quedó afuera del film Viceversa, y lo que observamos fue a un actor maravilloso de un talento natural, lo que en el fondo significaba que no tenía más talento que el de ser un niño. Puede que dicho así suene extraño, pero la verdad es que realmente es muy difícil encontrar a un niño actor. Y eso mismo fue lo que buscamos luego en Josh Saviano y Danica McKellar”. De ese modo, quedó conformado el triángulo base de la ficción, con Savage como Kevin, Saviano como su mejor amigo Paul, y McKellar como Winny, primer gran amor del protagonista.
Kevin y Winnie
El piloto de la serie establece a la perfección las líneas rectoras de la trama, que se prolongarían a lo largo de todas las temporadas. De esa manera, la materia prima del relato se nutría de la guerra de Vietnam como telón de fondo, la temida figura paterna, el vínculo de Kevin con sus hermanos, la gran amistad con Paul, y por sobre todas las cosas, el profundo amor por Winnie.
El episodio inicial, que tiene como núcleo el primer beso entre los protagonistas, fue la carta de presentación de esta entrañable historia. Y en muchos aspectos, para Fred Savage y para Danica McKellar, ese beso también selló el comienzo de una genuina amistad, aunque como lo recordó la actriz, no estuvo exento de algunos nervios: “Lo único bueno de darte un beso en cámara, es que sabés que efectivamente eso va a suceder”. Por su parte, Savage comentó sobre esa escena: “Recuerdo que ella y yo estábamos muy nerviosos y asustados, no sabíamos cómo iba a ser todo, o si íbamos a hacerlo bien”.
Fred y Danica rápidamente congeniaron, y esa complicidad que se veía en pantalla, era el resultado de un vínculo de mucha confianza entre ambos. Aunque lo que eventualmente fue una gran amistad, comenzó como un tímido romance, según recuerda McKellar: “Al principio estábamos enamorados. Pero después nos empezamos a hacer todo tipo de bromas, y poco a poco nos fuimos sintiendo más cómodos. Así establecimos luego un vínculo muy de hermano y hermana”.
Un éxito inmediato
En ABC le tenían una fe absoluta a la propuesta. Sabían que tenían entre manos un piloto distinto a todo, que podía conquistar la pantalla chica y ser el éxito de 1988. Por ese motivo, programaron el primer capítulo de Kevin, creciendo con amor, luego del Super Bowl de ese año, un evento deportivo que le iba a dejar un piso de audiencia formidable. Y así sucedió.
La serie pronto se convirtió en un verdadero fenómeno, y no solo eso, sino que la crítica la elogió de manera unánime. Los premios tampoco tardaron en llegar, y entre las muchas distinciones que recibió la ficción, se encontró el nominar a Savage en el rubro actor de comedia en los Emmy de 1989. Con trece años, él se convirtió en el intérprete más joven destacado en esa categoría. Sin embargo, y aunque los reconocimientos no se detenían, la producción recibió un duro golpe en su segunda temporada.
Los creadores del título, no se sentían cómodos dentro de la industria. Ninguno brindo jamás demasiados detalles al respecto, pero en algunas oportunidades mencionaron que el negocio los defraudó, y que Hollywood no era un lugar en el que se sintieran a gusto. Por ese motivo, y de modo totalmente abrupto, Carol Black y Neal Marlens abandonaron a Kevin luego de su primera temporada. Desde luego que en ABC la intención no fue jamás la de cancelar el título, y por ese motivo optaron por contratar al guionista Bob Brush como el nuevo showrunner, quien ocupó ese lugar hasta que la ficción salió del aire.
Las temporadas se sucedían, y la ficción consolidaba su lugar. Los televidentes seguían con avidez la saga de Kevin, sus idas y vueltas con Winnie y su crecimiento. Para muchas estrellas que buscaban un lugar en la industria, participar de algún episodio de la serie también era la posibilidad de ser descubiertos. Y así pasaron nombres que luego ganarían mucha fama, como por ejemplo Jim Caviezel, Juliette Lewis, Giovanni Ribisi, David Schwimmer, Carla Gugino o Mark- Paul Gosselar. Mención aparte merece Alicia Silverstone, que trabajó en un capítulo y a quien Fred Savage invitó a salir, pero sin éxito.
El paso que nadie quiso dar
En septiembre de 1992, Kevin, creciendo con amor entraba en su sexta temporada. El rating había caído, y el público parecía prestarle menos atención a la historia del ahora ya adolescente Kevin. Y fue justamente el crecimiento del actor, lo que suscitó una sonada polémica dentro de la producción.
Bob Brush, en su lugar de showrunner, consideraba que la ficción debía empezar a tocar temas más maduros, a tono con un protagonista que poco a poco se acercaba a los veinte. Y probando algunos temas afines a esa posible nueva etapa, contrató para escribir un episodio a David Chase, futuro creador de Los Sopranos. Chase presentó una idea en la que Kevin leía El guardián entre el centeno, y a partir de ahí decidía adoptar un estilo de vida similar al del mítico Holden Caulfield, aunque en realidad lo único que hacía era tomar café y fumar. Como era de esperar, el guion fue rechazado. La cadena ABC, que se presentaba como una plataforma de entretenimiento familiar, no quería explorar esas temáticas y no hubo vuelta atrás. Y con Bob Brush decidido a no dar el brazo a torcer, finalmente Kevin, creciendo con amor, llegó a su fin el doce de mayo de 1993.
El cierre fue amargo, y los actores y el equipo de producción filmaron el último episodio con la esperanza de que la historia pudiera seguir, aunque eso no sucedió. Pero lo más importante es que la trama había cambiado profundamente: Kevin y Paul ya no eran tan amigos, y el romance con Winnie estaba en un callejón sin salida. Para Bob Brush, esa era la evolución natural de las cosas, porque aunque sea duro de reconocer, los amigos de la infancia no siempre están en la adultez, y rara vez un amor de los doce años sobrevive hasta llegar a la adolescencia. Al menos esa, era la mirada del showrunner, que se refirió así al final de la serie: “Siempre pensábamos hasta cuándo podía durar la historia. A medida que los chicos crecían, había nuevas ideas para contar, pero eso de perpetuar los años maravillosos mucho tiempo, comenzaba a ser una presión. Y cuando Fred Savage ya tenía 17 años, había cosas que queríamos contar, y que no podíamos mostrar a las ocho de la noche, en el horario del programa”.
Sin lugar a dudas, Kevin, creciendo con amor dejó una huella muy emotiva en la historia de la televisión, y el público no deja de recordarla con gran nostalgia (principalmente quienes la vieron teniendo la misma edad de sus protagonistas). Y para Fred Savage, esa experiencia será imborrable: “Este es un personaje que estará conmigo por siempre, y eso me pone muy feliz. No me da vergüenza, e incluso me emociona, que haya personas que todavía me recuerden por ese trabajo, y me hablen con tanto amor sobre Kevin. Y la carrera que tengo actualmente como director, no la tendría si no fuera por las oportunidades que me dio esa serie. Así que sé lo mucho que le debo a ese programa”.
De yapa: Paul Feiffer, ¿era Marilyn Manson?
Por algún motivo inexplicable, una leyenda urbana que circuló a nivel mundial aseguraba que el cantante Marilyn Manson era quien había interpretado a Paul Pfeiffer en su preadolescencia. Como es sabido, nada más lejos de la verdad. Josh Saviano era el niño que personificaba a Paul, y que como su personaje, estudió derecho y eventualmente se recibió de abogado en su adultez.
De yapa 2: una música perfecta
Al transcurrir entre los sesenta y los setenta, Kevin, creciendo con amor está marcada por una infinidad de canciones, interpretadas por nombres del calibre de Joe Cocker, The Byrds, Buffalo Springfield, Van Morrison o Crosby, Stills, Nash & Young. La gran cantidad de bandas supuso un problema al lanzar la serie en DVD, que como sucedió aquí con Okupas, debió reformular algunas de sus canciones para la comercialización de su versión doméstica.
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