Kate del Castillo, una latina en Hollywood engañada por dos hombres bien distintos: el Chapo Guzmán y Sean Penn
Teresa Mendoza, de La reina del sur, no es un personaje de telenovela cualquiera. Se alcoholiza, dice groserías y fuma marihuana. Duerme con varios hombres y se defiende cuando intentan dominarla. A lo largo de la primera temporada, Teresa pasa de ser una mujer pobre e ingenua proveniente de Sinaloa, México, a encabezar la organización de narcotráfico más exitosa del sur de España. Fue exactamente el tipo de papel que la actriz mexicana Kate del Castillo siempre había querido interpretar.
"Tiene muchos defectos", dijo Del Castillo, de 46 años. "Con ella, piensas: ‘Yo también me emborracho. También me enamoro de quien no debería’. Es más humana".
La reina del sur es la serie más exitosa en la historia de Telemundo, una de las dos grandes cadenas de habla hispana de los Estados Unidos (la otra es Univisión): casi diecisiete millones de espectadores vieron por lo menos parte del programa y, en promedio, tres millones de personas sintonizaron cada episodio, según la misma televisora. El final de la serie tuvo más espectadores entre el codiciado público de 18 a 34 años que cualquier otro programa televisivo en el horario de las 22. Ahora, ocho años después, Del Castillo interpreta otra vez a Teresa en la nueva temporada de La reina del sur, que estrenó Telemundo esta semana.
"La cadena saltó de la novela rosa a la cocaína y las balas", dijo Alberto Barrera Tyszka (colaborador habitual en The New York Times en Español), quien ha sido escritor de televisión en Latinoamérica durante treinta años. "El hecho de [que sea] una protagonista mujer, mexicana, ligada al narco, tiene mucho que ver con su éxito".
En la primera temporada, que se basa en la novela homónima y que fue un éxito en ventas de Arturo Pérez-Reverte, Teresa Mendoza se ve obligada a escapar de México después de que su primer amor, el Güero, es asesinado por sus jefes del Cártel de Sinaloa. Termina en España, donde pasa un tiempo trabajando en un burdel, va a dar a la cárcel por comerciar drogas y después obtiene dinero y fama como narcotraficante tras su liberación… todo mientras se la pasa evadiendo a muchos hombres que tienen la misión de asesinarla. En el capítulo final de la adaptación, Teresa estaba embarazada, en un lugar desconocido, en un programa de protección de testigos.
Ahora que la serie regresó nos enteramos de que ha estado en Italia, donde vende mermelada y cría a su hija de 8 años. Su vida es idílica hasta que un día su hija es secuestrada y Teresa debe regresar al peligroso mundo del narcotráfico para recuperarla.
"Verán a una Teresa mucho más madura", dijo Del Castillo hace poco en una entrevista en un restaurante italiano de Manhattan. Pero enfatizó que los espectadores no deben olvidar que Teresa "está en un mundo en el que ella no pidió estar". La actriz aún ve a su personaje como una víctima de las circunstancias, pues llegó al mundo del narcotráfico por casualidad y hace lo que puede para sobrevivir.
Del Castillo entonces mencionó a Joaquín Guzmán Loera, el capo del Cártel de Sinaloa mejor conocido como el Chapo, y su controvertida reunión con él en 2015. De la misma manera en que la decisión de Teresa de salir con alguien involucrado en el narcotráfico alteró el curso de su vida, Del Castillo dijo que su decisión de reunirse con Guzmán Loera la expuso a un inesperado escrutinio. "Asumo la responsabilidad. Decidí hacer algunas cosas", dijo. "Pero hubo otras que no decidí, que alguien más decidió por mí".
Estas son las cosas que no decidió: después de que Sean Penn reveló en un artículo de Rolling Stone que Del Castillo había organizado y asistido a la reunión en 2015 entre Penn, Guzmán y dos productores, Del Castillo fue muy criticada por el gobierno mexicano y los medios. El gobierno abrió una investigación en torno a su relación con el Chapo y la acusó de lavado de dinero a través de su marca de tequila. Los inversionistas le retiraron su financiamiento y Del Castillo perdió algunos de los papeles actorales que ya había conseguido. Como precaución, sus abogados le aconsejaron no regresar a México hasta que hubiera un cambio de gobierno. Estuvo fuera del país durante tres años, hasta que resultó electo el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador.
"Aún lo estoy superando", dijo Del Castillo. "Pero me hicieron trizas".
Su caso se resolvió y, en un viaje a México en diciembre de 2018, Del Castillo anunció que demandaría al gobierno mexicano por 60 millones de dólares "por daños morales y materiales".
La actriz comenta que la reunión con el Chapo fue impulsada en gran parte por la ambición. El infame narcotraficante le había otorgado a Del Castillo los derechos para escribir sobre su vida en 2014 y ella esperaba que Penn y los productores que asistieron a la reunión colaboraran con ella en una película. Había estado viviendo en Los Ángeles desde 2001 y, aunque tenía trabajo constante —incluyendo papeles en la película Bajo la misma luna (2007) y las series de televisión Weeds y Jane the Virgin—, dijo que aún luchaba por conseguir más oportunidades que no fueran los arquetipos latinos.
Una heroína latina suelta en Hollywood
"Es difícil ser latina en Hollywood", dijo Del Castillo. "Cada vez que filmo una película estadounidense me dicen: ‘Tienes que pintarte de negro el cabello’", dijo. "Yo pienso: ‘Sí saben que tenemos salones de belleza en México, ¿verdad? Además, en México sí hay gente rubia con ojos azules’". Dijo que intenta instruir a la gente de la industria sobre cómo es México en realidad. Las cosas están cambiando, dijo, "pero la transformación es demasiado lenta".
Cualquier latino que haya visto la televisión en español durante la década de 1990 quizá se pregunte por qué Del Castillo sintió que debía irse de México. Ya era parte de la realeza de las telenovelas en el país. Tuvo su gran debut en 1991 como parte del reparto de Muchachitas y actuó en más de diez telenovelas en la siguiente década, casi siempre como protagonista.
"Pero estaba aburrida", dijo. Estaba cansada de interpretar a "la buena, la virgen, la que llora, la que se sometía" a su hombre, todos los tópicos utilizados en la mayoría de las telenovelas. Además, acababa de separarse de su primer esposo, a quien denunció por maltrato, y el divorcio fue muy publicitado en la prensa. "Tenía mucho dolor y vergüenza porque yo era muy conocida ya y la gente me veía como con lástima", comentó.
Así que se mudó sola a Los Ángeles, a los 29 años, donde vivió de manera independiente por primera vez.
"En México somos muy conservadores", comentó. Estar lejos de casa la obligó a cuestionar sus creencias acerca de la religión y la cultura machista como nunca lo había hecho. Dijo que extrañaba a su familia —su padre, Éric del Castillo, es un actor prominente del cine y la televisión— en Ciudad de México, donde nació; pero, sobre vivir sola en Los Ángeles, mencionó: "Creo que me formó mucho y me hizo entenderme sin la influencia de nadie más".
Del Castillo, como su personaje de La reina del sur, ama profundamente a su país y quiso conservar la jerga y los ademanes mexicanos de Teresa en la nueva temporada. "Creo que una de las cosas que le gustan a la gente de Teresa es el hecho de que es mexicana en todas partes", dijo Del Castillo; se le antojan los tacos e instruye a los demás acerca de México y su geografía. En una escena acalorada en la primera temporada, en la que un español intenta hacer menos a Teresa por ser sudamericana, ella lo corrige con un cuchillo en mano. "Soy norteña", le dice. En otra, declara: "Soy mexicana. Tengo sangre india. Soy rebelde".
En la entrevista, Del Castillo se mostró expresiva y con frecuencia usó las manos para hacer énfasis en lo que decía. Habló con franqueza y humor acerca de las dificultades que ha enfrentado. "Es la única manera", dijo.
La reina del sur abrió caminos. Se centró radicalmente en la experiencia de mujeres en el mundo de las drogas y mostró cómo son usadas como peones en ese ámbito. En la serie, los personajes que hacen trabajo sexual y quienes tienen adicciones a las drogas son humanizados y las mujeres del programa tenían voluntad para actuar según las circunstancias, incluso cuando tenían que usar su cuerpo como moneda de cambio. La serie sigue abordando temas como la violencia sexual y doméstica, la inmigración, el aborto y el racismo. Teresa aprovecha el hecho de que nadie sospecha que una mujer encabezaría una organización de narcotráfico; en una escena transporta una carga de cocaína escondiéndola en pequeñas bolsas ocultas entre pétalos de rosas. Hay un personaje bisexual fuerte, Patricia O’Farrell, que se convierte en la socia comercial y la mejor amiga de Teresa.
Teresa está en un mundo de hombres y piensa: ‘A mí me van a ver perfecta para que me respeten’. Porque, como mujeres, eso nos vemos obligadas a hacer
Aun así, la serie a veces regresa a los tópicos sexistas. Teresa siempre está maquillada y en tacones, incluso cuando transporta drogas. Sus atuendos son constantemente ilógicos (en una escena en su oficina trae puesto un saco blanco al parecer sin nada abajo). Los hombres son mimados; a uno su madre le da de comer tomates en la boca.
Sin embargo, quizá solo se trata de representaciones exageradas de muchas de las expectativas a las que las mujeres normales se enfrentan en la vida real. "Ella siempre se tiene que probar", dijo Del Castillo cuando le preguntaron sobre la vestimenta de Teresa. "Está en un mundo de hombres y piensa: ‘A mí me van a ver perfecta para que me respeten’. Porque, como mujeres, eso nos vemos obligadas a hacer".
En la primera temporada, Teresa aprende a disparar un arma, armar el motor de un bote, vestirse como lo exige su papel y crear estrategias para enfrentar a sus enemigos, lo cual la ayuda a sobrevivir en un mundo dominado por los hombres. En la segunda temporada parece haberle impartido lecciones similares a su hija, con el fin de prepararla para situaciones que serían inevitables. En una escena, Teresa le dice explícitamente: "Las mujeres tenemos que aprender a defendernos como gatas panza arriba".
Del Castillo dijo que, en general, desearía haber estado preparada "para partirme la madre", refiriéndose a los duros golpes que le daría la vida. "Me la partí y me la volví a partir y me la volví a partir, y a lo mejor pude no haberlo hecho, si hubiera tenido mejores herramientas", comentó. Tuvo cuidado de asegurarse de que Teresa conservara algo de suavidad. "Sí, puede ser muy tremenda, muy dura y muy lapidaria. Pero no deja de ser mujer. No deja de ser madre. No deja de ser amorosa y protectora. No quiero que se le quite eso", agregó la actriz.
Además de su interpretación como Teresa, Del Castillo filmó Bad Boys for Life y, en junio, presentará un monólogo en Nueva York. "Cada vez que me acuerdo, se me enchina [la piel] y empiezo a sudar", dijo. Pero "el miedo debe aprovecharse para mantenernos alerta; no puede paralizarnos. Si no, ¿cómo creceremos?".
Concepción de León
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