Jorge Marrale, protagonista de María Marta, el crimen del country: “Me gustaría hablar con Carlos Carrascosa y escuchar lo que tiene para decirme”
El actor cuenta por qué no quiso entrevistarse con el viudo de García Belsunce, da su opinión sobre el caso y recuerda a su compañero Arturo Bonín, que falleció meses después de participar en la serie
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Cuesta encontrar a Jorge Marrale en el Carlos Carrascosa de María Marta, el crimen del country. Esa expresividad, esa presencia, esos ojos que parece que todo lo miran al mismo tiempo, se cubren con una capa de oscuridad y misterio. Su Carrascosa es -a primera vista e igualmente que el real- impenetrable, sombrío. Una persona que se mueve entre las sombras cargando el sobrepeso de su cuerpo y el peso de una acusación de asesinato que lo puso en la mira de la sociedad argentina.
El actor respiró aliviado cuando a mediados de 2021, luego de un año de postergación por la pandemia, se concretó la realización de la serie sobre el Caso Belsunce para HBO Max. Porque además de ser un proyecto de ambiciosa complejidad para una producción nacional, tanto en su investigación como en su realización, era la oportunidad de volver a bucear en el interior de un personaje real, como el Padre Mario Pantaleo o como Juan Domingo Perón, pero que esta vez está vivo y con ganas de opinar sobre el tema: “Uno construye con la fe de que lo que está haciendo lo van a ver muchos, entre ellos él”.
-Y ahora que la serie ya está disponible en la plataforma de HBO Max, ¿qué pasa si mañana te llama Carrascosa y te dice: “La verdad es que no me gustó para nada cómo me hiciste”?
-Me la comeré, pero no quita que no esté orgulloso del personaje que construí. Además, estuvimos todos convencidos de que ese era el camino. Un personaje es una totalidad, pero te basás como persona en otra persona, es inevitable. A mí lo que siempre me fascina es entender al otro. Es cierto que desde lo físico uno tiene que tratar, si hay algún elemento que te pueda servir, acercarte lo más que puedas, pero a mí me motiva mucho más lo íntimo. Me dio una gran satisfacción cuando me dijeron que se hacía. Y me embalé, y me metí, era un desafío muy rico porque la personalidad de Carlos me parecía muy interesante para investigar.
-Sin embargo, elegiste no entrevistarte con él previamente...
-No, porque los elementos con los que yo contaba eran la historia de Martín Méndez, la dirección de Daniela Goggi, y lo que yo pudiera aportar. Entonces me dije: con estos elementos voy a trabajar, tratando de que la creatividad mezclada con lo que me den sea lo que tenga que ser.
-¿No fue también una forma de evitar condicionarte? Públicamente, Carlos Carrascosa se mostró más altivo, incluso para muchos más antipático del que vos creaste...
-Es cierto, tampoco es que traté de hacerme el simpático, pero sí traté de mirar otro color de él. ¿De qué sirve que uno haga al otro mediante un trabajo de espionaje para ver cómo se mueve? No es creación. Si yo voy a presentar una composición, déjenme que lo haga como yo interprete y procese ese rol, y lo que a mí me aparece. Muchas veces intenté imaginar lo que sería caer en cana cuando uno es inocente. Entonces me pregunto: ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué me pasaría? Multiplicá eso por siete años.
-¿Te lo preguntás en función de tu trabajo como actor o porque siempre pensaste que Carrascosa era inocente?
-Me lo pregunto desde la construcción del personaje. Veo a alguien que lo que expone, y que después la justicia decide, es su inocencia. No me interesó hacer un juicio de valor sobre Carlos Carrascosa. Dije: “Esto es lo que tengo que hacer, tengo que encarnar desde este lugar”. Entonces traté de ponerme y vivenciar. Fue tan invasivo lo que sucedió en 2002: el caso, las especulaciones, los errores y demás. Hubo un momento en que dije: “Tengo que correrme de lo que yo vi, de lo que pensé”.
-¿Qué opinás del caso García Belsunce como espectador?
-Lo seguí al principio, pero hubo un momento en que decidí dejarlo a un lado porque sentía que se había armado un barullo enorme, estaban tirando fuegos artificiales todo el tiempo, era demasiado. ¿Viste todas las derivaciones que tuvo y todavía tiene? Lo seguí, pero fue un gran barullo ese caso.
-Pero me imagino que a pesar del barullo habrás tenido una posición tomada.
-Por supuesto que he tenido una mirada crítica en más de un sentido. Cuando ves los errores que cometió la familia en el momento de la muerte, que cometió la justicia luego, hay algo ahí rarísimo. Y uno se pregunta: ¿qué saco de todo ese ovillo? Solamente me queda mi criterio. Pero para el trabajo de la construcción traté de encriptar todo aquello, sino no tenía cómo hacerlo, habría sido imposible.
-¿Cómo fue la composición en cuanto a lo físico, cuántos kilos engordaste?
-Engordé algunos kilos, pero no tanto como parece en la serie, hay una composición de arte y de vestuario que ayudó muchísimo. Eso también es importante, cómo trabajaron todos los departamentos: vestuario, maquillaje, efectos especiales. Gracias a eso también fuimos conformando el físico de él.
-¿Qué va cambiando conforme pasa el tiempo, un elemento que también debe haber ayudado a la construcción?
-Mucho. Me di cuenta de que había algo en ese exterior a lo que tenía que prestarle atención, no para imitarlo pero sí para tomar algunas pautas. Uno trabaja con su físico, y uno se siente diferente con los distintos volúmenes. Te cambia no solo la postura, sino también la cabeza cuando uno transita esas modificaciones. Carlos cambia de peso, de acuerdo también a las crisis que va teniendo, a la cárcel por ejemplo. Esa evolución de él en el tiempo fue para mí un hermoso ajedrez para pensar, y para empezar a nutrir cuáles serían las motivaciones escondidas en los resquicios de ese personaje.
-Otro elemento clave de su personalidad es el cigarrillo...
-Te voy a contar algo: yo dejé de fumar en los 90, entonces tuve que volver a fumar. Recordar lo que era para mí ese vicio en ese momento también me sirvió. Me apoyé mucho en eso.
-Ahora que terminaste el proyecto, ¿sí te sentarías a tomar un café con él?
-Ahora sí, pero cuando vea toda la serie, si es que tiene ganas de verla. Ahí sí, preguntarle qué vio, qué sintió, si le movió algo. Me gustaría hablar con él y escuchar lo que tiene para decirme.
Proyección internacional
-¿Qué te genera saber que una historia como María Marta, el crimen del country llega a todo el mundo a través de una plataforma internacional?
-Me gusta y me entusiasma. Como te decía antes, detrás de este proyecto hay mucho profesionalismo, mucha investigación. Hay que aprovechar estas oportunidades para profundizar, porque talento hay de sobra. Tenemos que tratar de utilizar ese talento a pleno, al servicio de todo tipo de historias, esforzarnos un poco más. No me gusta que solamente se vea de la Argentina lo marginal, empecemos a mostrar otras cosas.
-Pero no se puede negar el éxito de ese tipo de temáticas.
-Para nada. Que mientras vaya, vaya, no quiero decir eso. Lo que yo digo es que tenemos que aprovechar para contar también otras historias, explayarnos en todas nuestras posibilidades. No me refiero a la calidad, que es muy buena, sino a ampliar los géneros. Tenemos que abrir eso, hay mucha gente joven con una cabeza notable.
-En esa paleta de géneros y temáticas, y pensando en que te ha tocado interpretar varios personajes reales, ¿tenés alguna limitación?
-Creo que a esta altura del partido, me costaría mucho hacer a un genocida. Tendría que mirar qué le encuentro, pero si uno no se puede entregar de verdad a ese tipo de personajes es difícil de hacerlo, porque si no lo vas a disfrutar no tiene sentido. En la serie de María Marta, a pesar de que Carrascosa era un personaje complejo, disfruté porque había un material interesante. Carlos tenía misterio, cosa que otros no tienen. Hacer a esa gente despreciable no tiene sentido para mí.
-Para terminar, me gustaría preguntarte por Arturo Bonín, un compañero muy cercano a vos que también formó parte del elenco de la serie y falleció el 15 de marzo de este año...
-(Se queda en silencio). Hace del padre de María Marta... El otro día puse el tercer capítulo y estaba tan vital que me costaba mirarlo, no podía entender que hubiera muerto. Fue un golpe, pero verlo brillante como siempre, con esa actitud, me conmovió. Además era tan buena persona, un ser único.
-¿Recordás las charlas durante el rodaje?
-Sí, claro. Uno se junta con algunos generacionales y siempre es oportuno compartir cosas. En ese momento se lo dije, “qué lindo lo que hiciste” porque no era un personaje que tuviera tanto desarrollo, pero su contundencia fue tremenda. Un ser entrañable que además tenía un humor exquisito, amante del tango, hablábamos muchas veces de su afición a la carpintería. Siempre tan generoso, fue un compañero inolvidable.
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