Jodie Comer, la psicópata más seductora de la pantalla
Uno de los grandes momentos de la entrega de los Emmys, y tal vez de los más inesperados en una noche llena de sorpresas, fue el triunfo de Jodie Comer como mejor actriz de drama por su rol de Villanelle en Killing Eve. Inesperado para ella, que le aseguró a sus padres que no era necesario que viajaran desde Liverpool porque ésa no sería su noche. Inesperado para la audiencia, que imaginaba el triunfo de un nombre más popular como el de Emilia Clarke, o más consagrado como el de Viola Davis. Pero la ganadora fue esta joven británica de 26 años, que da vida a un personaje inquietante y escurridizo, nacido de las novelas de espías de Luke Jennings y convertido por el genio y la pluma de Phoebe Waller-Bridge en uno de los hallazgos de la ficción contemporánea.
El estreno de la segunda temporada de Killing Eve en Paramount Channel y Flow, esta noche, no viene sino a confirmar lo que había quedado en claro en la primera entrega: que es Villanelle su sello distintivo, el personaje que rompe el molde de la villana a fuerza de encanto, astucia e irreverencia. Asesina a sueldo criada en los estertores de la Unión Soviética, Villanelle es una invención perfumada de la adolescente Oksana, que opera como contracara de los oscuros recuerdos de una infancia de ausencias y encarcelamiento. Sus extravagantes atuendos, su humor corrosivo, su despiadado ingenio para construir los asesinatos más insólitos, la desplazan de cualquier realismo posible. Es la psicópata que pone en entredicho el equilibrio mental de su perseguidora, la gris y convencional Eve, salida de las filas del servicio secreto británico para trotar por el mundo detrás de su presa. La química entre Comer y Sandra Oh (quien ganó el Globo de Oro por su papel a comienzos de este año) eleva ese juego de mutuas persecuciones en una danza de seducción que transita el filo entre la vida y la muerte.
Phoebe Waller-Bridge, creadora de la serie y showrunner de la primera temporada, que dejó su lugar en esta segunda en manos de la actriz y guionista Emerald Fennell (a quien se podrá ver como Camila Parker Bowles en la nueva temporada de The Crown; Fennell fue reemplazada por Suzanne Heathcote para la tercera temporada de la ficción, actualmente en rodaje). Waller-Bridge dijo en su momento que cuando los ejecutivos de la BBC America la convocaron para definir el estilo de este peculiar policial de mujeres la asaltó un interrogante: "¿Cómo hacer atractivo el personaje de una asesina psicópata?" Para cimentar su carisma, la clave de su encanto y de su efectividad criminal, se inspiró en las lecciones de Alfred Hitchcock, convencido película a película de que el villano es siempre la medida del éxito de una ficción. La respuesta era simple: "¿Quién mejor que Jodie Comer para vestir a esa excéntrica criatura con los disfraces más audaces, con los acentos más ocurrentes, con las bromas más escandalosas?". En su piel, Villanelle se convirtió en una joven caprichosa y engreída, que no pide disculpas ni permiso, con una simpatía incandescente y una sensualidad arrolladora capaz de despertar en quien sigue sus pasos una creciente e inexplicable fascinación.
Por más que hoy cueste creerlo, en el inicio Jodie Comer no parecía la elección más adecuada para el personaje. Los motivos detrás de ese gesto arriesgado solo pueden rastrearse en el inagotable imaginación de Waller-Bridge ¿Por qué? Porque Comer hizo su carrera, desde su temprana adolescencia –debutó en televisión británica a los 15 años–, en base a personajes tímidos y emotivos, definidos por una evidente inocencia y una conmovedora fragilidad. Fue una paciente enfermiza en Holby City (2010), una testigo presionada para no declarar en Justice (2011), la víctima de un asesinato en Silent Witness (2012) y una adolescente embarazada en Coming Up (2012). Su primer papel importante llegó en 2013 con My Mad Fat Diary, serie en la que interpretaba a la amiga popular de la marginada protagonista, donde su versatilidad ya permitía intuir ese temprano tránsito por los límites de los géneros y las aristas de las más inescrutables personalidades. Y luego le llegó su primera nominación a un premio BAFTA por Thirteen (2016), miniserie en la que encarna a una joven que dice haber estado secuestrada durante trece años y que emerge de su cautiverio envuelta en un oscuro misterio.
Fueron sus papeles ya adultos en Doctora Foster (2015-17, disponible en Netflix)) y en The White Princess (2017, disponible en StarzPlay) los que allanaron su camino y despertaron la atención sobre su emergente figura. En la primera es la amante de un hombre casado cuya aparente calma esconde osadas estrategias para enfrentar a su rival, la fascinante Gemma Foster (Suranne Jones); en la segunda es Isabel de York, la madre de la dinastía de los Tudor, artífice de su mezquino ascenso y su sangriento legado. Comer habita ambos personajes con una clara distinción, nacida de su controlada gestualidad y de ese aire concentrado que asoma en su mirada. La fortaleza que brinda a ambas mujeres, en escenarios signados por la desventaja, puede haber alertado a Waller-Bridge de su potencial, del as que se escondía detrás de una apariencia inocente y angelical. Después de todo ese es el arma secreta de Villanelle, la inofensiva superficie que esconde un veneno mortal.
"Creo que Jodie ha conseguido una interpretación única en su tiempo, y es una de esas actrices que aparecen una vez por generación", le contó Phoebe Waller-Bridge a Variety luego de la noche de celebraciones en los Emmys. Es que Jodie Comer no solo es la primera actriz nacida en los 90 que se lleva un Emmy por mejor interpretación en drama, sino que dejó un tendal de fascinados admiradores entre los críticos de los Estados Unidos, que todavía no pueden creer las dimensiones de su aparición. Y para la productora ejecutiva de la serie, Sally Woodward Gentle, desde el momento en el que Waller-Bridge la eligió los convenció de que era todo lo que esperaban para Villanelle: un camaleón. "No queríamos un estilo Lisbeth Salander, la protagonista de La chica del dragón tatuado. Queríamos a alguien que se pudiera sentar a tu lado en el subte y que no te diera clave alguna de lo que acababa de hacer. Jodie Comer tiene la capacidad de transformarse sin ningún esfuerzo. Tiene un talento extraordinario", le dijo a Variety.
El comienzo de la segunda temporada de la serie muestra la contraseña para el juego que propone este nuevo recorrido de Eve Polastri y Villanelle. El macabro sentido del humor, los crímenes ornamentados, los viajes por Europa, todo sigue allí. Sin embargo, los límites que separan a la incansable agente del MI6 de su presa comienzan a hacerse más difusos. En la primera escena vemos a Eve arribar a la estación central de París y disputarse unas golosinas con un niño entrometido, tal como habíamos visto a Villanelle en la temporada pasada arrojarle un helado a una nena sonriente en una heladería de Viena. Esa malicia que Eve percibía en su interior, la llama de una obsesión que la llevó a poner en peligro su vida familiar y su futuro profesional, ahora asciende a lo largo de un espiral interminable. "No somos tan diferentes", sentencia Villanelle, menos como un desafío que como inquietante constatación.
En una entrevista en The Graham Norton Show, Jodie Comer le contaba al presentador las reacciones más increíbles reacciones. "La mayoría se acerca y me mira fijo, como preguntándose ‘¿Es ella?’. Pero hace poco una chica me preguntó si podíamos sacarnos una foto. Y cuando estaba posando para la cámara, me susurró al oído: ‘¿Me vas a estrangular?’. ‘No, por supuesto que no’, le contesté". El humor de Comer, que pudo percibirse en sus discursos de aceptación tanto en los BAFTA –premio que también se llevó a su casa, tal vez sin tanta sorpresa– como esta semana en la ceremonia de los Emmys, parece el condimento indispensable para nutrir a su personaje de un encanto desbordante, del artificio de una permanente performance, en la que entran en juego los disfraces, su fluida sexualidad, el gusto por la comida y el desesperante aburrimiento que a veces la embarga. Y en esta entrega Vilanelle está más cerca que nunca de Eve, porque lo que comparten ya no es solo el destino de una obsesión sino el intrincado camino para alcanzarla.
El triunfo la puso rápidamente en el radar de varios productores de Hollywood. Los días posteriores a la ceremonia no solo le valieron los titulares de varios portales de noticias del espectáculo y la extensa entrevista con Variety, donde desplegó un simpático anecdotario sobre su vida en Liverpool, su cofradía con Sandra Oh y Phoebe Waller-Bridge y algunos secretos sobre la tercera temporada de Killing Eve –que al parecer profundizará sobre el misterioso pasado de Villanelle-, sino también un importante ofrecimiento para la pantalla grande.
Según se informó, está en conversaciones para interpretar a la esposa de un soldado que busca venganza en The Last Duel, película ambientada en el siglo XIV, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Matt Damon y Ben Affleck. Si bien en estos meses de hiato en las grabaciones de Killing Eve fue parte de Free Guy, la nueva película de Shawn Levy (Noche en el museo, Recién casados), junto a Ryan Raynolds y Taika Waititi, ése sería su primer papel importante como protagonista. Ahora que su nombre emerge en los titulares y que muchos corren a ver los episodios pendientes de Killing Eve solo queda saber si, como en la noche de los Emmys, finalmente ha llegado su momento.
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