Jaime Lorente y el impacto de la fama: “Estamos manejados por gente sin sensibilidad”
Jaime Lorente es Denver en La casa de papel y también es el villano, en Elite. Con esos roles en esas dos series de Netflix, el actor español nacido en Murcia se las ingenió para acaparar seguidores en sus redes sociales y verse cara a cara con la fama. Pero como suele suceder con los intérpretes que adquieren popularidad gracias a trabajos en las pantallas, el teatro oficia de refugio. En El Pavón Teatro Kamikaze, de Madrid, que acaba de volver a subir el telón regido por estrictos protocolos sanitarios, Lorente hace Mata cansa, ese fantástico monólogo del argentino Santiago Loza, que se estrenó en Buenos Aires hace casi una década, interpretado por Diego Gentile, con dirección de Martín Flores Cárdenas y el impecable diseño lumínico de Matías Sendon.
Entrevistado por el diario El País, de España, el actor reflexiona sobre su popularidad y su vuelta a la escena. "El mío es un éxito de mentira. Quien me conoce, solo es por uno o dos trabajos, y en un target muy específico de edad o de intereses. Yo no he construido una carrera, la estoy construyendo ahora. Por eso me he metido a producir teatro solo. Para volver a ser quien quiero ser y no quien quieren otros", confiesa el actor, que decidió volver al teatro para asumir toda la responsabilidad del proceso con ese aspecto artesanal que define a la actividad escénica. "No es que esté pidiendo perdón por ser famoso, pero de alguna forma me estoy perdonando a mí mismo. El teatro me apasiona. Vengo de él. Para eso me formé. Llevo dos años trabajando solo en ficción y me había perdido. El espacio que uno tiene como artista en grandes producciones se ve reducido a veces a un espacio muy pequeño. Les estaré eternamente agradecido, pero estaba desilusionado y con una falta de motivación muy grande. Mi vida dio un giro de 180 grados de la noche a la mañana, no tuve tiempo de reacción, no supe gestionarlo, nadie te enseña. Te conviertes en un producto. La fama súbita me dejó vacío. No quería seguir ahí. Tuve que buscar ayuda para gestionar el caos y encontrar un lugar. Me costó mucho decir stop, eso sí, porque los focos deslumbran".
En plan confesional, el actor profundiza el concepto. "La fama es adictiva, puede ser una droga. Y es peligrosísimo. Es la forma más fácil de perder la cabeza. Te dan todo. Te regalan los oídos. Te invitan a todo. Todo es todo. Y, o estás centrado, o a las dos semanas te has vuelto el mayor gilipollas del mundo. Mi oficio está lleno de gilipollas. Y de juguetes rotos, pero no nos rompemos, nos rompen. Estamos manejados por gente con la sensibilidad en el orto. Los actores y actrices somos la gente más sensible del mundo. Lo necesitamos para contar cosas ante la cámara y que parezca verdad. Soy muy vulnerable. A mí me tocas dos teclas y me has destrozado el día".
El que dice considerarse un ser vulnerable, el que adquirió fama internacional con dos series que generan fanatismo se refugia ahora en un monólogo de una hora de un asesino serial. O, como interpretaba Diego Gentile para el momento del estreno local, "no se sabe bien si el personaje es un asesino o un fanático exacerbado de un asesino serial". Jaime Lorente tiene su propia lectura de Matar cansa. "Habla sobre una persona que es admiradora de un asesino en serie. En un momento donde todo es demasiado tibio y nadie se inclina hacia nada extremo, este tío te plantea algo definitivo como es la muerte y el hecho de matar. Entrar en la cabeza de un tío que ama a alguien que se dedica a matar gente y lo defiende y lo entiendes, es terrible. Yo lo leía y me preguntaba, ‘¿cómo te puede gustar esto?’. Está en todos nosotros, ves algo definitivo como eso y quieres saber qué hay detrás, qué tecla han tocado en esa cabeza o en ese corazón para hacer lo que hace", explicó a otro medio español, Cadena Ser.
El intérprete reconoce que le gusta todo lo que esté bien escrito. "Todo lo que me haga pegarme un viaje emocional. Sí que es verdad que con el teatro tengo una relación más estrecha porque fue lo primigenio y me parece lo más puro, pero me gustan los buenos proyectos". Así es como luego del villano de Elite y de unos de los integrantes de la banda de La casa de papel se refugia en un texto atrapante del talentoso Santiago Loza, casi, para recuperarse de los peligros de la fama. "Solo vemos el blanco y el negro, el bueno y el malo, el policía y el asesino; pero poca gente se ha parado a pensar en el gris, en ese gris que no desentona, que se mantiene en equilibrio y que hace que los otros dos se mantengan latentes y vivos", se explica en la página del teatro Kamikaze en donde el famoso actor de la pantalla cumple el rito de encontrarse cara a cara con el público.
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