Imperdible: tiene más de 20 años, su protagonista es un excéntrico detective y está entre lo más visto de Netflix
Las ocho temporadas de Monk, protagonizada por Tony Shalhoub, están disponibles desde febrero y consiguieron posicionarse rápidamente dentro del Top 10 de la plataforma de streaming
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En el largo y ancho universo de las series televisivas hay algunas inolvidables, otras que es preferible olvidar y unas cuantas a las que el recuerdo distante no les hace justicia. Por suerte, con la llegada de las plataformas de streaming y su constante búsqueda de contenido para ofrecer, en los últimos años el público tiene la posibilidad de revisar, reevaluar y volver a disfrutar de ficciones excepcionales que merecen ese reconocimiento. Entre ellas está Monk, la comedia policial de 125 episodios cuyas ocho temporadas se emitieron en el cable básico entre 2002 y 2009, que desde principios de febrero está disponible en Netflix.
En poco más de un mes, la serie protagonizada por Tony Shalhoub, que ganó tres premios Emmy por su interpretación del detective Adrian Monk, se convirtió en una de las más vistas de la plataforma a nivel mundial, una verdadera hazaña teniendo en cuenta que ya tiene más de dos décadas. Aunque en este caso el paso del tiempo no afectó la calidad de sus actuaciones ni, más sorprendente aún, la frescura de los guiones creados por Andy Breckman, un veterano escritor de comedia. La premisa de seguirle los pasos a un detective tan brillante como neurótico que carga con un trastorno obsesivo-compulsivo galopante le debe mucho a Sherlock Holmes, un clásico que inspiró a muchas series policiales contemporáneas que imaginan a su personaje principal como un investigador excepcional y un ser humano lleno de problemas.
Con mucho de comedia, pero sin reírse de las dificultades de su protagonista, Monk es una de esas ficciones con una larga lista de episodios sobresalientes que vale la pena volver a ver o ver por primera vez. Las que siguen son apenas cinco opciones entre los cientos de episodios que podrían haber ingresado en el listado de honor de la TV.
Monk y el candidato
El primer capítulo del programa logra presentar a su personaje y al mundo que lo rodea desde la escena inicial. Con los agentes de policía encargados de investigar un asesinato a discreta distancia, Monk analiza el lugar del crimen y, mientras que lo hace, alguien explica que el consultor externo solía ser un detective del departamento de policía de San Francisco del que fue expulsado por sus múltiples manías, su incapacidad de trabajar en equipo y una crisis nerviosa tan grave que necesita de una acompañante terapéutica para salir de su casa. La interacción entre el investigador y su asistente Sharona (Bitty Schram) es uno de los pilares principales de toda la serie que se establece desde este episodio, en el que la búsqueda de un criminal que intentó matar al candidato del título lleva a Monk a uno de sus lugares más temidos: un jardín de infantes. La escena en la que el detective debe tolerar compartir el espacio con un grupo de niños que tosen, estornudan y básicamente se comportan como los chicos que son es una de las más divertidas de toda la serie y una secuencia que, con 18 años de anticipación, pronosticó lo que la mayoría de las personas sentirían durante la pandemia.
Monk y los tres pasteles
Más allá de la sobresaliente composición que hizo Shalhoub del personaje central, la serie se construyó sobre la sólida base de un elenco secundario que siempre estuvo a la altura del protagonista. De Schram a Traylor Howard, su reemplazante desde la tercera temporada, hasta los actores Ted Levine y Jason Gray-Stanford que interpretaban a los policías con los que trabaja Monk, uno de los logros más destacables de la ficción fue darle espacio y atención a todos los personajes fijos, incluso en aquellos episodios que contaba con estrellas invitadas. Así se puede ver en este capítulo que presenta a Ambrose, el hermano menor de Monk, que interpreta John Turturro. La presencia de Ambrose, agorafóbico y con una evidente compulsión por la acumulación, no solo presenta un diálogo sobre una posible huida a la Argentina, sino que también incorpora nuevas facetas del personaje central y su pasado que esclarecen algo más de las razones de sus trastornos.
Monk y el niño
Ya para la tercera temporada, Shalhoub tenía tan aceitado a su personaje que los guionistas empezaron a presentarle nuevas facetas de Monk para desarrollar. Así, a partir de una excusa algo rebuscada, el detective se hace cargo de la custodia temporal de Tommy, un nene de dos años con el que enseguida establece un vínculo singular. “Es como una persona”, le dice muy serio el protagonista a la asistente social que le explica las rutinas del chico. Claro que en su lista falta el detalle del cambio de pañales que resulta en una llamada al 911 que debe ser una de las mejor escritas del programa. Más allá del humor, este episodio le da la oportunidad al actor de aplicar su inmenso talento a una situación más cercana al drama.
Monk va al jurado
Para cerrar la cuarta temporada, el programa eligió hacer una suerte de homenaje al film Doce hombres en pugna al poner al detective en el lugar de uno de los jurados en un juicio que aparenta ser muy sencillo hasta que él interviene en el debate. “Es un don y una maldición”, le dice Monk a sus compañeros del jurado, un latiguillo que hace poco por aliviar la frustración del grupo impaciente con sus métodos deductivos. Como sucede en muchos otros episodios de la serie, una investigación paralela también atrae la atención del detective aunque deba hacer sus pesquisas a la distancia y a los gritos lo que resulta en una desopilante escena de humor clásico catalizado por perfecto timing cómico de parte de todos los intérpretes involucrados.
Monk y el actor
Años después de compartir el protagonismo en la película Big Night, Shalhoub y Stanley Tucci, amigos desde su época de estudios de teatro en Yale, se reunieron en este episodio de la quinta temporada de la serie. Cómplices detrás y delante de las cámaras, verlos interpretar a Monk y a David Ruskin, el actor de método elegido para encarnar al detective en una película basada en sus investigaciones, es un momento televisivo de esos que no ocurren muy seguido. Tucci aparece como el estereotipo del actor de Hollywood que pide que no lo traten como una estrella, pero al segundo siguiente pretende que alguien le traiga un café, y al que su método de interpretación lo lleva más allá de la locura. Las escenas en las que estudia al detective al punto de parecer su gemelo, incluyendo tics, posturas y su peculiar modo de ver el mundo, le valieron a Tucci un merecido Emmy al mejor actor invitado.
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